Por Manuel López Quiroga
(Vals, 1944).
La vecinita de enfrente -no, no, no tiene los ojos grandes. Ni tiene el talle de espigas -no, no, ni son su labios de sangre. Nadie se acerca a su reja, nadie llama en sus cristales. Que sólo el viento de noche es quien le ronda la calle. Y las niñas cantan a la rueda, rueda. Esta copla triste que el viento se lleva. A la Lima y al Limón, tu no tienes quien te quiera. A la Lima y al Limón, te vas a quedar soltera. Que penita y que dolor! Que penita y que dolor, la vecinita de enfrente soltera se quedó. A la Lima y al Limón! Que penita y que dolor! Que penita y que dolor, la vecinita de enfrente soltera se quedó. A la Lima y al Limón... A la Lima y al Limón!
No hay comentarios:
Publicar un comentario