Por Mary Oscátegui A.
Juan dice: “Nací en Lima por casualidad, porque nadie me preguntó: “¿Dónde quieres nacer?”. Me pusieron por nombre Juan, por vanidad, porque mi padre se llamaba Juan, mi abuelo Juan y, mi bisabuelo”.
También, manifiesta que por casualidad llegó a ser escritor, porque su amigo Humberto Pérez Falcón le dijo que tenía pinta de escritor. Por tanto, él dice, que empezó a escribir: por vanidad.
La prodigiosa imaginación de Juan lo ha llevado a escribir más de 210 obras de teatro, guiones para Tv., 600 cuentos, libros de Técnica Literaria y Dramática, sobre la Historia del Teatro Peruano, poemas, entre otros.
En los 25 años de convivencia con él, aprecio su tesón, disciplina, perseverancia para escribir, corregir, pulir y… disfrutar en el proceso. Su capacidad de concentración hace que escriba en cualquier lugar donde las ideas le vienen: en el ómnibus, en cafés, y por supuesto, en la casa, desde las 8 de la mañana.
Ser escritor en Perú, no es tarea fácil, más aún, en los años 60, 70, tiempo en el que se creía que todo lo extranjero, era mejor que lo peruano. Así también, en el Teatro. Por tanto, el escritor peruano no era valorizado.
Mantenerse Juan, desde joven, en su actividad creativa, refleja fortaleza y confianza en su pluma e imaginación. Su entrega a la creación literaria le hizo pasar por alto, dificultades como la económica, la responsabilidad de una familia, tiempos en que él era padre y madre de sus hijos, pero…no se detuvo, siendo profesor de escuela, siguió creando de noche, de madrugada y sus dedos corrían al vuelo de su imaginación.
He observado que encuentra motivaciones para crear, en diferentes cosas, personas, situaciones, hechos, diarios, etc.
Dirigiendo obras de teatro, extiende su creatividad a la escena. Él me ha dirigido en numerosas obras, entre ellas: ME MORIRÉ EN PARÍS, EL RETRATO DE OSCAR WILDE, entre otras, que también son creaciones suyas.
Él dice, cuando lo entrevistan, que tiene tantas ideas, que le falta tiempo para escribir. Y, que puede escribir tanto, porque no tiene tiempo para odiar.
En este apretado bosquejo de su labor creativa, resalto su calidad humana, que refleja en sus obras: la esperanza –aún en los desastres, o momentos oscuros del ser humano. En ello, coincidimos.
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