Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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jorgealiagacacho@hotmail.co.uk
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http://www.jorgealiagacacho.com/

27 de noviembre de 2020

NUESTRO DIOS.

Por Osvaldo Hueso.

La pelota entró en el ángulo, justo en el ángulo que forma el arco del magnífico templo del Dios Apolo. Había salido con una comba perfecta, del sabio pie izquierdo del Dios Maradona pero, bien lo dice en su inmensa sabiduría, el Dios Tango: “nunca falta un buey corneta cuándo un pobre se divierte” Y el buey corneta fue el Dios negro Pelé. Él no había logrado sobrellevar la enorme inquina que le profesaba al Dios Maradona; desde ese mundial donde el Diego (a pesar de que sea un Dios me tomo el atrevimiento de llamarlo por su nombre de pila) porque todos sabemos que nunca fue arrogante, altanero, soberbio, escombrero, o bueno, quizás un poco, mas, que Dios no ha sido algo vanidoso en su grandeza. Pero el Diego nunca perdió su humildad, ni renegó de su origen. Digo, continuando entonces; desde el mundial del noventa y cuatro, donde el Diego luego de hacer el gol a Grecia, le encajó la cara bien de frente al cameraman de la televisión y salió esa imagen que decía bien claramente: “acá los pobres del mundo le estamos metiendo un palo en el traste a los ricos del mundo” Desde ese día, el Dios negro Pelé le tomó inmensa y eterna tirria. Porque él era perfecto, no se drogaba, no puteaba, no ofendía a los ricos, no molestaba al establishment. Y fue por eso que cuando el Dios Maradona impulsó la pelota, con ese chanfle exquisito que debía entrar en el ángulo justo del templo del Dios Apolo, ejecutando el envío desde la cima de la pirámide del sol en Teotihuacán, impulsándola con esa genialidad tan solo propia de los genios. El Dios negro Pelé inspiró, hinchó su negro pecho y sopló, sopló con toda su bronca contenida. El huracán originado casi destruyó los templos griegos, levantó por los aires el velo que cubría a la Diosa Afrodita, mostrando su virginal desnudez. Pero no tuvo la fuerza suficiente para desviar esa pelota que tenía…destino de red.

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