Jorge Aliaga Cacho, Margarita Rodríguez y Alfred Asís, durante la celebraciones del Nataticio de Pablo Neruda, en Isla Negra, Chile, 2023. |
Por Margarita Rodríguez
Escritora, poeta, gestora cultural, fundadora y presidenta de la "Agrupación Cultural Odisea de las Artes".
A Georgette Philippart
"Su leve humedad exhala todo el día hacia la habitación ese olor que no es aroma y que es más noble que los aromas; la exhalación del surco, tan sagrada como el aliento de la boca humana".
Gabriela Mistral
Georgette, después de una larga travesía, llegó a Santiago de Chuco, lugar natal de su difunto esposo. A esa tierra serrana de soberbias alturas y estremecedores abismos. A esos parajes donde canta el tunqui presumiendo su vistoso plumaje y madruga la flor del inca.
A esa hora, las campanas al viento de la catedral del santo patrono rendían culto al sol de la mañana, mientras los balcones floridos parecían saludar la gracia y distinción de la dama parisina.
Ella había cruzado el atlántico con el propósito de testimoniar el lugar de origen de su compañero, su vínculo espiritual con la naturaleza. Dar fe de su genio y humanismo solidario, reeditar sus escritos y difundir su obra inédita a pesar de la desidia y el olvido.
En la lejana Francia Georgette y César, habían compartido el amor por la poesía, anhelos, horizontes, deportaciones e ideologías.
Georgette, avanzó en silencio, con el alma recogida por esas calles angostas de carcomidos peldaños y farolas desveladas, viendo en cada niño el rostro de Paco Yunque, el personaje de uno de los cuentos del vate universal.
A lo lejos los maizales se alzaban al cielo, con tanto sudor derramado en sus raíces.
En ese caminar seguido por su voz Georgette, llegó a la vieja casona de corredores adormilados donde el joven poeta jugó con su hermano Miguel y escribió sus primeros versos a la lumbre del fogón y con desolación dijo:
“Llego a la casa de Vallejo, pero sin Vallejo"
Al igual que en sus poemas "máscara de cal," cada paso era una referencia constante de su sentir, repitiendo con obstinación la circunstancia vivida.
Era la búsqueda delirante del esposo ausente.
Georgette, llevaba impregnada en sí misma la agonía del poeta y la letanía de su propio canto:
--"En el vértigo de tu muerte mi corazón se deslizó de mi pecho"
Hasta sus últimos días guardó con devoción la memoria de su esposo y con ese verso íntimo, profundo contenido en su aliento, lo amó más allá de la muerte.
Por esas ironías de la vida Georgette Philippart, reposa en el cementerio de La Planicie en Lima.
Los restos de César Vallejo descansan en el cementerio de Montparnasse en París.
A modo de epitafio en su lápida se puede leer:
-"He nevado tanto para que tu duermas".
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