Por Gabriel Chakil*
Qué placer tan profundo y húmedo, el constatar, que no se puede matar a la memoria.
Nor-este del Brasil, costa atlántica, Recife, abril 2006,
Reflexiones intimas sobre la identidad afectiva e histórica, al indagar sobre mis ancestros maternales, en los archivos históricos judíos de la ciudad de Recife, capital del Estado de Pernambuco, Brasil.
Pasar unos días en esta ciudad, del noreste brasileño, fue una inolvidable experiencia vital. Recife y la región de Pernambuco, fueron la ciudad y la región, donde probablemente, llegaron mis ancestros, procedentes de Ámsterdam, entre 1624 y 1654. Eran judíos Sefardíes, refugiados en Holanda, después de haber sido expulsados de España en 1442 y de Portugal en 1496. Entre el final del siglo XV y principios del siglo XVI.
Estos judíos fueron utilizados por los colonialistas holandeses, por su conocimiento del portugués y formaron un contingente importante, de la invasión holandesa a las posesiones coloniales portuguesas del noreste del Brasil actual.
El fin de la incursión holandesa en 1654, permitió a Portugal recuperar sus territorios. Terminada la presencia holandesa en la región, los judíos perdieron todos sus bienes y derechos, que fueron confiscados y tuvieron el plazo de tres meses, para abandonar la región.
Una gran parte de estos judíos viajaron hacia Nueva Ámsterdam (New York), otros subieron hacia el norte, a la Guayana francesa y desde Cayena, se dispersaron por el Caribe, entre sus diferentes islas. En Curazao, se fundó una de las primeras sinagogas de América, la primera se fundó en Recife.
Un grupo menor, se interno en el noroeste de Venezuela y en el norte de Colombia. El comercio actual en estas regiones es controlado en gran parte por los descendientes de esta diáspora. Un grupo importante de judíos se interno en la Amazonía y viajo hacia el sur del Brasil, buscando refugio y sobrevivencia
Mis ancestros fueron obligados a reanudar su nomadismo secular y vital, formando un pequeño grupo, surcaron el río Amazonas, y llegaron después de un accidentado y prolongado trayecto a Yurimaguas, pueblito ribereño sobre el río Huallaga, en el norte de la Amazonía peruana. Desde Yurimaguas, subieron hacía el valle interandino, donde se sitúa actualmente, la provincia de Celendín, en el norte del Perú.
Mis ancestros, lograron refugiarse en un pequeño pueblo indígena Caxamarca, denominado Huacapampa, donde se amancebaron con las indígenas. La gente los conocía como los "portugueses". Desde este pueblo, se proyectaron como comerciantes itinerantes, hacia, la región andina y hacia la cuenca amazónica, igualmente, descendieron hacia la costa norte peruana, a Trujillo y al puerto de Pacasmayo, para seguir por el mar hacia Lima o el extranjero.
Por el sur andino llegaron hasta Salta, en el norte argentino. En su recorrido, de comerciantes itinerantes, comerciaron en diferentes pueblos, a caballo y con mulas, para transportar sus mercancías. En su recorrido, lograron realizar algunos sueños, sembrando descendientes, en diferentes pueblos del área de su desplazamiento. Constituyeron con el tiempo, grandes familias extendidas, sus hijos y nietos florecieron como orquídeas. Flores y frutos humanos, de los que yo, privilegiadamente formo parte viviente.
Ginebra, invierno del 2007
De este viaje de búsqueda de referentes sobre mis orígenes, floreció una reflexión existencial muy intensa, que trato de traducir en el siguiente texto :
*José Marín
V O L V E R.....
Volver tras las huellas,...de mis ancestros maternos,...
es como transitar por sus caminos seculares, es como viajar a través del túnel, del cordón umbilical trasatlántico, que nos permite re-visitar los caminos eternos, que heredamos de ellos.
Viajar en busca de la historia de nuestros ancestros, es buscar de "sentir" sus suspiros, que aún hoy, todavía flotan en el bosque y en los horizontes de esta geografía de la nostalgia eterna, recorridos por ellos, hace mucho tiempo.
Transitar por sus viejos senderos, es como lograr comprender, finalmente, el sentido vital y poético, que tienen el viaje de los salmones a las fuentes originarias que les dieron la vida.
Pero esta vez, mi viaje transcurre sobre la tierra y cerca del mar, en un bosque habitado por orquídeas y frutas, gobernado tiernamente, por una armada de palmeras, que con su perfil enamoran las estrellas...y besan sensualmente el horizonte.
Volver, a estos territorios espirituales, es para mí,...
"cosechar" las eternas miradas y los silencios profundos, de quienes recordamos y que son nuestras semillas, nuestras raíces y frutos de la vida eterna.
Vuelvo, por estos caminos,...
Pensando respirar y simbólicamente recoger, entre mis dedos, sus miradas, perdidas en el bosque del tiempo, que transcurre imperturbable.
Vuelvo tras sus pasos, para sentir sus suspiros mentalmente. Siento que todavía hoy, flotan en el ambiente húmedo de estos territorios, sus miradas. Mi deseo es, impregnarme de todos estos rasgos, para que habiten por siempre, en mi bosque imaginario, donde florecen nuestros recuerdos.
Sus angustias, sus ansiedades, son nuestras, por que nos habitan y forman parte de nosotros. Sobreviven y vivirán siempre, en nuestras venas y sus presencias espirituales viajan diariamente en el recuerdo cotidiano, que marca nuestro tránsito terrenal.
Qué importante es saber, de qué hemos sido construidos y diseñados en nuestras sensibilidades, a través del tiempo y a pesar de las distancias.
Que plenitud profunda es la de sentirnos, el producto maravilloso de este mestizaje trasatlántico. Mezcla de raíces, de sentimientos, de gestos y de miradas diferentes.
Mestizaje espiritual, ...
Que sobrevivió a todas las represiones, resistiendo a la intolerancia, a las persecuciones y las exclusiones.
Qué placer tan grande, el saber que, al final, la injusticia no sobrevive al tiempo.
Qué placer tan profundo y húmedo, el constatar, que no se puede matar a la memoria.
Que alegría tan grande, la de saber que, la memoria es inmortal?, Cuando hay ojos que nos buscan, corazones que nos sienten, oídos qué nos escuchan y memorias caminantes, que no nos olvidan y nos llevan por todos sus caminos.
Solo mueren, quienes son olvidados por sus seres próximos.- Cuando era niño, visitando un cementerio andino, leí el epitafio grabado sobre una tumba:
"No estoy muerto, muerto estaré, el día que no me vengan a visitar"
Este mensaje se me grabó para siempre
Que alegría, la de constatar, que siempre podemos volver al comienzo del camino de nuestros muertos y que estos sentimientos, felizmente, no los puedan matar los hombres.
Que felicidad saber,
que somos pasado, presente y que podemos imaginar el futuro.
Qué importante es saber,
de dónde hemos surgido y poder imaginar quiénes somos.
Toda esta riqueza espiritual nos alimenta, en la certitud de saber, de dónde venimos y nos permite el placer de poder imaginar, quienes somos y tener una idea de dónde vamos.
Nuestra identidad, como construcción afectiva,
se alimenta del reconocimiento, que atestigua la vitalidad de nuestra dignidad, como sangre de la vida misma.
Es fundamental tener el sentimiento, de pertenecer a algo, más grande y eterno que nosotros.
Todos nos construimos con los otros.
Los otros son quienes permiten, que seamos nosotros…Con solamente nombrarnos…
Los otros, con sus miradas y sus gestos, alimentan nuestra certitud, de que estamos vivos; que todavía respiramos.
Todo est nos alimente, la certitud de que, mañana, podamos besar el perfil del amanecer y acariciar la luz de los nuevos días.
Gabriel Chakil / José Marín
Ginebra, primavera del 2008
1 comentario:
Estimado Jorge, me ha agrado poder leer tu escrito sobre el tema de los judíos sefarditas que llegaron a Perú, Cajamarca, Celendin...Mi Bisabuelo Lucas Aliaga (Hijo de José Aliaga y Clara Villegas) nació en Celendin por los años 1858, se caso con la Sra Jesús Proaño y tuvo tres hijos: María Cleofé, Celinda del carmen y Julio Cesar (mi abuelo) quien a su vez tuvo 14 hijos dentro de los cuales esta mi padre Julio Aliaga de la Puente.
Quisiera saber si en tu investigacion tienen algun dato de Lucas Aliaga.
Gracias
Elsa M. Aliaga Melendez
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