La primera bandera del Perú la presentó el general Don José de San Martín, el 21 de octubre de 1820. En esa bandera blanquirroja, con sus diagonales cruzadas en el centro, se observaba un escudo adornado por laureles, el mar, montañas y el sol.
Por Jorge Aliaga Cacho
(Carta de Tomás Guido - amigo de San Martín - del 6 de agosto de 1821, a su esposa Pilar Spano).
'El 28 del mes anterior se juró en esta capital la Independencia del Perú. No he visto en América un concurso ni más lúcido ni más numeroso. Las aclamaciones eran un eco continuado de todo el pueblo... Yo fui uno de los que pasearon ese día el estandarte del Perú independiente... Jamás podría premio alguno ser más lisonjero para mí, que ver enarbolado el estandarte de la libertad en el centro de la ciudad más importante de esta parte de América, cumpliendo el objeto de nuestros trabajos en la campaña ... ). En esa misma noche se dio refresco y baile en el cabildo. Ninguna tropa logró contener la aglomeración de gente y no pudo lucir el ambiguo que se preparó para los convidados (... ). En la noche siguiente se dio en el palacio del general un baile, al que asistieron todas las señoras, esto requeriría una descripción particular para lo que no tengo tiempo. La compostura con que se presentaron aquellas era elegante... Yo bailé mi contradanza de etiqueta con una señora y me separé con mis amigos a analizar los efectos de la política del gobierno antiguo'.
Tomás Guido relata en esa carta a su esposa la celebración de la independencia nacional en 1821. Allí, Guido, expresa que las aclamaciones por la celebración eran un eco continuado de todo el pueblo. Me pregunto: ¿Hasta qué punto sus relatos eran parte de la emoción que éste señor sentía por la victoria de su clase social, y hasta qué punto era la genuina celebración de un pueblo convencido de que había llegado la hora de la conquista de sus derechos? Bueno, para empezar, parece que la participación del pueblo, en la celebración oficial, llegó solamente hasta donde le permitieran las tropas formadas en la plaza para resguardar el recinto del cabildo. El baile, la comilona, eran reservados para los condes y marqueses, para los sacerdotes y los designados para tomar el poder. El pueblo no participó del baile oficial.
Nos han hecho creer que la independencia del Perú nació de una proclama firmada por ´hijos notables'. Cuando en realidad debieron llamarlos por sus propios nombres: aristócratas, explotadores que nunca soltaron el poder económico heredado de la colonia y que continuaron explotando a su pueblo a lo largo de la historia republicana del Perú. La clase dominante, en realidad, se vio obligada a firmar la declaración de la independencia, timoratos, al saberse rodeados por las montoneras que amenazaban entrar a Lima. Los aristócratas de no haberse plegado a la causa de la independencia, verían sus propiedades confiscadas y hasta podrían haber sido desterrados del país. Esa fue la verdadera razón de la conducta 'patriótica' de la aristocracia limeña. La burguesía parasitaria, heredera del poder económico, siempre ha logrado asirse de victorias populares para preservar sus intereses de clase y continuar con la corrupción de la sociedad peruana y sumir al pueblo peruano en renovada explotación. Eso también ocurrió con los planes de la gran transformación ofrecida y traicionada por el presente régimen. No puede haber independencia cuando los peruanos no tienen poder económico o cuando aquel poder lo cedemos a potencias extranjeras que condicionan la explotación y el mal trato de nuestros connacionales. Ciento noventa y cuatro años han pasado desde aquel día en que se proclamara la independencia en la Plaza Mayor de Lima. Y seguimos luchando.
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