El 21 de febrero de 1934 en 21 de febrero de 1934, en Larreynaga, Nicaragua cayó asesinado uno de los más valerosos personajes de Nuestra América. Me refiero a Augusto César Sandino.
Hace unos años conocí a Edmundo Herrera quien fuera presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, quien en dicho cargo fue el encargado de dar el discurso central en el Funeral de Pablo Neruda.
En su brillante libro de poemas titulado "Funeral Rebelde", que me lo entregara con una dedicación cuando lo conocí en La Serena, encuentro unos excelsos versos conmemorativos al gran
revolucionario nicaragüense. Augusto Sandino, líder de la resistencia nicaragüense contra el ejército de ocupación estadounidense en Nicaragua.
Augusto César Sandino, nació un 18 de mayo de 1895, Niquinohomo, Nicaragua y fue contemporáneo de nuestro amauta José Carlos Mariátegui. Hoy que Nicaragua sufre los embates del imperialismo es tarea vital recordar la energía, el aliento, el ánimo revolucionario de sus mejores hijos como lo es el gran Sandino.
César Sandino
(Nicaragua).
Sandino veo en tu sangre
el rostro revolucionario de Nicaragua,
guerrillero clandestino, sol rebelde;
vives despierto, indígena de Niquinohomo,
eres la sombra luminosa, llama a medianoche;
al amanecer la llamarada azul
de la pólvora no se apaga.
Aún muerden y persiguen tu fuego
águilas y perros invasores
por Chipote, Masaya, Managua y serranías.
La Montaña La Calavera se llena de rumores,
estás en árboles y pájaros,
entras a casas, callejuelas,
fábricas y mercados, plazas y escuelas.
Sandino,
manantial inagotable
no rindes el corazón ni te vendes,
el viento de la siembra cruza el Caribe
con sus banderas sin alambres ni cadenas;
ardiente, quema lengua y huesos.
Nicaragua es el rostro de la sangre
revolucionaria,
viento sin tregua;
vas al combate inclaudicable:
Libertad o Muerte, luz y vida.
Van contigo las estrellas
a tu paso, camarada.
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