Por Carlos Cid - Nanuel Riu
Los jesuitas y dominicos tuvieron ocasión de prestar un buen servicio a la Iglesia, en Tren to. El concilio de Trento (1545-1563), que dictaría el camino inequívoco a la catolicidad moderna, se reunió, tras no pocas dificultades, presidido por tres cardenales: los italianos y Cervini (luego papas con los naldo Pole, quienes ostentaban la representación de Paulo III. Interrumpido por dos veces y prolongado durante dieciocho años, ejercería una influencia decisiva El concilio de Trento -XIX Concilio Ecuménico- aceptó el símbolo de la fe católica, fijó el canon de los Libros Sagrados, declaró auténtica la Vulgata, versión latina de la Biblia, y prescribió el modo de interpretar la Sagrada Escritura. Puntualizó la doctrina católica sobre el pecado original (Sesión v, año 1546), sobre la justificación por la fe y por las obras (Sesión vi, año 1547), sobre los sacramentos en general y sobre cada uno de ellos en particular (Sesiones VII, XIII, XIV, XXIII, XXIV, años 1547-1563). Precisó las cuestiones doctrinales respec to a la comunión bajo las dos especies-que propugnaban los utraquistas, y la comunión de los párvulos, y acerca del santo sacrificio de la misa (Sesión xxm, año 1562). Reafirmó la existencia del purgatorio y que las almas alli detenidas son ayudadas por los sufragios de los fieles y particularmente por el aceptable sacrificio del altar (Sesión xxv, año 1563). Fijó las enseñanzas en torno a la invocación, veneración y reliquias de los santos, y sobre las sagradas imágenes. Mantuvo el uso de las indulgencias, condenó los matrimonios clandestinos realizados por libre consentimiento de los contrayentes (sin intervención de la Iglesia), dispuso el anuncio previo o amonestaciones antes de que los fieles contrajesen matrimonio, que la ceremonia se celebrase ante un sacerdote y en presencia de dos o tres testigos.
En el aspecto práctico, el concilio añadió a los cánones puramente doctrinales-motivados por la crítica protestante- en los que se procedió a esclarecer el dogma, la obligato-riedad de residencia de los prelados y párrocos, básica para ejercer una influencia eficaz pueblo fiel; la obligatoriedad de llevar y archivar los registros parroquiales (libros de bautismos, matrimonios y óbitos); la creación de seminarios-Seminarios tridentinos-en todas las diócesis, para la formación del clero; la confección de un catecismo con el resumen de las verdades de la fe, la reforma de los cabildos, del misal y del breviario, el establecimiento regular de la visita pastoral; la revisión de provisiones, exenciones y privilegios la elección de examinadores; reformación en sentido rigorista de monjas y frailes, asuntos inquisitoriales, moderación de los obispos en el gasto y distribución de rentas, décimos excomunión, abolición de las encomiendas (concesión de abadías a los no religiosos), etc.
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