Jorge Aliaga Cacho frente al Castillo de Edimburgo |
Por Jorge Aliaga Cacho
Edimburgo es la ciudad donde he vivido más de la mitad de mi vida.
Aquí aprendí a amar a Escocia, la tierra de William Wallace, 'Corazón Valiente', Lord Cochrane, Robert Burns, Sir Walter Scott, Robert Louis Stevenson, Adam Smith, Arthur Connan Doyle, Thomas Carlyle, María I de Escocia, Sean Connery, J.K. Rowling, etc. Escocia me trató desde mí llegada como a un hijo. Bebí de su agua, su whisky. Comí su pescado con papas fritas. Me ofrendó a la mujer más importante de mi vida, un alma inteligente, noble y bella: Anne; y a mi hija Andina, también escocesa como mis nietas. Fui educado en sus más prestigiosas universidades y me gradué en la Universidad de Glasgow, donde paseara su intelecto Darwin. Me confió la educación de sus estudiantes en todos los níveles del sistema educativo escocés. He celebrado con Haggis 'Las Noches del poeta Robert Burns', añadiendo a ellas algún poema de nuestro Vallejo. He bailado y disfrutado las Ceilidh como lo he hecho con el criollo vals peruano. He apoyado siempre las luchas del pueblo escocés como dirigente sindical y miembro de su vanguardia política. Por todo ello, seguramente, el maestro Raúl Gálvez Cuéllar acuñó para mí el apelativo de: 'el poeta peruano-escocés', cosa que no me gustó al comienzo. Algún resentido social, de esos que no faltan, ya había hecho un comentario despectivo llamándome: 'cholo escocés'. Sin embargo, sin quererlo, el resentido me hizo aceptar el término más apropiado, y sin racismo, del maestro Raúl Gálvez Cuéllar: pues ahora me siento más peruano, más escocés y también de todos los lugares del mundo donde me han permitido colgar mi sombrero y hacerme sentir en casa. Sí, peruano-escocés y cada vez con una tendencia mayor a abrazar en hechos, y no solo en palabras, el concepto de ser internacionalista.
Jorge Aliaga Cacho.
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