Por Jorge Aliaga Cacho
Hoy, 16 de abril, se cumplieron 89 años desde el día aciago aquel que dejara de existir José Carlos Mariátegui. Por tal motivo varias organizaciones sociales han depositado ofrendas florales en su tumba, del Cementerio "Presbítero Maestro", de Lima. En aquel camposanto también descansan los restos de: Manuel Gonzáles Prada, Abraham Valdelomar, Ricardo Palma y José Santos Chocano, por mencionar solo a algunos de nuestros hombres de letras e intelecto.
La desaparición física del "Amauta", a tan corta edad, sigue siendo materia de pesar y reflexión, pero también de compromiso para continuar con su obra: luchar por la liberación social de nuestro pueblo, la instauración del socialismo peruano "sin calco ni copia".
Mariátegui supo agrupar en la revista "Amauta", cuyo nombre se convertiría en su propio apelativo, a un gran número de intelectuales interesados en el quehacer nacional. La revista fue fundada en 1926 y desde sus páginas surgió el movimiento indigenista en el arte y la literatura.
Mariátegui fue, como lo afirmara el sociólogo y filósofo Michael Löwy: "el pensador marxista más vigoroso y original que América Latina haya conocido". Sus logros más importantes son: la revista "Labor", el Partido Socialista Peruano, la revista "Amauta", la Confederación General de Trabajadores del Perú. Y desde luego, su obra cumbre: "Los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana".
Las credenciales socialistas, marxistas, de José Carlos Mariátegui, es lo que desean enterrar la mayoría de auto nominados escritores del Perú actual, lo propio hacen los auto nominados poetas que ocultan las raíz comunista del máximo poeta de Nuestra América, César Vallejo.
Y Mariátegui, escritor, periodista y político, renace cada 16 de abril para llamar a la unidad del proletariado peruano y del movimiento sindical mundial:
"Respondiendo a los primeros gestos de resistencia y de aprensión de algunos antiguos y hieráticos libertarios, más preocupados de la rigidez del dogma que de la eficacia y la fecundidad de la acción, dije entonces desde la tribuna de la Universidad Popular:
"Somos todavía pocos para dividirnos. No hagamos cuestión de etiquetas ni de títulos." (JCM).
Desde su incorporación a la lucha en la vanguardia Mariátegui se proclama un cómplice e instigador convencido y "un protagonista fervoroso del frente único".
Sus ideas no han podido ser aplicadas por el conjunto de la izquierda peruana y el conjunto del pueblo peruano sufre las consecuencias.
El frente único proletario, nos diría Mariátegui: "por fortuna, es entre nosotros una decisión y un anhelo evidente del proletariado. Las masas reclaman la unidad. Las masas quieren fe. Y, por eso, su alma rechaza la voz corrosiva, disolvente y pesimista de los que niegan y de los que dudan, y busca la voz optimista, cordial, juvenil y fecunda de los que afirman y de los que creen.
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