Se trataba en realidad de Aldonza Lorenzo. Labradora vecina de Don Quijote. Es un personaje imaginario que solo se encontraba en la imaginación del famoso Hidalgo. Para Don Quijote es la más bella doncella sobre la faz de la Tierra y por la que lucha cada día y a la que brinda sus hazañas.
Y a Don Quijote le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora vino a llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso; nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo.
Cuando se encuentra con los mercaderes toledanos Don Quijote le llama “la emperatriz de la Mancha”. Dice de ella que su hermosura es sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a sus damas y que es la más alta princesa del mundo. Don Quijote le manda una carta que escribe en Sierra Morena.
Miguel de Cervantes en el capítulo XIII de la primera parte de Don Quijote de la Mancha, construye la descripción de Dulcinea a partir de un conjunto de metáforas:
"Que sus cabellos son de oro, su frente de campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve".
Fuente: Arte y Literatura.
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