El maestro Raúl Gálvez Cuéllar, eximio autor y crítico literario, ha hecho un comentario muy acertado, sobre las influencias que pudiera yo haber recibido en la producción del cuento: "El puñal". Efectivamente, estudié la Literatura del Río de la Plata y bebí de la obra gauchesca de Borges. Me impresionaron sus cuentos. "Ficciones", del genial porteño, es uno de mis libros favoritos. Esas lecturas posiblemente sean contribuyentes al cuento de mi autoría, "El puñal". Pero, a decir verdad, en el momento de escribirlo no pensaba ni en Borges ni es sus "Ficciones", seguramente ya habría sido invadido sin notarlo por: "El sur", cuento borgiano que admiro: 'Uno de ellos lo desafió a una pelea, sacando un cuchillo de grandes dimensiones, pero Dahlmann estaba desarmado. El anciano gaucho que se había quedado en la barra le pasó un cuchillo a Dahlmann. A pesar de que Dahlmann no tenía idea de cómo utilizarlo en una pelea de cuchillo, aceptó el reto. Se fueron a luchar a la llanura, y así es como termina la historia.
Cuando escribí "El puñal, apreciado maestro, pensaba, más que en el gran Borges, en Nueva York, en la salsa "Pedro Navaja" que, en la sociedad moderna, podría ser un equivalente de aquel acuchillador borgiano. Le quedo muy agradecido por sus finos comentarios y aliento que continuamente me brinda. Pronto publicaré el ensayo que usted le ha dedicado a mi producción literaria, el mismo será publicado por una destacada universidad peruana que reconoce sus dotes de gran intelectual y crítico literario. Sepa usted, maestro Gálvez Cuéllar, que su pensamiento y comentarios son un verdadero premio que regocija mi espíritu.
Por Raúl Gálvez Cuéllar
Al puro estilo borgiano por el tema y por la trama, el autor acaricia el arma en su bolsillo, con morbosa expectativa de usarla, acariciándola y recorriéndola en toda su extensión. Recordemos cómo Jorge Luis Borges acaricia su arma en el bolsillo de su gabán; y que en su otro cuento del "Retorno" (no sé si es exacto el nombre ) describe al hombre que fuera raptado por los indios cuando era niño, y que al volver a su antigua y quemada cabaña, corre a coger el puñal escondido en las cenizas de la cocina, hacía cuarenta años. La pistola y el puñal son armas mortíferas que el escritor -en este caso Aliaga Cacho-, acaricia un filudo puñal con premeditación a un acto delictivo que llega a consumar en un escenario de circunstancia que nos confirma la destreza del narrador que hoy nos descubre más su polifacético quehacer en la variada esfera de la Literatura. Puede haber un acercamiento al precursor de la novela de terror Edgar Allan Poe; pero en cualquier caso Jorge Aliaga desarrolla su estilo personal e intransferible.
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