Por David Lerma González
Lorca nunca fue un buen estudiante. Poco hay que destacar de aquellos primeros años en la escuela primaria de Fuente Vaqueros. Los profesores que tuvo, muy poco inspirados, palidecieron ante el magisterio excepcional que unos años antes había ejercido Antonio Rodríguez Espinosa, amigo de la familia. Este hombre estuvo profundamente influido por las ideas progresistas de esa gran institución laica que fue la Institución Libre de Enseñanza, que fundó en 1876 Francisco Giner de los Ríos para combatir el monopolio de la Iglesia en la enseñanza. Y si no fue el maestro cuando el poeta estuvo en la escuela, algo sí tuvo que ver cuando el poeta aprendió sus primeras letras, según su hermano Francisco, quien lo describiría así: 'ardiente republicano, rendía culto al progreso y la inteligencia, y era hombre integro y liberal, con sus ribetes Anticlericales. Era físicamente arrogante. Pronto hizo amistad en el pueblo con mi padre y sus hermanos; más con mi padre: una amistad que no se interrumpió nunca'. Amistad que comenzó al menos cuando Vicenta Lorca coincidió con él, a partir de 1885, en la escuela del pueblo. En realidad, poca escuela necesitaba el futuro poeta si, como el propio Lorca nos refiere, sus «primeras emociones están ligadas a la tierra y a los trabajos del campo. Por eso hay en mi vida un complejo agrario, que lla-marían los psiconalistas». En 1935, un año antes de ser asesinado, escribe: <Yo tengo un gran archivo en los recuerdos de mi niñez de oír hablar a la gente. Es la memoria poética y a ello me atengo>. Qué duda cabe que para Lorca la primera enseñanza constituye las vivencias en Fuente Vaqueros. De allí absorbe con naturalidad la musicalidad y la emoción del lenguaje popular. Los años en Fuente Vaqueros terminan alrededor de 1906 1907, cuando la familia abandona la Acera del Casino, número 33, y se traslada a un pueblo cercano, Asquerosa (hoy Valderrubio), fuera ya del perimetro del Soto de Roma. La razón pudo estar en la cercanía de unas tierras adquiridas por esas fechas por su padre, que plantó de remolacha y que posteriormente refinaba en una fábrica cercana a la finca. O, como sugiere Gibson, la proximidad del ferrocarril, «que hacía que desde Asquerosa se pudiera
acceder a Granada con más rapidez que desde Fuente Vaqueros». En este pueblo Lorca asistió a la escuela al menos durante un año, aunque ningún documento ni testimonio nos lo confirma. En el otoño de 1808 debe iniciar su primer año de bachillerato, que en aquella época se realizaba en el Instituto de Granada o en el de alguna otra localidad, ya que en Asquerosa no era posible. Es entonces cuando los padres deciden enviarlo a Almería, donde Antonio Rodríguez Espinosa ha sido nombrado director de una escuela. Para completar su exiguo salario, este hombre de confianza de la familia acostumbraba alo-jar como pensionistas a unos pocos estudiantes, a los que además tute-laba en sus estudios en un ámbito cómodo y familiar. El 28 de agosto de 1908 Lorca rellena la solicitud de ingreso en el Instituto de Almería y, un mes después, aprueba el examen de ingreso en el que se exigía pasar un breve dictado del Quijote y una prueba de aritmética elemental. Luego se matricula en el Colegio de Jesuitas que, pese a su nombre, nada lo ligaba a la orden fundada por San Ignacio de Loyola, iniciando así sus estudios secundarios. Una parte de lo que sabemos de los meses que Lorca pasó en esta ciudad lo encontramos en las memorias del propio Antonio Rodríguez Espinosa. En ellas cuenta que Lorca convivió en su casa con dos de sus primos, Salvador y Francisco, y que eran frecuentes las excursiones durante los fines de semana («pequeñas enseñanzas prácticas», las llamaba). Asimismo, nos da cuenta de las aptitudes del poeta, que siempre respondía a todas las preguntas con impetuosa avidez. «Las respuestas podían ser correctas o equivocadas; pero siempre eran rápidas e ingeniosas», afirma, desvelándonos uno de los caracteres característicos de Federico: la extremada velocidad de sus reflejos mentales.
La estancia de Federico en Almería fue corta. Sabemos que nunca más volvería a la ciudad y que su marcha fue precipitada. En el libro que Francisco García Lorca dedica a su hermano afirma que «se le desarrolla un flemón con fiebres altísimas». Por lo que, rápidamente, avisado por Antonio Rodríguez, su padre fue a recogerlo y se lo llevó a Asquerosa. Esto ocurría en los primeros meses de 1909. De la impronta que le dejó la ciudad poco sabemos. Lorca nunca daría testimonio de aquella breve experiencia. En lo que podríamos denominar su cartografía poética la ciudad sólo se menciona una vez, en el 'Romancero gitano', como una ciudad de <yertas lejanías>, aunque el propio Francisco, como otros expertos, sugieren que que el paisaje de 'Bodas de sangre' es netamente almeriense. Asimismo, Francisco alude, por las mismas razones, al romance 'Thamar y Amnón', donde en《 el paisaje árido y calcinado 》, la luz cae como un cauterio sobre la tierra 》. Años después, exageradamente, Lorca aseguraría una grave enfermedad y que se había encontrado ante las puertas de la muerte.
En la primavera de 1909, forzados por la buena marcha de los negocios azucareros, Federico y su familia se trasladan a Granada, al número 66 de la Acera del Darro, en una casa amplísima de tres plantas, con patios de columnas y jardín, donde nacería Isabel, la hermana pequeña del poeta, que en 'Recuerdos míos' desvela gran parte de los misterios domésticos de la familia, concluyendo: «Cuando yo era niña, resultaba imposible aburrirse en esa casa porque, además, era un hogar feliz y bien avenido». Y ciertamente lo era, porque, como se verá, por allí pasarían algunos de los grandes personajes de la época.
Recién llegado a Granada, Federico manda una instancia al director del Instituto General y Técnico para pedir su asistencia a los exámenes de junio para terminar su primer año de bachillerato. Las asignaturas eran lengua castellana, nociones de aritmética y geometría, caligrafía, geografía general y de Europa y religión, que era opcional. La reciente enfermedad y el tráfago de la mudanza provocaron que Lorca no pudiese afrontar con éxito las pruebas. Sólo aprobó lengua castellana, suspendió en geografía y matemáticas, y no se presentó en caligrafía ni en religión. Su vida en La Vega había concluido. El poeta, como explica en 'Mi pueblo', pasa de «niño campesino» a «señorito de ciudad>>.
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