Roberto Cordova García |
Ausencia
Y mis ojos una vez más cerrándose,
pensándote, sintiendo el delicado toque de tus dedos
en mis manos, y esos besos que me llevan al infinito,
que me elevan hasta desdoblar el alma,
en una noche que no mide esperanzas,
ni tiempo, ni desvelo,
sólo el presente de dos corazones humanos
que se extrañan en un futuro sin sueños de maraña.
Quién ha dicho que es posible sobrellevar este amor
sin flaquear, esta prueba de vida también es de fortaleza,
entender que las distancias se reducen a nada
sólo con las caricias de tu alma no me dan calma,
sólo sollozos entre tristezas
y esa flama de fuego que me acorrala con impaciencias.
Que valentía de aquellos espíritus que se atan,
aquellos que saben cultivar lo que es amar sin elegancia,
lo que hoy nos separa con crueldad
pronto nos unirá con clemencia,
en esa eternidad hasta lograr la indecencia,
hecho que marca mi estancia en eso preciado
que labramos en tantas vidas sin separarnos.
En esa presencia de tu cariño,
siempre a mi lado,
siempre nublado.
Noche de ecos por tu ausencia.
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