( De Las Plumas del Nido)
Relato
Por Saúl Gárate Farfán
Sin temor a que me lastimaran sus insurgentes espinos, dentro de mí pecho planté una ROSA BERTHA; su blancura era virginal, sus labios pétalos con rocío matinal y su aroma embriagador.
La cultivé con mil afanes, regándola con esmero, con la loca ilusión que su aroma sería solo para mí. Pero el destino me arrancó bruscamente de la casa paterna y aún niño tomé mis alforjas en las manos y abandoné el nido, donde después, al atardecer de cada día solo se escucharían los melancólicos gorjeos de URPIS preñadas de insondable tristeza, ellas, consolaron las aciagas tardes de mis ancianos padres, que desde el corredor de la casona contemplaban como se perdía la luz del sol por las cumbres del Volcán SOLIMANA o tal vez, evocaban con nostalgia el fatal momento de mi partida.
Transcurrió una cantidad de años desde aquel momento, el deseo de estar bajo el añoso pero y cedrón eran cada vez más imperativo. Me resolví por el retorno alimentado por siempre en mi ser. A mi lejano retorno todo había cambiado, el frondoso pero a penas se mantenía erguido, el cedrón , los guindales y el melocotonero habían caído; papá y mamá no estaban ya, pero sus gratos recuerdos transitaban silenciosamente por cada arista de la vieja casona. Todo sabía a desolación y tristeza. Escruté el jardín-huerto y presuroso me interesé por mi añorado rosal, hurgué la maleza tratando de encontrarla y mitigar con ella mi desconsuelo y desesperanza. Ella, ella estaba ahí, yacía agonizante con los pétalos ya secos, sus yemas marchitas por el olvido, el abandono . La besé con ternura infinita, acaricié sus yemas mustias. Suspiró laaaaargamente y en su vano afán de estrecharme en sus escuálidos brazos, incrustó en mis temblorosos dedos los garfios de su seco espino. Púrpuras gotas rodaron lentas al suelo, manchando de rojo el sediento suelo. Me sonrió con inmensa ternura y disimulada tristeza, me susurró quedamente al oído: ¡Donde te me escondiste todo este tiempo?. La aprisioné locamente, la estrujé contra mi pecho, tratando de trasmitirle el calor que ya la abandonaba, dejó de jadear y su débil corazón no soportó más; ella, ... había muerto, dejándome solo con mi dolor a cuestas, junto al añoso pero, amigo de mi infancia y testigo de mis más caros anhelos.
EPITAFIO:
“ NO PORQUE TE HAYAS CASADO
OLVIDES QUE ME HAS QUERIDO,
RECUERDA QUE UN DIA FUIMOS
PALOMAS DE UN SOLO NIDO”
3 comentarios:
Excelente relato, muy conmovedor esos recuerdos, y más aún el retorno a la "desolación", y sin embargo, siempre hemos de hallar algo que nos traiga a la memoria que ese fue nuestro lugar de pertenencia. Bello modo de escribir, con sencillez y mucho sentimiento. Felicitaciones.
Excelente relato, muy conmovedor esos recuerdos, y más aún el retorno a la "desolación", y sin embargo, siempre hemos de hallar algo que nos traiga a la memoria que ese fue nuestro lugar de pertenencia. Bello modo de escribir, con sencillez y mucho sentimiento. Felicitaciones.
Excelente relato, muy conmovedor esos recuerdos, y más aún el retorno a la "desolación", y sin embargo, siempre hemos de hallar algo que nos traiga a la memoria que ese fue nuestro lugar de pertenencia. Bello modo de escribir, con sencillez y mucho sentimiento. Felicitaciones.
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