La magia de la Escuela.
Por Norka Bríos
Compartiendo de "Retazos de mi Vida"
Muy importante es la motivación, sobre todo cuando se es niña o niño, si se quiere lograr algo. Así de suave es la buena motivación, para cualquiera no hay pierde. Estudié la primaria en la Escuela 370 de San Miguel de Corpanqui, en la Provincia de Bolognesi, departamento de Ancash, Perú. Era la escuela donde mi mamá laboraba como profesora pero nunca fue mi profesora. Sin embargo, si heredé su letra, era muy bonita, yo la perdí en tercero de secundaria, cuando me accidente, estuve con el brazo y la pierna izquierda vendada y enyesada, era zurda. Ahora mi letra es peor que la de un médico, escribo con la derecha, para aquel entonces tuve que aprender, mi padre es quien me enseñó las primeras letras, a leer y escribir, a como sumar y restar. Ingresé a transición ya sabiendo leer y escribir. Me recuerdo sentada con mi mandilito rosado y mi peinado de pájaro loco, con un listón rosado y medias rosadas. Me pasaba el día sentada en una silla, ante una mesa larga que tenía algunos rasguños. Me la pasaba dibujando y pintando en mis cuadernos y me las mandé sin que la profesora me las indique, ella era la señorita Delia Vicuña, una linda maestra chiquiana, muy educada y buena. Laa recuerdo con cariño, y mi maletita cargada de cuadernos nuevos de color marrón. Mis cuadernos, dos empastados de cien hojas, uno rayado y el otro cuadriculado, forrados con papel azul y con esquineros. Mi papá era quien los forraba de una forma especial, y tres cuadernos más de pasta negra, brillosa, con una pluma dorada, eran de minerva. Tenía todo nuevo, los colores Mongol que venían en caja de 24 colores, en una caja doble de color verde y negro. Tenían ranuras para colocarlos. Mi lápiz bicolor, lapiceros, cartuchera, todo un equipo, tajador de mapa mundi, escuadras y mi compás plateado. Mii cuaderno de dibujo Rafael era el primero en llenarse. La noche anterior dormía con mi maletín lleno de cuadernos y mi libro Upa, grande de colores, hermoso. Tenía un Atlas y mi diccionario. Con todo ese equipo empecé la lucha bien armada, mejor dicho bien "motivada", gracias a mis padres siempre esperé el primer día de clase, el primero de abril, con mucho entusiasmo, aunque para empezar a estudiar solo era necesario un bloc. Yo me mandaba con todo, no importaba el peso ya que Conejín era el que cargaba, un muchacho, pues era mucho un cuaderno de 100 hojas. Pero le gustaba a mi padre ver mis garabatos en mis cuadernos, llenos con mi nombre y dibujos. Y bien coloreados. Bueno, como sabia leer y escribir, no hacía "tranca la puerta", me pasaron a primer grado. Así terminé hasta el quinto grado, pero, en Huaraz, mi padre vio por conveniente hacer un refuerzo de quinto de primaria en el colegio Belén. Luego, en secundaria, estudié en el Colegio Santa Rosa de Viterbo, interna, fue otro cantar, todo lo contrario, casi no tenía cuadernos, algunos enrollados o papeles sueltos con apuntes de la clase, archivados en un clavo, en la pared del salón, junto a mi asiento de clase, por ahí, y para la revisión tenia un cuaderno de pocas hojas con el cuento. Luego lo pasaría a otro cuaderno. El dinero que me enviaban lo gastaba en sublimes y bizcochos, helados. Quien que nos compraba algo de fuera, a las internas, era el portero del colegio, el "Primacho". Otras cosas solo estudiaba de mis libros que si los tenía todos porque ellos me los compraba mi mamá. Hacía intervención oral cada clase y aseguraba que me pongan mi nota para que ya no me llamen por falta de nota, si ya tenia copado el casillero en el registro. También hacia trabajos de investigación voluntario del curso, así hacía notar a la profe mi interés por su curso, ya no me preocupaba. Fueron años de gloria y hacíamos mucha travesura, teatro con mis amigas, yo montaba la obra y hacíamos la representación a la hora del recreo, después del rezo del santo rosario, en la noche, si, claro, padecía en conducta muchas veces. Me quedaba sin conducta y llegaba a adeudar, es decir, menos de cero porque me encontraban tomando Leche Nestlé en el dormitorio, o porque me pillaban leyendo un libro, bajo las sábanas con una linterna de mano. Eran faltas muy graves, o comer, mientras se oraba el ángelus. Una vez me encontraron bailando tuwis sobre el escritorio, otra por olvidarme de sacar el brasier al retornar el domingo y no ponerme el monillo del externado. Por tener el cuello chueco de la chaqueta, por poner una araña de plástico en el plato, o por no tomar la sopa o regalar la comida, etc. Gracias pá y má por esa bella motivación de cada primero de abril, con lindos cuadernos y demás útiles, que disfrute de niña y ese recuerdo se quedó en mí para siempre.
Hoy, recordando como todos los años el primero de abril, pienso que nunca dejaré de admirar a mi madre. Fue una gran maestra, escritora, poeta, dramaturga, costurera. Moldeaba la arcilla con tal finura. Ella formó una escuela los sábados donde enseñaba a grandes y chicos, es decir, a todos los que querían participar: madres de familia, parientes, niños y niñas. Ellos aprendían repostería, dulces de toda clase, especialmente de frutas. Muchas pusieron su negocio de mermeladas y dulces, como pastelitos, aprendieron a coser camisas, vestidos, etc. Tejían chompas, chalecos, guantes y medias con cinco palitos a grochet, macrame, bordado de sábanas, costuras, diferente tipos de bordado, tejidos de toda clase, cuadros, jardinería, etc. Ella llevaba los insumos para la repostería y otras cosas, moldes, tijeras, hilos, etc. Mi madre componía canciones escolares y les enseñaba a cantar a sus alumnas. Formó coros de niños y coros juveniles, como el de las Señoras de la Acción Católica. Fue ue una gran voleibolista. Formó equipos. Todo lo dio gratis. Luego, a fin de año, hacían una exposición de todo lo que habían aprendido. Recuerdo que el Señor Lemus, que era el inspector, una vez le diera en premio de unos libros y un diploma. Su gran obra se llamó " Escuela abierta."
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