Por Jorge Aliaga Cacho
El taller literario "Lapislazuli" tuvo la gentileza de hacerme llegar su antología "La Morada de las Piedras Azules". Dalila Pizarro Rivera, excelsa poeta integrante del taller me hizo la entrega del volumen informándome al mismo tiempo acerca de la gran labor literaria que realiza el taller literario basado en La Serena, IV Región - Coquimbo. La obra pudo publicarse gracias al patrocinio de la I. Municipalidad de La Serena. y el apoyo de la Universidad Católica del Norte.
Está a punto de realizarse el XX Encuentro Internacional del Mundo de la Cultura en La Serena y es posible que encuentre a algunos de los integrantes de este laborioso taller literario integrado, entre otros, por Ingrid Bacigalupo Verdugo, Pedro Rodolfo Bértora, Andrea Bulnes, Manuel Cabrera, Dalila Pizarro Rivera, Héctor Benjamín Rubio Sola, María Nelly Castillo, Enrique Dupré Moragas y Diego Bahamonde Llanos El Director del grupo es Manuel Cabrera.
El próximo encuentro a realizarse en La Serena es organizado por la Sociedad de Escritores de Chile que actualmente preside el escritor chileno Edmanuel Ferreira Mondaca.
De la antología "La Morada de las Piedras Azules" he escogido dos poemas para el deleite de los seguidores de este blog. El primero titulado "NN" de Manuel Cabrera y el segundo, "Aliento del CIelo" de Dalila Pizarro Rivera.
Por Manuel Cabrera
Perdí mis documentos
y estoy asustado.
Ahora
¿Cómo saber quién soy?
Si al menos estuvieras aquí
me reconocerías.
Pero tampoco estás.
También
como mis documentos
te perdí uno de esos días.
¿Tiene sentido todo ésto,
la vida sin ti
y sin carné de identidad?
"Aliento del Cielo"
Por Dalila Pizarro Rivera
Amarraré el viento
para que no juegue con tus cabellos
para que no despierte mi vestido somnoliento
apegándolo a mi cuerpo.
Amarraré al viento
para que no arranque
los frutos de mi huerto
Para que no baile con mis flores
antes de tiempo.
Amarraré al viento
para que el calor te madure
y en mi boca sedienta
en dulzuras revientes.
Desataré al viento
para que haga jirones
mi vestido inquieto
Para que enfrié mi cuerpo
empalagado
de néctares perdidos.
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