Por Jorge Aliaga Cacho
Al margen de los problemas que confronta con la justicia de su país, no se puede negar la calidad interpretativa de Isabel Pantoja, una gran cantante española, nacida de Sevilla, a quien se le reconoce como a la reina de las coplas.
¿Cómo la belleza de las palabras puede hacer de la tristeza un arte? No me lo explico, pero, para que explicar lo que puede interpretar muy bien, sin ningún problema, el corazón. Y a uno no le queda más que 'alegrarse de pena' cuando más nos atormentan las congojas. Gran contradicción de la vida. Locuras de amor que se han formado tejiendo unas que otras metáforas que nos demuestran, claramente, que en la vida hay temperamentos ocultos que nos llevan a olores de azahar y bahías de ensueño. Se dice que el compositor José Luís Perales escribió esta canción especialmente para Isabel Pantoja. El tema habla del amor que siente la cantante sevillana por su desaparecido y querido esposo, el famoso torero Francisco Rivera, "Paquirri", a quien amó profundamente.
"Paquirri" había muerto en una corrida de toros. Para ella el matador era: su novio, amante, mentor, marido. Lo que las mujeres podrían llamar "el hombre de su vida".
La última corrida de toros de "Paquirri" se realizó en Córdoba, ciudad que conozco y que seguramente me animó a escribir la presente nota. Quién iría a pensar que un toro negro y blanco, de nombre "Avizpado", con todo derecho, ponga fin a la vida del torero y a la historia de este amor. Precisamente en tiempos de cambio donde se pide el respeto y amor para los animales que son vilmente abusados y sacrificados, no solamente en España sino, hasta en los más asolados lugares de los andes peruanos. Para mencionar un lugar, que me inspiró a escribir un cuento con matices taurinos en el Perú, mencionaría, el pueblo de Huasahuasi, lugar que se encuentra inserto en medio de la gran sierra peruana. Pero esta costumbre criminal contra los toros se practica en casi todas las festividades andinas. Y desde luego en la Plaza de Acho, oficial plaza de toros de la capital peruana.
Algunos desean limitar la culpa, esgrimie que: 'son menos sanguinarias las corridas en el Perú que las que se realizan en España'. Y algunos cuentan la historia, que no es completa, 'que a los toros no los matan' o nos cuentan de 'la festividad del cóndor y el toro', practicado por los peruanos, todo ello en su afán de apartarnos de la realidad. En el Perú, lo cierto es que, se abusa de este bello animal que nos brinda su leche, queso, piel, carne y hasta sus cuernos. En el Perú, España y el mundo entero, se debe poner fin, de una vez por todas, a esta atrocidad.
Isabel y "Paquirri" contrajeron nupcias en 1982, dos años después el torero moriría en el coso cordobés. Isabel no pudo superar el dolor causado por la desaparición de este amor que, siendo corto, siendo ráfaga, la marcó para toda su vida. Del compositor de esta canción, José Luis Perales, se puede decir que él es uno de los compositores más populares de la España moderna, y que le ha compuesto canciones a un gran número de conocidos interpretes. Él logra expresar los sentimientos, y en su imaginario, adivina la interpretación a realizarse por cada uno de los cantantes para quienes él ha escrito letras de bellas canciones. Entre los que conozco se registran: Lola Flores, Rocío, Julio Iglesias, Raphael, Jeanette, Paloma San Basilio, La oreja de Van Gogh, entre otros. A los seguidores de mi blog que deseen leer una historia de amor, narrada desde la óptica de un pasaje taurino, les recomiendo adquirir mi libro de cuentos "Mufida, La angolesa", Ediciones Altazor, desde el portal de www.librosperuanos.com
Marinero de Luces
Autor: José Luis Perales
Interprete: Isabel Pantoja
Ese barco velero cargado de sueños,
cruzó la bahía,
me dejó aquella tarde agitando el pañuelo
sentada en la orilla.
Marinero de luces, con alma de fuego y espalda morena
se quedó tu velero perdido en los mares
varado en la arena.
Olvidaste que yo gaviota de luna
te estaba esperando
y te fuiste meciendo en olas de plata
cantando, cantando
te embriagó aquella tarde
el aroma del mar.
Olvidaste que yo golondrina del aire
te estaba esperando,
te llevaste contigo mis últimos besos
mis últimos años,
te embriagó aquella tarde
el olor de azahar.
Ese barco velero cargado de sueños cruzó la bahía
me dejó aquella tarde tu mirada encendida
clavada en la mía.
Marinero de luces de mar y de sombra, de sol y de olivo
se quedó tu silencio de rojo y arena
clavado en el mío.
Olvidaste que yo golondrina del aire
te estaba esperando
y te fuiste meciendo en olas de plata.
cantando, cantando
te embriagó aquella tarde
el aroma del mar.
Olvidaste que yo gaviota de luna
te estaba esperando,
te llevaste contigo mis últimos besos
mis últimos años,
te embriagó aquella tarde
el olor de azahar.
Ese barco velero cargado de sueños cruzó la bahía.
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