Por Adriana Ahikza Acosta P.
Derechos reservados de autor
Hay seres que gustan de dar látigo
Y otros gustan de recibirlo
Puede ser un defecto de casa
O un favor reconocido…
Inconsciente o sometido
La marca ha concedido…
Y como el rejo, ya lo tiene bien merecido
¡Por confiado y no ser entendido!
Cuando al caballo se ajusta
O se le marca en el centro
Se le considera muy fino
Pues siempre lleva la estampa
Que le ha puesto su dueño.
El afecto en el gamonal
Es bastante parecido
Amansa y endulza el caballo
Para que sea apetecido
Le invierte caricia a la crianza
Pues para él es un desafío
Le genera afecto y confianza
Mientras le acerca el fuete y el filo.
Y cuando no le sirve de nada
No tiene más que desvió
Lo acorrala y lo encierra
Hasta su gustoso destino
Lo exhibe en ferias y fiestas
Lo pone en un pedestal
Y como su fuente de vino
Lo guarda para luego dejarlo en el corral.
Lo atienden en buen lugar
No le falta ni el agua, ni la comida
y si le sirve de posta le da yegua apetecida
Para que pierda su brío y agradecido
No abandone la confianza.
Y el día que menos piensa
Cuando calma siente de hastió
Vuelve de nuevo para ser reconocido,
Lo sacan a pasear el sendero
Y lo hacen sentir feliz
Pensando que atrae vida
Mientras su vida está en el fin.
Producto de un capricho
¡Qué importa uno más!
El pobre está comprometido
Mientras su dueño anda mal.
Víctima de sus desdenes y por andar aburrido,
Atrajo a su vida un yugo parecido
Que añora venganza, poder y dinero;
(Cosa que el mundo no le ha favorecido
Por andar en extravió…)
Y le ha pedido que le de su afición en sacrificio.
Lo lleva a un corral estrecho
Donde todo está bien medido
Contratara un gran experto
¡Caro sí! y bastante apetecido…
Quien estancándolo en su cuello
Lo apresa en un solo grito.
En el dolor que sublima la condición ha perdido;
Su vida recorre en retroceso
Y su sangre sale del seso
Recuerda la caricia que de látigo recibió
Para que el amo le reconociera
Como un galardón.
Noblemente el favor ha concedido
Pues agradece con cariño
La foto que el dueño le hizo
Mientras dejo posar su cabeza
En el corpiño de quien lo pidió.
Y se despide cerrando sus ojos a la historia
De aquel que en su lomo lucio un cazador
Con tanto orgullo y gloria…
No siendo más… que un creído equino
Que confiado en el dolor
Confundió el amor
Con la lealtad y el cariño
Y Amó a su amo
Pensando que con el látigo
Le quería en verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario