Por Jorge
Aliaga Merino
Jorge Aliaga Merino |
“Toda
producción sea la que fuere, presupone necesariamente una u otra forma de
propiedad, es decir, una forma social o históricamente determinada de
apropiación por las personas de los bienes materiales y, principalmente de los
medios de producción, como la tierra, los medios y vías de comunicación, etc.,
y pueden ser de propiedad de ciertos individuos, grupos sociales, castas o
clases, que los emplean para explotar a los trabajadores; o pueden
pertenecer a la sociedad, la cual se
propone como fin la satisfacción de las necesidades materiales y culturales de
las mayorías populares”.
“La forma de
propiedad sobre los medios de producción ejerce, por tanto, una influencia decisiva
sobre el sistema de las relaciones humanas dentro de la producción”.
“La forma de
propiedad sobre los bienes de producción determina la posición que los hombres
ocupan dentro del sistema social y la estructura de clases de la sociedad donde
impera la propiedad privada. En los países de organización capitalista los
obreros carecen de medios de producción propios, y esto los obliga a trabajar
para los capitalistas, quienes se apropian del producto de su trabajo, siendo
esta la razón principal por a que tiene que haber continuas luchas sociales,
precisamente, porque el capital privado so se socializa para propender un mejor
y equitativo reparto de toda la utilidad proveniente de la producción. En cambio, en el régimen socialista
funciona la propiedad sobre los medios de producción bajo dos formas: la
propiedad estatal (de todo el pueblo) y la propiedad cooperativa. Es en este régimen
de producción que se pierde la explotación del hombre por el hombre y los
trabajadores producen para sí mismos y para la sociedad en que viven, y recién en
este estado de evolución de la sociedad es cuando desaparecen las
contradicciones antagónicas entre los hombres y surgen nuevas relaciones humanas,
que son de fraternal colaboración y mutua ayuda socialista” (2).
Cuando los
medios de producción son de propiedad socialista, la distribución de los
productos del trabajo tiene como meta la ampliación cada vez mayor de la
producción y la elevación constante del bienestar material y del nivel cultural
de los pueblos, en especial de los trabajadores. En cambio, en la sociedad
capitalista la producción es de carácter mercantil y estimula la acumulación de
riquezas en pocas manos, y el obrero nunca cambia de situación: o sea, el de
constituir un factor aprovechable, sin que se le tenga en cuenta como
beneficiario de las utilidades de las Empresas.
Del libro "Relaciones de Producción en el Agro Peruano", Evolución Social del Trabajo, Fondo de Cultura Popular, Lima, 1963.
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