Foto: Jorge Aliaga, Sofía Manzano, Milton Pinheiro, Héctor Bejar, Renán Raffo, Sandro Mariátegui y Samuel Cavero Galimidi. Por SAMUEL CAVERO GALIMIDI
Sofía Manzano con gran lucidez nos ha dado una interesente exposición de la obra de nuestro querido José Carlos Mariátegui vista desde Brasil, país vecino, entrañablemente interesante bajo todo punto de vista. Y en mi caso escribí y publiqué hace algunos años un libro titulado VALIOSOS APORTES CULTURALES ENTRE PERU Y FRANCIA, a través de lo que fue un estudio de Mariátegui y sus vinculaciones con Francia. Recordemos que cuando José Carlos Mariátegui tuvo que dejar el Perú, en 1919, se hizo corresponsal, entonces recorre varios países de Europa para retornar recién en 1923. Si bien tenía muy claro que su destino iba a ser Italia, su país de anclaje en Europa, fue precisamente Francia donde también estuvo. Tuvo allí un encuentro con dos figuras importantes de la literatura francesa Henry Barbuse y Roman Rolland, a los que Mariátegui al retornar al Perú habría de dedicarles páginas muy importantes. En sus Cartas de Italia, y otras obras suyas, Mariátegui deja constancia que no olvidó estos dos países. Y hace un registro interesante con artículos periodísticos que nos hablan por ejemplo de George Sand, de Madame de Stael y de la condesa de Nobles, así de la poesía de Blaise Cendrars y de la gran literatura de Andre Gide, Anatolle France, o Zola, por ejemplo. Pero su pasión con la literatura francesa se remonta a 1909, cuando el futuro Amauta conoce a Alfredo Gonzáles Prada, hijo de don Manuel. Lo que le permite incursionar en la biblioteca don Manuel Gonzáles Prada. Unos de sus biógrafos, Guillermo Ruillón, destaca que Mariátegui a partir de entonces se volvió ávido lector de autores europeos. Leyó a autores alemanes como Heine Schiller, Goethe, Nietszche, a italianos como D´Annunzio, Leopardo, Pascoli, Carducci, StechettI; a españoles como Miguel de Unamuno; a los ingleses Oscar Wilde y Bernard Shaw, pero también y sobretodo a escritores franceses de la talla de Nerval, Sainte Beuve, Victor Hugo, Renán, Flaubert, Mallarme, Apollinaire. Pero además durante su permanencia en Europa y a través de sus amistades, lecturas, debates, artículos, Mariátegui asimiló al mismo tiempo el marxismo y ciertos aspectos del pensamiento romántico contemporáneo, entre ellos a Nitszche, Bergson y sobretodo de Georges Sorel, un socialista romántico por excelencia, reconociendo inteligentemente sus regresiones y ambigüedades ideológicas de Sorel. Ahora bien, debemos reconocer que JCM es uno de los grandes ideólogos del socialismo. Del socialismo originario de América Latina. Dentro del esfuerzo de construcción del nuevo socialismo del siglo XXI hay que elogiar a estos pensadores, ideólogos que nos precedieron y que dejaron una importantísima obra escrita, tal es el caso de JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI y CAIO PRADO Jr. Ambos pensadores nos reflejan, como bien señaló Sofía Manzano y otros distinguidos interlocutores lo habrán de hacer en esta interesantísima jornada intelectual, ambos ideólogos son artífices de DOS VISIONES DEL SOCIALISMO LATINOAMERICANO. Recordemos además, haciendo una especie de sociología comparativa, el arribo a Italia de Mariátegui se produce justo en el auge del bienio rojo, lo que lo marca profundamente. Mariátegui fue testigo presencial del movimiento huelguístico del norte de Italia y del proceso de construcción del Partido Comunista Italiano. Era el año 1921, así que pudo conocer de cerca las aplicaciones prácticas de los marxistas italianos, también la propuesta de Gramsci. Recordemos finalmente, dentro de la solemnidad de esta aulas sanmarquinas, que Mariátegui entregó los pocos años de su vida a construir las bases teóricas de lo que hoy tenemos y dar los primeros pasos organizativos para fundar un partido comunista, teniendo en cuenta, claro está, sus experiencias y nuestra propia realidad nacional y continental que es otra y muy disímil a la europea. Ya en 1928 Mariátegui nos habla de socialismo indo americano, con lenguaje propio y marcando distancias de la propuesta de Haya de la Torre. Así pues la trascendencia de las ideas de Mariátegui han sobrevivido al paso del tiempo y siguen siendo un referente importante, como el de Vallejo en la literatura, para entender nuestra realidad peruana, para entender el andamiaje agrario andino en tiempo de los incas y el feudalista, colonial, y posteriormente hasta hoy, de tinte capitalista. Mariátegui, seguramente, nos aclarará Sofía Manzano, tan perspicaz e inteligente como es, que la palabra “revolución”, por ejemplo, tan manoseada, en esta América de pequeñas y grandes revoluciones, se presta al equívoco. Y que tenemos que restituirle su sentido estricto y cabal mariateguista. Para terminar y dar pase más bien a las preguntas y al debate con Sofía, debo decir que soy de quienes creen el pensamiento de Mariátegui por su poder y originalidad tiene importancia global, universal. Su marxismo herético tiene profundas afinidades con el de escritores marxistas occidentales tan importantes como Antonio Gramsci, Gyorgy Lukàcs y Walter Benjamín. Y que siempre que lo vinculemos con otros escenarios políticos, realidades, países como el Brasil, y personajes de la altura intelectual de Caio Prado, el legado ideológico dejado por Mariátegui se multiplica hermana y enriquece.
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