Jorge Aliaga Cacho y Leo Zelada en Malasana, Madrid.
Por Jorge Aliaga Cacho
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"El Aleatorio", un bar poco convencional de la ciudad, fue el lugar de la cita a la cual acudieron entusiastas amantes de la literatura que seguían los pasos del bardo nacional, nacido en Lima, con raíces cusqueñas y arequipeñas y, que viene despertando gran interés en la media madrileña y en los medios culturales donde, frecuentemente, se presenta.
Los poemas de Leo Zelada, uno a uno, fueron aplaudidos por los concurrentes, que llegaron al lugar, provenientes de varios países del mundo: Argentina, Alemania, Perú, Italia, Rumanía y, desde luego España. Resulta muy extraño que la media peruana quede siempre 'mutis' frente a la noticia del quehacer literario de este autor que, con su entrega y pujanza, ha sabido encontrar reconocimiento fuera de su patria.
Siempre he dicho que la labor cultural, realizada fuera del territorio peruano, la hacen, por lo general, ciudadanos, como Leo, sin el apoyo de las misiones diplomáticas que aportan, muy poco o, nada en el terreno de la promoción de nuestros valores y expresiones artísticas y culturales.
Leo Zelada, por su parte, no solamente promociona su literatura en España sino que promociona a otros, escritores peruanos y latinoamericanos, a través de su sello editorial, Lord Byron Ediciones. Algunos críticos, de mala leche, siempre tienen algo que criticarle y comentan con ponzoña, a sus espaldas: 'que Leo cobra caro a los autores que incluye en sus antologías'. Son criticas, muchas veces, que nacen de la envidia. Es conducta de peruanos que muy frecuentemente critican el trabajo de un paisano pero no hacen nada parecido o mejorado con respecto al objeto de su critica.
Hace algunos años alguien me dijo: "en el Perú te ven subir y te jalan la pierna". Este caso grafica muy bien las acciones de los 'críticos' de, Leo Zelada, un peruano, un hijo de padre cusqueño cuyo nombre real es, Braulio Rubén Tupaj Amaru Grajeda Fuentes. Dicen, por ejemplo: 'que Leo cobra mucho para dar participación en sus antologías' pero no toman en cuenta que en Europa el costo de vida es muy superior al costo de vida en el Perú y, como consecuencia de ello, los precios de la producción de un libro, tienen que ser acorde. Son criticas que provienen muchas veces de personas que, dicen haber vivido en Europa, se jactan de sus cortísimas estadías en el viejo continente, pero no quieren reconocer que el corto tiempo transcurrido en esos lugares, no les permitió conocer a un país en su totalidad, pues, solo para recorrer el Museo del Prado o el Museo de la Reina Sofía, les hubiera tomado, literalmente, días enteros en recorrerlo. Igual sucedería si quisieran conocer el Louvre, en Paris; el British Museum en Londres, el Palacio de Invierno en San Petersburgo, o las maravillas del Cusco y sus alrededores incluyendo Machu Picchu.
Así son los críticos de mala leche que, siendo incapaces de reconocer los méritos de un compatriota, tratan de vilipendearlo, rebajarlo o ignorarlo. Son acciones de la mediocridad, cuyos agentes, se presentan abanderando una corriente de opinión sobre un tema del cual conocen poco o nada.
En el caso de Lord Byron Ediciones, es cierto, como es el caso en otros sellos editoriales, a veces, existe demora en las fechas de entrega de los libros y esto es más comprensible cuando se trata de una antología de 20 autores. ¿Alguien puede imaginarse el milagro de ver a peruanos pagando sus aportes, al unísono, con puntualidad, para la publicación de un libro. La respuesta es: No.
Existen los 'demorones', los pregunta todo, los sospecha todo y los que se arañan la cara cuando ven a un joven de raíz provinciana, de las filas de la decana universidad de América, brillar con sus propias luces, para realzar el nombre de su patria y el de su creación literaria.
A manera de anécdota les puedo contar que contacté, por primera vez, a Leo Zelada desde Moscú y tuve algunas dificultades en nuestras transacciones. Ustedes imaginarán como es eso de enviar moneda extranjera, desde un país que no es el tuyo, y peor aun si el envío se hace desde Rusia, país cuyo idioma posiblemente, no lo comprendas. Bueno, así fue, pues hasta Moscú me llegó la orden de Leo para que efectuara el pago correspondiente a través del correo ruso. Me pedía que registrara su nombre completo en el formulario, de no hacerlo no podría cobrarlo, además debería incluir sus nombres Tupaj Amaru. Yo me mataba, sin éxito, llenando todos los nombres en el formulario del correo pero fue una tarea imposible de realizar. Simplemente no había espacio en el formulario para nombre tan largo. Al poco tiempo le dije que la transferencia bancaria se la haría llegar desde Berlín, lugar a donde me dirigiría pronto. Lo sucedido nunca produjo que las partes, terminaran en el terreno de la desconfianza.
Allí, en Berlín, tuve que llenar los formularios de la institución financiera teutona. Gracias a Dios que el sistema bancario alemán me permitiría registrar los seis nombres de Leo Zelada, el escritor que publicaría mi cuento en España y en su sello editorial.
Meses después de lo sucedido, Leo me escribe para invitarme a la presentación de la antología en Madrid. Conocedor de las presentaciones literarias que se realizan en el Perú, que acusan, con excepciones, escasa concurrencia, Leo Zelada me sorprendió cuando me presentó un auditorio en donde no cabía ni un alfiler, pues, su convocatoria había traído al lugar, a decenas y decenas, digamos cientos de amantes de la literatura provenientes de toda España. Esa fue la primera impresión que tuve de su trabajo. Al llegar al lugar, Leo, me hizo el honor de invitarme a sentar junto a un connotado critico literario español, hoy desaparecido. Luego me hizo conformar una importante mesa con dos destacadas escritoras de la tierra de Cervantes. Y como corolario, cosa poco común entre peruanos, socios numerarios de tribus, reconoció en público lo que él creyó ver de bueno en mi lectura que, por su puesto, había recibido un caluroso aplauso por parte del respetable. Allí leí un cuento de mi libro "Mufida, La angolesa", Leo Zelada luego me presentó a escritores del medio que, a su vez, en los meses siguientes, leerían y escribirían acerca de mis textos literarios en sus espacios virtuales.
Dicho todo ello, qué duda cabe acerca del buen trabajo realizado por Byron Ediciones. Si a alguien le parece exorbitante la pequeña suma de euros que Lord Byron solicita como aporte para la publicación, presentación y venta del libro en un mercado, tan importante, como el madrileño, entonces este individuo no sabe nada de España, ni del trabajo editorial, ni de la realidad en que vivimos. Son escritores que seguramente estarían más felices trabajando en la era del mimeógrafo. Mientras tanto los agentes culturales de nuestras embajadas, nuestros agregados culturales con grandes sueldos en euros, se encuentran muy ocupados, haciendo nada y sin recibir la menor critica por parte de los representantes de la envidia que también son nuestros hermanos..
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