Juan Carlos Priotti es un escritor argentino que es muy querido en el Perù. Èl ha visitado varias regiones del paìs inca y ha participado en numerosos encuentros literarios a lo largo y ancho del territorio nacional. La ùltima vez que vino al Perù lo hizo para participar en el IV Encuentro Internacional de Poetas y Escritores realizado el año 2019, en Huacho, Lima, Perù. Tambièn se ha presentado en la Escuela Nacional Sindical de la CGTP. Hoy Juan Carlos Priotti nos ha hecho llegar los tres poemas con los que participara en el V Encuentro Internacional de Escritores y Poetas, realizado recientemente en forma virtual desde Huacho. Lima, Perù.
Juan Carlos Priotti en el Perù |
Juan Carlos Priotti en el Perù |
Dina Cacho Salomòn y el escritor Juan Carlos Priotti en Huacho, Lima, Perù. |
Biografía
Nació en Los Sarmientos, provincia de Tucumán, Argentina, el 2 de septiembre de 1937. Ha publicado los Poemarios Alegorías de la noche y otros poemas (2016) y Arpegios de otoño (2018) – compartido con Norka Bríos Ramos - . Ha participado en numerosas Antologías de publicación Nacional e Internacional. Ha participado en Encuentros de Poetas y Escritores en la Argentina y en el Perú. Ha obtenido premios en Certámenes Literarios a nivel Nacional e Internacional. Es Miembro Honorario del Instituto Almafuerteano de La Plata, provincia de Buenos Aires, y Miembro de la Comisión Directiva del Instituto “José Félix Bogado”-Casa Histórica- de San Nicolás de los Arroyos. Ha publicado en Diarios y Revistas. Libros inéditos: Hojas en el viento (poesía) y Crónicas de Viaje.
...en soledad de dioses
El sol revejido entre los celajes del cielo
toca el desnudo imperial de la ciudad.
El asombro viene hacia mí, me convoca;
me inunda de visiones, y miro;
de sus calles de piedra en subibajas
sólo sé que toda noche es una espera,
cuando no cenizas de sueños
de los días sin aurora por venir.
Retratados en su doliente quechua,
hay rostros que miran sin mañana
masticando rabia y resignación a la rabia,
al ver que el ansia de torcer el destino
no es más que una boca sellada que grita,
por estar junto a unos ojos ardidos
alguna vez por las lágrimas.
Y este es el Cusco...
-claridad del ocaso sobre la piedra-
de los siglos oscuros de la cruz y la espada,
de la memoria ancestral en altos muros
que se inclinan sobre tejidos y huacos,
como escuchando las sombras correr
detrás de una herida que aumenta.
Mas unos ojos estirados y no tan negros
anclados en la piedad de la chicha,
no se dejan seducir por la mirada
de llegar hasta mi piel y preguntarme:
¿Importa tanto esa luz en la memoria
que alumbra el orgullo de los vencidos?
Y aunque me duela el alma no digo ayer
cuantos ayer han pasado
por donde nace el sol y caen las estrellas.
Porque hay ruinas en soledad de dioses
a los que el tiempo devora...
más allá de grito germinal de los muertos,
recién resurrectos a la verdad del canto.
Ante todo el olvido... ¿serán sólo palabras?
el mea-culpa que ronda en la conciencia
esperando, como el Hijo del Sol,
que el silencio nunca se vuelva vacío.
Hoy por caminar sus calles, ¡me desvivo!
Por su eternidad tiene nombre mi poema.
Juan Carlos Priotti
Ciudad del Cusco, febrero de 2004.
Poema sin final
Estoy triste como la lluvia que ha llovido tanto
que deja de ser agua para ser llanto,
porque el dolor no se ve pero existe y se siente.
Abro la ventana para ver la rosa que ya no está
antes de que la noche se quede sin estrellas,
y sienta el sabor amargo de los versos
que no escribiré al final del poema.
He de seguir soñando mientras pasa la vida,
mirar en el espejo la alegría de estar triste
y pensar que me estoy poniendo viejo.
En esta soledad y melancolía
me observo,
me busco...
Y es tan dulce buscar lo que no se ha perdido
en este camino que me recuerda todo,
menos la sombra que me cubre día a día
por maldecir el tiempo de un reloj
que marca únicamente las horas del olvido.
Todos mis recuerdos son imágenes
de una tarde de sol viendo pasar las nubes,
como hojas secas desprendida de un árbol
que empieza a morir poco a poco.
Aunque siga viviendo como si no supiera,
hay en mis ojos un río vacío de lágrimas
que corre hacia el silencio,
soñando el sueño de un viejo poema sin final.
Con esta voz que me desvela fundo la memoria
al contemplar en este tiempo de lo efímero,
la muerte de los árboles y el vuelo de las aves
que migran en los peldaños del viento.
Esta imagen apenas alcanza para un silencio.
Puede ya la tarde reflejar en mi corazón
el verde de las muertes en verde primavera,
contenida en la orilla más amarga de mi llanto.
Este es mi agraz tiempo, digo, y no me asombra
soñar despierto con mi tierna nostalgia de niño,
que me convierte en el poeta que siempre debí ser
la radiante luz de la luna en la noche interminable.
Y me pregunta el sol en el estambre de la tarde,
¿cuánta semilla crece en la tierra de mi sangre?
La vida sin dolor no existe pero me muestra
lo que es verdad y lo que es leyenda.
Mas la razón me enseña que todo importa
en este siempre nacer con la sed y la nostalgia.
Aunque el sueño queme y me parta en dos la vida,
el conjuro se extiende tan pronto mi corazón
toca el fin de un suspiro demasiado hondo,
sólo por estar libre y vivo sin contar las horas
hasta verterme aquí, con este asedio de la palabra.
Soy esta brizna este soplo del sol que me alumbra
para mirar la caída del tiempo en el vacío,
por donde sube a deshora la savia de un pasado
del que apenas heredo su ornada transparencia.
He nombrado mi tierra y le escribo desde el amor
tejido con los hilos de una larga ausencia.
Pero a tal suerte de hurgar con la mirada distante
en la urdimbre de su vasto cielo, yo estoy tan cerca,
¡tan cerca que me pierdo en la luz de su tiniebla!
Por maldad o por olvido algunos sueños perecieron
para volver a nacer con este retorno a mis raíces,
siendo sublime epifanía sobre atalaya de pájaros
en un desierto que media entre el humo y la ceniza,
donde un laurel sueña con su sombra perdida
junto a mis lágrimas que vierto en dulce intimidad.
Juan Carlos Priotti
Poema sin final
Estoy triste como la lluvia que ha llovido tanto
que deja de ser agua para ser llanto,
porque el dolor no se ve pero existe y se siente.
Abro la ventana para ver la rosa que ya no está
antes de que la noche se quede sin estrellas,
y sienta el sabor amargo de los versos
que no escribiré al final del poema.
He de seguir soñando mientras pasa la vida,
mirar en el espejo la alegría de estar triste
y pensar que me estoy poniendo viejo.
En esta soledad y melancolía
me observo,
me busco...
Y es tan dulce buscar lo que no se ha perdido
en este camino que me recuerda todo,
menos la sombra que me cubre día a día
por maldecir el tiempo de un reloj
que marca únicamente las horas del olvido.
Todos mis recuerdos son imágenes
de una tarde de sol viendo pasar las nubes,
como hojas secas desprendida de un árbol
que empieza a morir poco a poco.
Aunque siga viviendo como si no supiera,
hay en mis ojos un río vacío de lágrimas
que corre hacia el silencio,
soñando el sueño de un viejo poema sin final.
Juan Carlos Priotti
San Nicolás, junio de 2020.
Sombras de mi Valle Azul
San Nicolás, junio de 2020.
Sombras de mi Valle Azul
Marchaba hacia días sin nombre,
pero el terruño
me llamaba con fuerza irresistible.
pero el terruño
me llamaba con fuerza irresistible.
Con esta voz que me desvela fundo la memoria
al contemplar en este tiempo de lo efímero,
la muerte de los árboles y el vuelo de las aves
que migran en los peldaños del viento.
Esta imagen apenas alcanza para un silencio.
Puede ya la tarde reflejar en mi corazón
el verde de las muertes en verde primavera,
contenida en la orilla más amarga de mi llanto.
Este es mi agraz tiempo, digo, y no me asombra
soñar despierto con mi tierna nostalgia de niño,
que me convierte en el poeta que siempre debí ser
la radiante luz de la luna en la noche interminable.
Y me pregunta el sol en el estambre de la tarde,
¿cuánta semilla crece en la tierra de mi sangre?
La vida sin dolor no existe pero me muestra
lo que es verdad y lo que es leyenda.
Mas la razón me enseña que todo importa
en este siempre nacer con la sed y la nostalgia.
Aunque el sueño queme y me parta en dos la vida,
el conjuro se extiende tan pronto mi corazón
toca el fin de un suspiro demasiado hondo,
sólo por estar libre y vivo sin contar las horas
hasta verterme aquí, con este asedio de la palabra.
Soy esta brizna este soplo del sol que me alumbra
para mirar la caída del tiempo en el vacío,
por donde sube a deshora la savia de un pasado
del que apenas heredo su ornada transparencia.
He nombrado mi tierra y le escribo desde el amor
tejido con los hilos de una larga ausencia.
Pero a tal suerte de hurgar con la mirada distante
en la urdimbre de su vasto cielo, yo estoy tan cerca,
¡tan cerca que me pierdo en la luz de su tiniebla!
Por maldad o por olvido algunos sueños perecieron
para volver a nacer con este retorno a mis raíces,
siendo sublime epifanía sobre atalaya de pájaros
en un desierto que media entre el humo y la ceniza,
donde un laurel sueña con su sombra perdida
junto a mis lágrimas que vierto en dulce intimidad.
Juan Carlos Priotti
Tucumán, estío de 2020.
2 comentarios:
Don Juan Carlos Priotti, sannicoleños por adopción, tucumano por nacimiento, argentino conocedor de muchos amigos escritores de Perú, vinculado con el mundo.Felicitaciones-Adela Isabel Franco-Athal,sello editorial, donde Juan Carlos Priotti ha editado dos poemarios compartidos y ha participado en múltiples y variadas antologías generadas por ese sello editorialk.
Estimado colega en las letras de poesía...hermosas tus palabras y los emotivos sentimientos que nacen desde el fondo de un sentido Poeta...mis sinceras felicitaciones y mi profunda admiración por tus bellas Poesías...un fuerte abrazo de sana camaradería... Juan Velázquez San Nicolás...Argentina.
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