Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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http://www.jorgealiagacacho.com/

10 de agosto de 2020

Los dominios de Lorca.

Federico Garcìa Lorca
Jorge Aliaga Cacho en Granada.

Por David Lerma Gonzàlez

Dicen que la vega de Granada era la màs hermosa de España. Vigilada por los picos de Sierra Nevada y flanqueada por el rìo Genil s su afluente el Cubillas, durante siglos la llanura se abriò al esplendor cuando en su parte oriental se levantò la celebre ciudad. Hoy el paisaje se ha transformado y su belleza, entonces intacta, apenas recuerda a la de los viejos àrabes granadinos, consumados horticultores, que mejoraron los sistemas de riego romanos, transformando el paraje en un vergel. El proceso de transformaciòn comenzò, en 1492, con la caìda de Granada a manos de los Reyes Catòlicos y la llegada de los cristianos, menos hàbiles que el pueblo invasor e incapaces de dar uso a las magnìficas instalaciones que dejaron. Poco a poco, los tesoros de la vega fueron desapareciendo.
En ambas orillas, en el corazon de la vega, se asentaba una gran porciòn de tierra ubèrrima conocida, tras la toma de la ciudad, como Soto de Roma. El origen del nombre no està claro, aunque parece que la palabra Roma deriva de la raìz àrabe que significa ''cristiano'', Lo demuestra la existencia, cerca del Soto, de una pequeña aldea que se llamaba Romilla, donde segùn la leyenda viviò Florinda, la hija del conde don Juliàn, el culpable de que, en 711, entraran las hordas àrabes. El mismo que, ya en el siglo XX, reivindicò al escritor Juan Goytisolo. La palabra Soto no ofrece lugar a dudas; deriva del latìn saltus y significa ''prado''.
Fernando e Isabel nunca cedieron esta hacienda a sus nobles, a diferencia del resto, y tuvieron cuidado de protegerla con el tìtulo de Real Sitio. Entrado el siglo XVI, el Soto de Roma estaba al descuido de las densas arboledas agrestes y la variada forma venatoria que lo poblaba. Durante tres siglos, perteneciò a la Corona, sin apenas ser explotada agrìcolamente y dedicada en exclusiva, en sus raras visitas, a la caza. Asì hasta 1765, cuando Carlos XIII cede el territorio al inglès Richard Wall, embajador de España en Londres, quien poco despuès construye la iglesia de Nuestra Señora de la Anunciaciòn. A su muerte, la titularidad de la propiedad regresò a los monarcas y, màs tarde, a Manuel Godoy, ministro de Carlos IV, que nunca la visitò.
En 1813, las Cortès de Cadìz cedieron el Soto de Roma a perpetuidad al duque Wellington y sus sucesores, tras la victoria sostenida sobre Napoleòn en Salamanca. Asì fue durante cien años, aproximadamente. Nunca la visitarìa, pero su primer administrador, el general O'Lawlor lo gestionò con espìtitu cabal. No asì sus sucesores, a menudo negligentes y corruptos. Entonces el lugar estaba poblado por ochocientos habitantes, diseminados por diversas aldeas. La màs grande se llamaba Fuente Vaqueros. En 1831, lo visitarìa el celebre viajero Richard Ford, autor de Gatherings from Spain, probablemente la primera guìa turìstica sobre nuestro paìs.
A finales del siglo XIX, tras la construciòn de una presa en el rìo Genil, el Soto de Roma se veìa sometido a constantes inundaciones, Era frecuente que entonces sus moradores quedaran incomunicados. Era la època en que el Genil cruzaba Fuente Vaqueros por el norte; sin embargo, a partir de 1827, despuès de unas lluvias intensas, el rìo modificò su curso, desviàndose hacia el sur. A mediados de siglo, la zona era un foco de enfermedad, abandono y miseria. Con todo, el limo que se arrastraba en las inundaciones hacìa que las tierras fueran muy fèrtiles. En 1868, habìa ya censados cerca de tres mil habitantes, gracias en parte a las mejoras agrìcolas que habìan introducido los inglèses y a la introducciòn de los cultivos de càñamo y lino. A partir de 1880 y, sobre todo, de 1898, tras la pèrdida de Cuba, el Soto de Roma conocerà un nuevo esplendor tras descubrirse que era perfecto para el cultivo de la remolacha azucarera, que sustituyò a la que se importaba de la vieja colonia.

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