«Los verdugos saludan desde el balcón.
Vladimir,*
sorprendido,
se acercaba a Estragón que observaba las siluetas de los rinocerontes*
– de l
os sonámbulos*
de los espectros –
que invadían las veredas,
tomaban las calles y los púlpitos,
descuartizaban libros y rostros,
para regresar a la cima de los árboles,
donde se balanceaban,
ignorándose. En las esquinas,
el sol,
aletargado en los signos escritos en las piedras,
en la banalidad del vacío, el sentimentalismo
y la mierda abstracta, *
veía como el mundo dejaba sus máscaras,
como la indiferencia oscurecía los rostros,
carcomía los cuerpos
y eclipsado por el transcurrir de algunas nubes,
aparecían más
y más sombras
.
Los rinocerontes,
al empujarse unos a otros sin reconocerse,
golpeaban,
escupían,
reían sin reír,
vociferaban,
como almas muertas. Estragón
abrazaba a Vladimir
encaminándose hacia la bóveda de piedra,*
veían sin ver el abismo,
enceguecidos por la mucha luz de los sonámbulos,
por el bullicio de los espectros,
por el mucho ruido,
que al penetrar lo cotidiano,
opacaba los nombres,
oscurecía el lenguaje. Abrazándose más
y más fuerte,
al estar más
y más próximos,
intentaron aquietar la tristeza,
el saberse solos ante la orfandad del espejo,
sin lograrlo»
Alvaro Mata Guillé,
del libro «Los verdugos saludan desde el balcón»
#alvaromataguille
Fotografía Marcela Sanchez
*Referencia a «Esperando a Godot», de Samuel Beckett.
*Referencia a «Rinocerontes» de Eugène Ionesco.
*Referencia a «Los sonámbulos», de Hermann Broch
*Referencia a «Piedra y sol», de Octavio Paz.
*Referencia a «Tránsito de fuego», de Eunice Odio.
*Alvaro Mata Guillé es escritor, dramaturgo, dueño de una fina, sagaz e inquisitiva pluma que llega a los mejores campos del pensamiento. Él es dueño de una personalidad afable que lo hace merecedor de muchos amigos. Nació en Costa Rica
os sonámbulos*
de los espectros –
que invadían las veredas,
tomaban las calles y los púlpitos,
descuartizaban libros y rostros,
para regresar a la cima de los árboles,
donde se balanceaban,
ignorándose. En las esquinas,
el sol,
aletargado en los signos escritos en las piedras,
en la banalidad del vacío, el sentimentalismo
y la mierda abstracta, *
veía como el mundo dejaba sus máscaras,
como la indiferencia oscurecía los rostros,
carcomía los cuerpos
y eclipsado por el transcurrir de algunas nubes,
aparecían más
y más sombras
.
Los rinocerontes,
al empujarse unos a otros sin reconocerse,
golpeaban,
escupían,
reían sin reír,
vociferaban,
como almas muertas. Estragón
abrazaba a Vladimir
encaminándose hacia la bóveda de piedra,*
veían sin ver el abismo,
enceguecidos por la mucha luz de los sonámbulos,
por el bullicio de los espectros,
por el mucho ruido,
que al penetrar lo cotidiano,
opacaba los nombres,
oscurecía el lenguaje. Abrazándose más
y más fuerte,
al estar más
y más próximos,
intentaron aquietar la tristeza,
el saberse solos ante la orfandad del espejo,
sin lograrlo»
Alvaro Mata Guillé,
del libro «Los verdugos saludan desde el balcón»
#alvaromataguille
Fotografía Marcela Sanchez
*Referencia a «Esperando a Godot», de Samuel Beckett.
*Referencia a «Rinocerontes» de Eugène Ionesco.
*Referencia a «Los sonámbulos», de Hermann Broch
*Referencia a «Piedra y sol», de Octavio Paz.
*Referencia a «Tránsito de fuego», de Eunice Odio.
*Alvaro Mata Guillé es escritor, dramaturgo, dueño de una fina, sagaz e inquisitiva pluma que llega a los mejores campos del pensamiento. Él es dueño de una personalidad afable que lo hace merecedor de muchos amigos. Nació en Costa Rica
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