Jorge Aliaga Cacho |
Por Jorge Aliaga Cacho
Parece que en nuestro medio literario, existiera una carrera sin sentido hacia la obtención de diplomas, certificados, medallas de lata, distinciones o cualquier baratija al granel. Esto ocurre con preponderancia en los jóvenes escritores, pero también entre los de mayor edad.
Sabemos que los 'premios' no reflejan el valor real de quienes los reciben. De ahí, que eximios escritores, no sólo no busquen preseas sino que, las rechacen, convencidos de que, estos llamados actos de 'premiación', son solo diseño de 'argollas', culto al individualismo o, peor aún, engañosos reconocimientos de organizaciones sin valor, fantasmas o fraudulentas, que les cubre la falta de verdaderos reconocimientos de caracter académico. De esta forma, el carnaval que hacen los 'premiados o distinguidos', son en verdad, el encubrimiento de la verdad que señala que: 'los premiados', posiblemente no habrían obtenido significativo reconocimiento académico, o habrían cursado estudios en alguna institución de conocido descrédito, y falta de rigor académico. Por ello, los verdaderos escritores, jamás se distraen en estas expectativas de chusca vanidad. Los pensamientos de los verdaderos escritores son universales. Ellos confían en sus plumas, en la historia y en la misión que el destino les ha conferido: batallar sin descanso para conquistar la felicidad de la humanidad; enfrentando a los poderosos, causantes del desequilibrio social, pobreza material y moral de los pueblos. Un buen premio, para todos, podría ser la conquista de una Ley del Escritor, que defienda los interéses de los mismos, los dote de dignidad profesional y les ayude a difundir sus obras en el mundo. Y, mientras la posibilidad de una guerra nuclear nos amenaza, el baile de las medallas de lata y cartones multicolores, de instituciones fantasmagóricas, sigue su curso en un ambiente huachafo de puro hazme reír.
Escritores del mundo: 'Uníos por la Ley del Escritor'.
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