Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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30 de abril de 2025

La religión solar

Por Carlos Cid - Manuel Riu
Significa un estado espiritual muy superior al animismo y насна nores, a los que reemplazo desde la llegada de Manco Capac hasta la introducción del cristianismo en los dias de la conquista del imperio por los españoles

El dios principal en los primeros momentos de este credo era elad también Lupi y Vilca. Como Apu Punchau, se le consideraba jefe o chords aspecto era humano y enviaba a los hombres la luz, el calor y hacia fracti chas. De el descendia la familia imperial de los incas, que llevaban el titulo de Intip Churi o Hijos del sol, y eran los únicos que podían pronunciar su nombre, prohibido a las gentes del pueblo.

Lógicamente, la divinización del sol se extendió a otros cuerpos celestes, que virtieron en su cortejo, parientes... y, de este modo, la religión del sol se convitó 

toŕnómica. La Luna, transformada en Quilla, fue la hermana y esposa del astro diurno, pareja celeste y divina tenía su equivalente terrestre en el Inca y su esposa, por lo que Quilla también recibe el nombre de Coya (reina), titulo de la esposa del Emperador. Entre los servidores de los supremos esposos se contaba Illapa o Chucuylla (el rayo), Chaca llur (Estrella de la Mañana, el planeta Venus) que en algunos lugares se conocía por Auque-Illa (Princesa de la Luz) y se la consideraba protectora de las princesas reales, de las doncellas en general, creadora y conservadora de las flores.

La Luna poseía un cortejo de seguidores celestes o atmosféricos, conocidos genéricamente por Coyllur; entre ellos, los planetas eran patrones de las corporaciones y oficios. También recibían culto las constelaciones, sobre todo las Pléyades, protectoras de las plantas gramíneas. La tierra se adoraba como Pachamama o Chuco Mama (la Madre Tierra), y el fuego con el título de Nina. Completaba el panteón peruano la turba de los Conopas o dioses domésticos, de los que poseemos escasa información.

La religión solar evolucionó poco a poco hasta dar formas espirituales más elevadas. Para justificarlas se inventaron leyendas que relacionaran a los nuevos dioses con el sol, y no faltaron identificaciones y asimilaciones de dioses. Por ejemplo, uno de los grandes dioses primitivos, Cun, especie de larva aérea, carente de miembros, de huesos y nervios, que creó a los hombres y los colmó de beneficios, es fase del Viracocha ya reseñado. Cun, Pachacamac y Manco Capac se convirtieron en hijos del sol.

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