Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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1 de mayo de 2021

Gálvez Cuéllar, comenta el cuento ''El Puñal", de Jorge Aliaga Cacho.

Raúl Gálvez Cuéllar y Jorge Aliaga Cacho

Por Jorge Aliaga Cacho

El maestro Raúl Gálvez Cuéllar, eximio autor y crítico literario, ha hecho un comentario muy acertado, sobre las influencias que pudiera yo haber recibido en la producción del cuento: "El puñal". Efectivamente, estudié la Literatura del Río de la Plata y bebí de la obra gauchesca de Borges. Me impresionaron sus cuentos. "Ficciones", del genial porteño, es uno de mis libros favoritos. Esas lecturas posiblemente sean contribuyentes al cuento de mi autoría, "El puñal". Pero, a decir verdad, en el momento de escribirlo no pensaba ni en Borges ni es sus "Ficciones", seguramente ya habría sido invadido sin notarlo por: "El sur", cuento borgiano que admiro: 'Uno de ellos lo desafió a una pelea, sacando un cuchillo de grandes dimensiones, pero Dahlmann estaba desarmado. El anciano gaucho que se había quedado en la barra le pasó un cuchillo a Dahlmann. A pesar de que Dahlmann no tenía idea de cómo utilizarlo en una pelea de cuchillo, aceptó el reto. Se fueron a luchar a la llanura, y así es como termina la historia.
Cuando escribí "El puñal, apreciado maestro, pensaba, más que en el gran Borges, en Nueva York, en la salsa "Pedro Navaja" que, en la sociedad moderna, podría ser un equivalente de aquel acuchillador borgiano. Le quedo muy agradecido por sus finos comentarios y aliento que continuamente me brinda. Pronto publicaré el ensayo que usted le ha dedicado a mi producción literaria, el mismo será publicado por una destacada universidad peruana que reconoce sus dotes de gran intelectual y crítico literario. Sepa usted, maestro Gálvez Cuéllar, que su pensamiento y comentarios son un verdadero premio que regocija mi espíritu.
Por Raúl Gálvez Cuéllar.
Al puro estilo borgiano por el tema y por la trama, el autor acaricia el arma en su bolsillo, con morbosa expectativa de usarla, acariciándola y recorriéndola en toda su extensión. Recordemos cómo Jorge Luis Borges acaricia su arma en el bolsillo de su gabán; y que en su otro cuento del "Retorno" (no sé si es exacto el nombre ) describe al hombre que fuera raptado por los indios cuando era niño, y que al volver a su antigua y quemada cabaña, corre a coger el puñal escondido en las cenizas de la cocina, hacía cuarenta años. La pistola y el puñal son armas mortíferas que el escritor -en este caso Aliaga Cacho-, acaricia un filudo puñal con premeditación a un acto delictivo que llega a consumar en un escenario de circunstancia que nos confirma la destreza del narrador que hoy nos descubre más su polifacético quehacer en la variada esfera de la Literatura. Puede haber un acercamiento al precursor de la novela de terror Edgar Allan Poe; pero en cualquier caso Jorge Aliaga desarrolla su estilo personal e intransferible.

Por Jorge Aliaga Cacho

Pulsaba el instrumento dentro del bolsillo del gabán. El mango iba relleno de algodón y sostenido por una cinta aislante. El fondo del bolsillo amenazaba romperse. Demoró tres meses en preparar, confeccionar y perfeccionar el arma: punta agudísima. Podría penetrarla como si fuese mantequilla. Jugaba con la idea de matarla. Es decir: meter y sacar el puñal de su cuerpo tantas veces como fuera necesario. Con pulso firme produciría algunos traquidos en el tejido cartilaginoso de la infausta y muestras de placer absoluto en su propio rostro. Ese viernes sería su último día de trabajo. Se retiraría luego a solaces pastizales. Dentro de poco escucharía el discurso del Jefe de Personal. Le darían de regalo, por sus servicios prestados a la empresa, un reloj con sus iniciales grabadas en letras mayúsculas. Para él sería un día inolvidable. Y para Rebecca su día final. Al finalizar el brindis, Pliridiano Ulyses, bajó presto al tercer piso donde se encontraba la oficina de Rebecca. Desde la puerta la observó hacer anotaciones en el libro de planillas. Eran las tres de la tarde y había silencio. Pliridiano entró y saludó cordialmente. Ella le regaló una sonrisa.

-¿Te acuerdas cuando prometiste amarme siempre?

- ¿De que hablas Pliri?

- Yo no olvido, Rebecca.

- ¿Recuerdas los cuernazos?

- Estás loco, Pliridiano.

Pliridiano, puso el reloj sobre la mesa, y dijo:

- ¡Vengo a obsequiarte esto!

Calmate Pliri, le dijo Rebecca, sus manos transpiraban; él se acercó lentamente, sacó el cuchillo del gabán y le clavó y desclavó, sin respirar, cuarenta y cinco puñaladas: a razón de una estocada por cada año de su puta vida.

Seguidamente, Prilidiano Ulyses Torres Alcantara, salió, alocadamente del lugar, dejando en la mano de Rebecca el reloj con las iniciales P.U.T.A., como epitafio.

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