Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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11 de mayo de 2023

Las cartas de Chéjov

Nota sobre Chéjov en ''The Observer''

Por Jorge Aliaga Cacho

Se sabe que Antón Chéjov fue un gran escritor de cartas, cada una de sus misivas, era en sí misma, una pequeña obra de arte. Su registro epistolar era 'rápido, espontáneo y aireado, sin trabajo'. A Chéjov se le puede adjudicar también lo que Joseph Conrad opinó sobre William Henry Hudson: 'escribe como crece la hierba'.
Las cartas de Chéjov son abiertas y reveladoras a pesar que él era recatado y suspicaz. Incluso, algunos afirman que, Chéjov disfrutaba con la mistificación, por supuesto, esto lo hacía como burla defensiva. Chéjov, simplemente, era un artista dador de vida, un apasionado por ella y la reconciliaba con la muerte porque veía que, esta última, era inseparable de la vida que tanto amaba. Odiaba sólo la violencia porque ella oscurecía la vida. Odiaba la falsedad: 'No soy ni liberal ni conservador', escribió en una de sus pocas declaraciones directas sobre sí mismo; 'ni gradualista, ni monje, ni indiferente. Quisiera ser un artista libre y nada más, y lamento que Dios no me haya dado la fuerza para serlo'. Tenía entonces veintitantos años, recién autoliberado de una desgraciada sombra. El joven Chéjov escribió: 'se estruja el esclavo fuera de sí, gota a gota y...al despertar una hermosa mañana... encuentra que la sangre que corre por sus venas ya no es la sangre de un esclavo, sino la de un ser humano real'.

A Chéjov le tomó mucho tiempo darse cuenta de su talento. 'Sus primeros escritos fueron bocetos humorísticos para revistas vulgares que producía en masa, como estudiante de medicina, para ayudarse en su vida estudiantil precaria. Chéjov se profundizó casi imperceptiblemente, y se sorprendió y sobrecogió al descubrir que lo tomaban en serio como artista. Evidentemente, había llegado el momento de que se tomara en serio su propio don, y así lo hizo. Pero a sí mismo nunca se lo tomó en serio. Nunca, a lo largo de su corta vida y toda la adulación que recibió, confundió este regalo de Dios con el hombre, Antón Chéjov, y lo llevó como un trofeo o una carga, modesta o patentemente, según su estado de ánimo.
También, fue médico con formación clínica. Aquí había otro talento que nutrir. Como médico se afanó entre los campesinos; pero no tenía que fingir ante sí mismo que le gustaban, ofendiendo a Tolstoi mostrándolos como unos patanes borrachos, ladrones, astutos y maltratadores de mujeres con demasiada frecuencia.

Edward Crankshaw en una nota aparecida, en ''The Observer Review'', el 27 de enero de 1974, titulada 'The artist as human being' ('El artista como ser humano'), se ha ocupado del estudio de las cartas de Chéjov y nos brinda su juicio sobre el gran cuentista, dramaturgo y médico, nacido el 29 de enero de 1860, en Taganrog, Rusia:

'Chéjov no tenía panaceas. Pensó que ningún sistema social impuesto puede salvar a la humanidad: 'sólo el corazón podía salvarla'. Se impulsó en interés de la humanidad, pero sin gloriarse en ella y sin masoquismo. El tipo de leyenda, que surgió de su célebre viaje a la colonia de convictos, en la isla Sakhalin, lo habría enfermado. En ese momento, aunque tenía las semillas de su enfermedad fatal, estaba lejos de ser un tísico en sus últimas piernas, azotando la carne en un esfuerzo sacrificial por hacer el bien. Chéjov se encontraba muy frágil, atroces eran las condiciones del viaje; pero floreció en las penurias, regresó más saludable, y se deleitó, como lo muestran algunas de sus cartas de viaje, en los paisajes del río Amur; y su sentido del deleite fue inagotable. Tenía buenos amigos y se mantuvo fiel a ellos, a veces sin importar las agudas diferencias políticas. Pero era un hombre solitario, responsable, en último término, sólo de su propio concepto de la verdad. Esto, lo puso en desacuerdo no solo, con la Filistea oficial, sino también con la Filistea de los intelectuales rusos que creían que el arte debe estar al servicio de la política. «El fariseísmo, la torpeza y la tiranía no reinan sino en las casas de los comerciantes y en las comisarías», escribió muy pronto. 'Los veo en la ciencia, en la literatura, entre la generación más joven. Por eso no tengo especial predilección por policías, carniceros, científicos, escritores o la generación más joven'.

Antón Pávlovich Chéjov fue influenciado por León Tolstói, Fiódor Dostoyevski, Nikolái Gógol.
Falleció el 15 de julio de 1904, Badenweiler, Alemania.

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