Por Karina Gálvez
Guayaquil y su Río Guayas,se besaron en Las Peñas.
Ella escondióse risueña
muy cerca del Malecón.
Él la encontró por La Perla y
de un lechuguín le hizo un ramo,
sus esteros fueron manos
con las que la protegió.
Desde ese día la Aurora
se regocija gloriosa,
pues este par son ejemplo
de amor, libertad y acción.
¡Quién pudiera ser poeta
para contarle a la noche
que el Río Guayas no descansa
desde que a Guayaquil besó!
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