Marisol. |
Marisol (Pepa Florez).
Entrevista realizada en 1998.
Entrevista realizada en 1998.
Cumple 50 años el martes. Y cumple también unos cuantos, más de diez, emperñada en el ensimismamiento, en el yo soy yo y nada más, en un no continuo y global, sin distinciones y sin treguas. Dice no y es que no. ¿Cine? No. ¿Discos? No. ¿13 millones por cuatro fotos en una revista del corazón con su novio? Ni hablar. ¿Un papel en Secretos del corazón? Es una pena, pero no... ¿El estreno de la última película de su hija? Tampoco. ¿Entrevistas? Mucho menos. ¿Aunque sea una muy pequeña en una revista de Málaga también muy pequeña que al fin y al cabo...? Ni pequeña ni grande. "La mejor decisión que he tomado nunca... Yo ya no estoy en eso...".
¿Y en qué está entonces? "No he cambiado mucho. Sigo siendo comunista. Pero comunista, comunista. De Fidel Castro. Creo en los logros de la revolución, aunque hace años que no voy a Cuba. Ahora es un país triste porque está acogotado". ¿Y la visita del Papa? Le parece bien. Bien, por decir algo. Vamos, que ni bien ni mal. Le da igual. "Me ha producido curiosidad. Nada más. ¿Quién soy yo para opinar de política internacional? Hablo de lo que conozco, de las procesiones en Málaga, que me encantan, no porque sea religiosa, sino porque lo he mamado desde pequeña y entonces me gusta verlas y me gusta cantar. A veces me entra el gusanillo. Un gusano muy pequeño. Pero se me pasa, cojo la guitarra, en casa con amigos y ya estoy curada de tentaciones otra vez".
Desierto. Hace un par de años viajó al Sahara con su hija María. "Eso sí me impresiona, y no el Papa. Cuando veo tanta necesidad me reafirmo en la idea de que las ONG están bien, pero no dejan de recordarme a la caridad de siempre, disfrazada y modernizada. Son los países los que tienen que resolver estas cuestiones y no lavarse las manos y dejárnoslo a nosotros". Le impresionó también y aunque no lo cuente ella que en el campamento de refugiados le tararearan canciones de Marisol y preguntarle por las películas de Marisol, y en fin que Marisol, muerta y enterrada, resucitara de repente ahí en mitad del desierto, como resucita en cuanto se descuida Pepa Flores y por mucho que ella procure no descuidarse. "No me importa. Del pasado sólo recuerdo las cosas buenas. Con el tiempo aprendes a hacerlo. Con los años, no se renuncia a nada. Se prescinde de lo que no te interesa. Supongo que eso es mejorar. Buscar lo esencial". Lo esencial, muerta Marisol, olvidado Gades, desterrado el espectáculo, aborrecidos los periodistas, es Pepa Flores, refugiada en Málaga y custodiada por sus amigos. Por los nuevos. ¿Así que es verdad que se ha dado a la metafísica y lee a Descartes y a Saint Germain?. "Eso ya son cuestiones íntimas...".
Y en cuanto llegamos a cuestiones íntimas, aunque la cuestión sea Descartes, hasta aquí hemos llegado. Pepa Flores ya no quiere hablar más "me da pena pero comprenda que después de tantos años ya es una cuestión de principios, demasiado he dicho ya...", y entonces se le ocurre, por buscar una solución, que ella se calla, pero que envía a su mejor amigo para que cuente por ella y así se salvaguardan los principios. Su amigo se llama Rafa Benítez. Rafa cuenta que de vez en cuando le enseña un guión: "Mira, qué bonito, qué pena con lo bien que me iría...". Que ha aprendido a reconciliarse con Marisol, aunque sólo sea, porque le permitió conocer a Fidel Castro y a Carmen Amaya. Que vive bien de los ahorros bien administrados pero nada más. Que se marcha los fines de semana en moto con su novio Máximo a un pueblo al lado de Nerja y que a lo mejor hasta termina viviendo allí. Que la película de su hija la vio 15 días después del estreno, en Málaga. Por si en el estreno de Madrid los fotógrafos, contagiados del síndrome Garbo (el alejamiento incondicional en pleno éxito) se preocupaban más de ella que de María."Rafa ¿tú crees que la niña está bien? ¿de verdad? es que yo, con ella, no puedo opinar, a mí me parece que sí, pero claro, soy su madre...". Con María pasa en Madrid una semana antes de los rodajes y otra semana después. "Antes, porque sabe que me pongo muy nerviosa y me cuida, me ayuda a repasar los textos... Después, porque termino agotada y me prepara comiditas. Mi madre no me da consejos, aparte de 'niña, ten cuidadito' o 'niña, no muevas tanto las cejas...'".
"No he cambiado mucho, sigo siendo comunista, comunista de Fidel Castro"
Los que la han conocido en Málaga y en los últimos diez años dicen que está muy bien. Los que la conocieron antes dicen que estuvo muy mal. El pintor Antonio Montiel ha visto el antes y el después. Antonio se fugó de casa a los 15, se sentó a la puerta de la casa que Pepa Flores y Antonio Gades tenían entonces en Altea y anunció de aquí no me muevo hasta que la conozca. Le costó horas y lágrimas que Pepa apareciera. "No sólo la he pintado, fue mi musa desde siempre...". Tanto, que también ha sido el único que la ha convencido para que posara, el año pasado, con peineta y mantilla. Le ha oído contar cómo le vendaban el pecho de pequeña para que en las películas no se notara que crecía. "O cómo tuvo su primera regla en mitad de un acto benéfico y una dama de la caridad le colocó un abrigo de visón por encima para taparla. En su casa no hay nada, nada que le recuerde a Marisol". Ni su vestido de novia.
Goyanes. Marisol apareció en 1960 por obra y gracia del productor Manuel Goyanes. Goyanes la había visto en una actuación de los Coros y danzas de Málaga. Tenía diez años. La contrató en exclusiva, la llevó a su casa (sólo a ella, su madre vivía en una pensión) y rodó Un rayo de luz. Un rayo de luz se llamó también la carreta para pasear turistas que su padre se compró en Málaga con el primer dinero que ganó la niña. Y desde entonces, nadie fue tan conocida, imitada, fotografiada, perseguida, admirada, traída y llevada como Marisol. Cromos de Marisol, recortables de Marisol con sus vestiditos, peinados de Marisol. Tómbola, Marisol rumbo a Río, con dos Marisoles en vez de una, gemelas a lo Pili y Mili, La nueva cenicienta, Cabriola... El periodista Manuel Román que entonces trabajaba en la revista Semana se acuerda de su boda con Carlos Goyanes, el hijo de su productor. "No hubo ningún acontecimiento ni parecido. Massiel, con tanta gente, se desmayó, no paraba de llegar y llegar gente...". Por entonces, a Marisol la entrevistaban en una revista y titulaban: "Marisol estudia para ama de casa". Luego aclaraban: "Todos los días va a una academia donde le enseñan cocina, corte, decoración, economía del hogar, religión y humanidades". Y la entrevistada: "Bueno, al final nos comenos los guisos que hace la profesora, que Dios guarde ...".
"A ella nunca le gustó ser actriz ni cantante ni nada. Ella quería casarse y tener hijos y le costó mucho llegar a una cosa tan simple. A lo que llegaban todas las chicas que la envidiaban". Le costó separarse de Goyanes, tres años después. Más de un intento de suicidio. Hasta la tentación de convertirse en monja con orden elegida, las hermanas oblatas. Pepa Flores vio morir a su mejor amiga y se marchó a Barcelona. Se había enamorado de Joan Manuel Serrat pero Serrat no se había enamorado de ella. O sí, pero por poco tiempo. Y entonces apareció Antonio Gades. "Gades --dice el cantaor José Menese- le dio la vuelta como a un calcetín. Ella venía de los Goyanes, imagínese, a mí de ellos sólo se me ocurre que había que degollarlos. A mediados de los sesenta coincidíamos en los mítines del Partido Comunista. La maltrataron, la ultrajaron, y a ella le costó mucho quitarse todo ese veneno que llevaba dentro. A lo mejor, no se lo ha quitado todavía". Con Gades tuvo tres hijas y se casó en Cuba. El padrino, Fidel Castro. La madrina, Alicia Alonso. Todavía Goyanes en el primer embarazo andaba por ahí diciendo que no, que Pepa no podía tener hijos y que se había colocado una almohada para promocionarse no se sabía muy bien en qué. Hasta que Pepa Flores se lo tropezó un día, le plantó cara y le soltó. "Anda, cabrón, ven aquí y tócame la tripa si te atreves".
A las giras por Cuba con la compañía de Gades les acompañaba el cantaor José Mercé. "Debió de ser por el 73... Nos reíamos mucho, por las mañanas cuando subíamos al autobús mi mujer le cantaba `Buenos días Marisol...' , como en las películas y ella se ponía negra, se enfadaba de verdad, `que no me digáis ya más Marisol'. Venía con nosotros Orillo del Puerto, un guitarrista muy bueno y muy vicioso del juego. Gades le escondía todas las chaquetas para que no lo dejaran entrar en el casino, pero Orillo, nada, agarrraba una de pana del vestuario de Bodas de Sangre y listo. Empeñó todo el oro que tenía y Pepa, una bronca tremenda, `¿No te da vergüenza?, con 14 hijos...'. Luego, sin que se enterara nadie le desempeñó las joyas. Me acuerdo mucho de eso y de lo bien que canta".
"La ultrajaron y quizá todavía no se ha quitado el veneno", dice Menese
Gira. José Caballero Bonald también se acuerda. "Entiendo que siga así, reconcentrada y melancólica como los verdaderos andaluces, pero sigo pensando que tiene que cantar. Lo echo de menos". La última vez fue a mediados de los ochenta. Una gira que empezó en Madrid, en La Riviera, con 16 conciertos previstos y que terminó en el décimo. A Pepa Flores, como apetecerle, no le apetecía ninguno, pero le obligaba un contrato. La acompañaba Mary Campano, la mujer del representante de Gades "y su comadre. Ella es madrina de mis niños y yo de su segunda niña. Bueno, simulacro de madrina porque ninguna está bautizada. Pepa lo pasó mal. La gente esperaba Tómbola y ella cantaba Marinero en tierra. Yo intentaba animarla, tómate un vinito, Pepa, ponte el vestido rojo de flecos..., pero lo pasó mal. Y cuando se separó de Gades también, claro. Era el amor de su vida".
Gades empieza con alabanzas a Pepa Flores y no termina. "Es la honestidad hecha persona. Ha educado a nuestras hijas en el compañerismo, en que no importa lo material, en que la riqueza es otra". Cuando se separaron, en el 86, Pepa Flores no sólo sufrió la separación y que Gades se casara con una suiza multimillonaria, sino también que al día siguiente alguien muy cercano vendiera la exclusiva por más de 30 millones. "No se extrañe -dice Chencho Ortiz, amigo de Gades y amigo de Pepa Flores- a mí me ofrecieron 36 por las fotos de su último parto. Las había hecho Antonio y a la puerta del hospital me las dio por si con todo el jaleo se les quitaban. Pepa levantó cabeza, muy poquito a poco. Hasta que conoció a Máximo".
Máximo Stecchiny tiene 39 años y lo conoció hace más de diez en la pizzería que tenía él entonces. Su comadre Mary Campano está encantada con él. "Se pasa el día Pepita, por aquí, Pepita por allí, Pepita, come que estásmuy delgada. Y luego, hija, todo hay que decirlo, que está muy bueno".
Si en los últimos conciertos Pepa no tuvo mucha suerte, en las últimas películas tampoco. Se salvaron Los días del pasado de Mario Camus y la serie de televisión Proceso a Mariana Pineda, en el 84. Con Bardem rodó, en inglés, La corrupción de Chris Miller, en el 72, y El poder del deseo, en el 75. "Las críticas fueron devastadoras y muy injustas. Hablaban más de su aspecto que de su interpretación. Es una actriz con mucha personalidad, valdría la pena escribirle una historia a su medida y yo estaría encantado". Su última película fue Caso cerrado, de Juan Caño, en el 85. Y su último disco, Pepa Flores, con canciones de Aute: "Hablé mucho con ella entonces. Y de entonces me queda la idea de que es una mujer muy compleja, muy apasionada, muy decidida a vivir como le venga en gana".
fuente; http://www.elmundo.es/larevista/num120/textos/pepa1.html
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