(Poema en prosa)
Por Hèctor Cacho
Tiene su cielo y sus días simulando un rosario, un misterio marchito que se eleva sobre calles mojadas, Lima es la garúa ahogada en la luz, las gotas de perfidia en sus ventanas, un callejón sin salida donde se cae el cielo y las palomas no traen la paz. Los panes se comen con las manos que escarban y la casualidad nos bautiza con la fe de erratas. Lima nos muerde el cuello con nuestro olvido, el petricor nos acompaña para dejarnos vivir.
La puerta cerrada nos libra de la ciudad que duerme al final de la noche. Hay curiosos por doquier mirando a diario el purgatorio desde el ojo de una aguja y a los mercenarios en los confines de cada esquina. Nadie llega al fondo donde las maldades no valen la pena, huimos de a pocos. Se juegan los naipes en manos de un tramposo, somos la saliva salpicada de un milagro inútil lleno de mala hierba. La calle está mojada como en sus mejores días. El único justo en la última casa de un callejón de Lima ya no respira más para sentirse mejor.
Poema perteneciente al libro ARJÉ
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