Por Jorge Aliaga Cacho
Cuando reías,
estabas así como ausente,
y lejos de ti
encendías luciérnagas en mí.
Ya fuera
del papel de regalo,
espasmos de risa eras
encendiendo alrededor todo
con tu dedito coqueto.
Riendo tú,
vulgares grafemas yo,
nos despedimos.
El tren de la vida
en Waverley partía
y no lo sabíamos.
Noche de ravioli
noche de invierno,
mi corazón por ti latía
con vino tinto chileno.
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