Princesa del río
Almond
dama etérea,
tempestad de
hermosura,
exclamación
silenciosa
de la cruz.
Virgen sin templos
tus templos mis
manos,
mi corazón,
mi cerebro.
En ellos vives
eternamente
idolatrada,
acariciada.
besada,
cual barca
acechada por las
olas.
Princesa del río
Almond
tus lágrimas secas
no escondes
y mi corazón llora
afligido.
Añorando vivo el
principio,
el primer día,
tus joyas azules,
restaurando mis
sentidos.
Colores para mis
días,
suave oscuridad
para mi lecho.
Princesa del río
Almond,
esencia de vida:
Un día me ofrendaste
tu flor,
y mi corazón,
bailando,
obsequióse,
carnavales de alegría.
El techo,
paredes,
y las velitas
alumbrando
tus prados dorados
para entregarte la
vida.
Princesa del río
Almond,
nuevos versos,
nuevas ilusiones.
¡Otro vendrá!
Otro.
Y mis lágrimas
inundarán el Almond
con mi dolor,
su río.
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