Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
email address:
jorgealiagacacho@hotmail.co.uk
https://en.m.wikipedia.org/wiki/Jorge_Aliaga_Cacho
http://www.jorgealiagacacho.com/

7 de enero de 2025

Perú: El país de las mil caras

Jorge Aliaga Cacho en Escocia
                               
Por Jorge Aliaga Cacho 

Andina, como todos los años, me obsequia un libro en navidad. Este año le pedí, el voluminoso libro de 830 páginas del celebre autor peruano, Mario Vargas Llosa. ''El país de las mil caras''. Este volumen contiene la obra periodística del nobel peruano. Entre escritos autobiográficos, crónicas, cultura popular, Arte, Literatura Peruana, y temas de diversa índole; la obra refleja el vasto conocimiento del autor. Desde las primeras páginas del libro, apreciamos su estilo inconfundible: sus aciertos, desaciertos, registro literario y demonios. 

Mis amigos, saben de la distancia ideológica que me separa de Don Mario Vargas LLosa, a quien tuve el gusto de conocer en la Feria del Libro de Edimburgo. En esa ocasión, conversando en el lobby, me pareció un hombre espontáneo, natural, y afable. Viéndome llegar, el nobel se dirigió a mí para pronunciar en voz alta: 'el profesor'. Otros peruanos, que habían llegado antes, le habían contado sobre mí, y  mi labor de docente en la capital escocesa.  Luego del saludo, e intercambio de palabras, me recibió mi traducción al inglés que le hiciera al ensayo de Mariátegui: ''The destiny of North America'', (''El destino de Norteamérica''). 

Inmediatamente después, 500 personas llenarían el auditorio para escuchar su conferencia sobre la situación en el Oriente Medio. Esta conferencia confirmó, como lo manifesté anteriormente, nuestro distanciamiento ideológico pero, del mismo modo, también confirmó su gran bagaje intelectual que creo digno de admirarse. Estoy seguro que este libro me entretendrá algunas semanas. No sólo por las ineresantes notas que este contiene, sino que: durante la cena de navidad, Andina, me reprochó el hecho de no haber pedido un libro de menor volumen. Entonces, pensé que posiblemente el libro le habría costado un ojo de la cara.

El siguiente es un extracto del prólogo escrito por Carlos Granés.

<<El Perú es para mí una especie de enfermedad incurable y mi relación con él es intensa, áspera, llena de la violencia que caracteriza a la pasión».

La labor periodística de Mario Vargas Llosa está jalonada de textos imprescindibles sobre la cultura, la política, la historia y la realidad social de Perú cuya lectura en este volumen revela la profunda vinculación del Premio Nobel de Literatura con su país.

«Éste es el Perú que recorrió, vivió y vio evolucionar social, cultural y políticamente. El país en el que se inspiró para escribir sus novelas, el que incubó sus demonios literarios y el que despertó su inconformismo y su curiosidad intelectual. Éste es el Perú en el que proyectó sus ilusiones y con el que se enfrascó en más de una escaramuza; la sociedad que quiso transformar desde la acción política y que finalmente ayudó a moldear desde el debate público. Si como novelista logró fijar una imagen del Perú que hoy es mundialmente reconocida -una imagen ficticia, mítica, que sin embargo resume de manera fiel los conflictos, dilemas, frustraciones y anhelos de la vida peruana-, como intelectual logró contagiar a la sociedad con sus preocupaciones, ideas, gustos y valores. No es exagerado decir que la conversación pública en el Perú actual es la que es, en gran medida, porque a lo largo del último medio siglo Vargas Llosa publicó determinados artículos y determinados ensayos, y porque con ellos logró abrir debates económicos, morales, ideológicos y estéticos de enorme impacto en los distintos ámbitos de la vida peruana».

2 de enero de 2025

Remembranza

Por Jorge Rendón Vásquez

Llegúe a Buenos Aires, por primera vez, un día de comienzos de mayo de 1955, con solo 25 pesos que me alcanzarían solo para un día de hotel y de comida.
Con mis otros cinco compañeros de exilio y aventura nos hospedamos en el hotel Odeón de la calle Esmeralda, a unos pasos de la avenida Corrientes que, entonces como ahora, desbordadaba de teatros, librerías, bares y restaurantes y, por supuesto, también de tangos.
Pero, aunque deslumbrado por esta bella ciudad, a la que quería conocer desde mi infancia en Arequipa, yo tenía que encontrar en seguida un trabajo.
Advirtiendo mi precaria situación, José Espinal Salinas, uno de mis compañeros de exilio, me prestó 200 pesos.
Ese mismo día le pregunté al portero del hotel cómo podría hallar algún trabajo y él me recomendó que comprase el diario Clarín y viese allí las ofertas de empleo. Salí, por lo tanto, a buscar un quiosco de venta de periódicos y compré ese diario y una guía de la ciudad.
De vuelta al hotel y ayudado por el mismo portero, que se interesó en mi caso, comencé a marcar las ofertas de trabajo cercanas al hotel.
Al día siguiente, desde las siete de la mañana, hice la cola de unas diez personas en una primera oferta para un trabajo de limpieza. Tomaron a los dos primeros y tuve que correr hacia otra oferta con un resultado similar. Al medio día, me di cuenta que había perdido ese día.
Compré de nuevo el Clarín y marqué un pedido de cuentacorrientista en la esquina de las calles Rivadavia y Maipú, muy cerca de mi hotel. Al día siguiente, me levanté temprano y a las 7 de la mañana me puse en la cola de unas quince personas, la mayor parte jóvenes vestidos con traje y corbata. Estábamos ante la Casa Paúl Hermanos, una de las empresas más importantes proveedoras al campo argentino de fertilizantes, insecticidas y otros artículos químicos.
A las 8 de la mañana comenzaron a hacer pasar a los concursantes. Mi turno llegó pasadas las 9 de la mañana. En la oficina del Director de Personal, un señor de más de sesenta años, según supuse, de escaso cabello, no muy alto y mirada penetrante, me dijo:
–Póngase a la máquina de escribir y copie el papel de al lado.
Tratando de sobreponerme a mi turbación, me acomodé frente a la máquina, puse en ella una hoja de papel y comencé a copiar al tacto el texto indicado, sin detenerme. Yo era ya un dactilógrafo profesional y había trabajado como tal en la Corpac de Lima enviando mensajes por teletipo. Cuando acabé de copiar, entregué la hoja de papel al Director de Personal quien la observó y, luego, me dijo que copiase el mismo texto a mano. Lo hice con la caligrafía elegante que mi padre había insistido en enseñarme. El Director de Personal miró el papel escrito y me hizo una pregunta sobre las cuentas corrientes que también respondí. Luego, observándome fijamente, me preguntó:
–¿Por qué quiere usted este trabajo?
Le respondí:
–Porque solo tengo unos pesos en el bolsillo. Estoy aquí hace dos días y no por mi gusto. Soy peruano, estudiaba en la Universidad de San Marcos y el gobierno de mi país me deportó a Bolivia y el gobierno de Bolivia me expulsó hacia Argentina por Jujuy, sin documentos. Mi documento de identidad es ahora una tarjeta de asilado político expidida por el gobierno argentino.
El Director de Personal meditó un momento y, luego, me dijo:
—El empleo es suyo. Comenzará usted mañana a las 8 de la mañana. Su sueldo será 800 pesos por mes.
Yo le respondí:
—Agradecido, señor.
Y salí de la oficina.
Caminé hacia la avenida de Mayo y entré a un café. Extendí el Clarín sobre la mesa y busqué el rubro pensiones. Marqué una en la avenida Bernardo de Irigoyen, a un lado de la avenida 9 de Julio, a unas ocho cuadras de donde debía trabajar. Y me dirigí hacia ella. Ocupaba el segundo y tercer piso de una casa y pertenecía a una señora bastante mayor.
—Tengo sitio —me dijo—. Es una pieza con tres camas con desayuno, almuerzo y comida. Le costará 320 pesos.
—Señora —respondí—. Tomaría su pensión ahora mismo, pero no podría darle un adelanto. Le pagaría a fin de mes cuando me paguen en mi trabajo.


—No te preocupés. Me pagás como dices. Parecés buena persona.
Retorné al Hotel Odeón y pagué 75 pesos por los tres días que estuve allí. Mis únicas pertenencias eran la ropa que llevaba puesta, un juego de ropa interior y un par de libros que cabían en una pequeña valija de mano.
Algún tiempo después, un compañero de trabajo me relató que el Director de Personal tenía un hijo que era oficial de la Fuerza Aérea y que había tenido que exiliarse en Uruguay por su oposición al gobierno. Entendí, entonces, por qué ese hombre me había ayudado. No fue solo por mi habilidad para hacer el trabajo requerido que efectué correctamente durante el tiempo que estuve en esa empresa.
Algunos meses después, un sábado por la tarde, mi ayudante, un joven de 18 años, me invitó a la casa de sus padres. Vivían en el barrio Florida de Vicente López, muy cerca de la estación del ferrocarril Mitre.
Su familia me trató amablemente y casi me adoptó. Por la tarde, me llevaron al club del barrio donde conocí a otros jóvenes y a varios de sus dirigentes.
El local tenía un gran salón de actos y una cancha de básquet. Estimulado por su entusiasmo, se me ocurrió decirles que podrían organizar allí una función de teatro. Para mi sorpresa, se interesaron de inmediato por esta idea y unos minutos después comenzó a delinearse una función de tango. Mencionaron a dos jóvenes que estudiaban bandoneón, a dos chicas que tocaban el violín y a un joven que tocaba el contrabajo.
El sábado siguiente, por la tarde, cuando fui al club, estos jóvenes estaban ya practicando como un conjunto. Recuerdo que uno de los tangos era Remembranza, que data de 1934 y es, a mi juicio, uno de los más bellos, sobre todo por su música.
Varias semanas después, la función fue un éxito. El conjunto se instaló en un proscenio y los vecinos en sillas, en torno a la cancha de basquet, cuyo centro fue convertido en una pista de baile. En los rostros de los hombres y mujeres que bailaban se advertía pasión por el tango y que querían vivirlo.
Recordando aquella noche, he seleccionado para mi comento de congratulación por el año 2025 el tango Remembranza, ejecutado por un conjunto de Uruguay.


Estimados amigos, les deseo muchas satisfacciones, éxitos y, lo que no es poco a partir de ciertad edad, salud.


(Comentos, 31/12/2024)
https://www.google.com/search?client=safari&rls=en...


Remembranza
Tango. Letra de Mario Battistella y música de Mario Melfi.


Cómo son largas las semanas
cuando no estás cerca de mí
no sé qué fuerzas sobrehumanas
me dan valor lejos de ti.
Muerta la luz de mi esperanza
soy como un náufrago en el mar,
sé que me pierdo en lontananza
mas no me puedo resignar.
¡Ah
¡qué triste es recordar
después de tanto amar,
esa dicha que pasó...
Flor de una ilusión
nuestra pasión se marchitó.
¡Ah
¡olvida mi desdén,
retorna dulce bien,
a nuestro amor,
y volverá a florecer
nuestro querer
como aquella flor.
En nuestro cuarto tibio y rosa
todo quedó como otra vez
y en cada adorno, en cada cosa
te sigo viendo como ayer.
Tu foto sobre la mesita
que es credencial de mi dolor,
y aquella hortensia ya marchita
que fue el cantar de nuestro amor.

1 de enero de 2025

Jorge Aliaga Merino (1928-2013)


Jorge Aliaga Merino nació el 1º de enero de 1928, en Celendín, Cajamarca, Perú. Hizo sus estudios escolares en su pueblo natal. En Lima, cursó, libremente, estudios de Relaciones Humanas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Trabajó, en el Ministerio de Trabajo. Allí, tuvo destacada labor en el área de conciliación: Realizò numerosos viajes al interior del país para solucionar conflictos laborales. Su labor, fue valorada por los gremios sindicales debido a su blindaje contra la corrupción.

En el Ministerio de Trabajo, Aliaga atendió tanto las demandas de los trabajadores de los sindicatos de Lima y otras regiones del país. Se recuerda, pr ejemplo, las diligencias con los trabajadores de las minas de Toquepala, o las realizadas con los campesinos de Chaupimayo, en la provincia de La Convención, en el Cusco. El periódico ''El Comercio'' da cuenta, en una antigua nota de los años sesenta, acerca del recibimiento del que fuera objeto Aliaga, conciliador del Ministerio de Trabajo y su comitiva, cuando arribaron al Cusco. 

'Al paso de Aliaga y los funcionarios del ministerio', dice la nota, 'les fueron arrojados pétalos de flores'. De ideas socialistas, Jorge Aliaga Merino, contactó, por medio de su labor, con personalidades de izquierda tales como la Dra. Laura Caller. En 1967 inicia su trabajo como asesor legal de la Confederación General de Trabajadores del Perú. Luego trabajaría con los dirigentes nacionales de la CGTP: Isidoro Gamarra, Luis Villaverde, Gustavo Espinoza, José Chávez Canales, entre otros. En una nota del Semanario "Unidad" de 25 de noviembre de 1971 se registra, bajo el título de Literatura Obrera, la siguiente nota:

‘Ha salido a luz un importante trabajo que recoge documentación sobre la negociación colectiva, el trato directo, la conciliación en materia de trabajo, el arbitraje y las resoluciones administrativas. El folleto, que ha sido acogido con beneplácito por los trabajadores peruanos, pertenece al Asesor Técnico de la Confederación General de Trabajadores del Perú, Jorge Aliaga Merino, a su vez, co-director de la Escuela Nacional Sindical de la CGTP.
“Los Pliegos de Reclamos y su Tramitación”, es el título del compendio que sobre cuestiones legales ha elaborado Aliaga Merino; prestigioso técnico de la materia que asesora a la Central máxima del proletariado peruano. Jorge Aliaga Merino, participó en el Consejo General de la CPUSTAL desarrollado en La Paz, Bolivia, junto a  sus homónimos de Brasil, Argentina, Chile, Guadalupe, Guyana Francesa, Guatemala, Uruguay, Venezuela, Costa Rica, Colombia, Panamá, México, Nicaragua, FSN y Bolivia. “La Revista Sindical Latinoamericana”, órgano oficial del CPUSTAL muestra una foto de Jorge Aliaga Merino, haciendo uso de la palabra, a nombre de todos los internacionales concurentes al certamen, ante el monumento del patriota boliviano, Pedro Domingo Murillo'.

Jorge Aliaga Merino, falleció en su hogar, en el distrito de La Perla, Callao, el 4 de octubre de 2013. Jorge Aliaga Merino tambièn es recordado por su trabajo como concejal del municipio perleño.