Publicado en el facebook del antropólogo Manuel Mosquera.
Como ya vimos anteriormente, a partir del siglo XVI-XVII la presencia de negros en las ciudades andaluzas, y en especial en Cádiz y Sevilla, se justifica por su llegada desde las colonias americanas a través del comercio triangular.
En las tascas y garitos de la Habana, la principal ciudad española en el Caribe, aquellos negros desnaturalizados y entremezclados ejecutaban sus viejas danzas rituales y festivas las cuales, a falta de su contexto social de origen, acababan por frivolizarse y convertirse en bailes de jolgorio. La llegada a los puertos atlánticos andaluces de estos bailes causaban furor entre la población de los arrabales vinculados a la marinería, éxito que se solía repetir entre la clase media-alta tras ser adoptado por las gentes del teatro, que tendían a pulirlo hasta dejar en insinuación y picardía lo que un tiempo fue desenfreno y procacidad. Salían de África como extáticas danzas de la fertilidad, se convertían en América en simples bailes de contenido sexual y eran domesticados en Europa donde acababan transformados en bailes académicos.
Dado que la mayor parte de los esclavos negros solían proceder de la costa occidental africana, y en concreto del Golfo de Guinea y la cuenca del Zaire, todos esos bailes llegados a Sevilla y Cádiz, ya fuera a través de Lisboa como desde las Antillas, procedían de un tronco musical común que se fue desarrollando en las colonias caribeñas durante las primeras décadas tras la conquista, en las que el aporte africano fue numeroso.
Ya desde el inicio las autoridades religiosas y los guardianes de la moral hacían un distingo entre los bailes antiguos (los que procedían de la tradición medieval europea) a los que consideraban aceptables, y estos modernos, desenfrenados y voluptuosos, a los que solían considerar inaceptables. El carácter lascivo y sexual provenía de que en su mayoría procedían de danzas de la fertilidad o de ritos de emparejamiento juvenil, donde el lenguaje del coito era fundamental para garantizar el futuro de la comunidad.
Durante el período que va desde mediados del siglo XVI a principios del XIX no dejarán de aparecer uno detrás de otro, reemplazando los nuevos y recién llegados a los viejos demodé. Al principio lo harán en manos y pies negras y mulatas, más tarde viajarán solos, adoptados y adaptados por los indianos. Cuando hubo negros fueron interpretados por negros, cuando éstos ya fueron escasos, solían subirse a las tablas de mano de blancos maquillados o de gitanos profesionalizados, razón por la que muchos de sus caracteres interpretativos sobrevivieron en algunos bailes festeros flamencos. He aquí los principales:
El Guineo:
Es el más antiguo del que se tiene noticia, ya desde mediados del siglo XVI. Viene directamente desde África vía Lisboa, y se bailó profusamente hasta finales del XVII y en el XVIII estaba incluido dentro del género de la tonadilla escénica.
Era un baile de movimientos rápidos e inclinaciones exageradas y era acompañado de unos cantes a los que se les llamaba “tonos del guineo”. Su principal estribillo
¡Gurrumé, gurrumé, gurrumé!
Que fase nubrado y quiele yové
deja entrever un compás binario compuesto.
Existían otros tonos como el Chanchemele que también eran incluido entre “los guineos”.
La Zarabanda:
Tiene nombre femenino, derivado del de una diosa/demonio de la fertilidad bantú llamada Sarabanda, El musicólogo cubano Leonardo Acosta sostiene que el tronco principal de los bailes carnavalescos afrocubanos es de procedencia bantú.
Fue un baile popularísimo en los siglos XVI-XVII. En 1558 se publica la jácara “La vida de la Zarabanda, ramera pública de Guyacán” en la que es su primera referencia escrita. Ya por 1620 se la considera pasada de moda frente a la emergente seguidilla. Por esta época es domesticada y ralentizada por los coreógrafos que la convertirán en un baile elegante que viajará a Italia o Francia donde triunfará en las altas esferas.
Originalmente consistía en un tête-a-tête entre hombre y mujer (u hombre caracterizado de mujer) y en la Regla Conga (trasliteración afrocubana de cultos bantúes) sobrevive un conjuro que nos puede ilustrar sobre su compás ternario:
Voz: Sarabanda me da
Coro:Mi Sarabanda para curá
Voz: Sarabanda me va
Coro:Mi Sarabanda para curá
Voz: Sarabanda me verá
Coro:Mi Sarabanda para curá
El guitarrista Luis Briceño la acompañó de este canto
¡Andalo, Zarabanda!
Que el amor te lo manda, manda.
Y Kurt Sachs la definió como pantomima sexual en compás de 3x4. Ya en el XVIII decae pero aún la seguirán bailando los gitanos hasta el siglo XIX.
La Chacona:
Se la suele mencionar conjuntamente con la Zarabanda, con la que comparte época y popularidad. El origen de su nombre es incierto pero la adjetivación cervantina de “indiana amulatada” nos da pistas de su ruta de llegada. Tanto Cervantes como Quevedo atestiguan el gran éxito entre la gente pobre y marginal y Sebastián de Covarrubias menciona que en la década de 1610 ya había desplazado a la Zarabanda.
Se bailaba con castañetas y sus estribillos más comunes eran
El baile de la Chacona,
Encierra la vida bona. (Cervantes)
Vida, vida, vida bona,
Vida, vámonos a Chacona (Luis Briceño)
¡Vita bona, vita bona!
¡La Chacona, la Chacona! (Bernardo López)
donde se percibe su compás ternario.
El último de esos tres data de 1660 donde por entonces ya forma parte de los repertorios teatrales. Al igual que la Zarabanda tras su academización viaja a Francia y a finales del XVIII las clases más bajas aún la conservan.
El Zarambeque o Zumbé:
Data del segundo tercio del siglo XVII y es un baile procedente delas Indias y su moda se alargará algo más de un siglo. Su estribillos típicos eran:
Teque, teque, teque,
Vaya el Zarambeque
¡Ay que teque, reteque!
Siempre alegran los Zarambeques
Teque, teque,
Lindo Zarambeque
y su interpretación, que es colectiva y bulliciosa, recurre al típico esquema llamada-respuesta.
Su melodía es registrada en 1732 por Santiago de Murcia en un compás de 3x4 +6x8, pero a finales de ese mismo siglo ya no queda memoria de su baile.
El Zambapalo:
Es de la misma rama de donde nacerá la Samba y es oriundo de la costa de Angola y la cuenca del Zaire. La palabra zambo, que en español designa a la persona de rodillas deformes, pudo inspirarse en el movimiento frenético de esta danza.
El Paracumbé:
Llega a Andalucía a mediados del siglo XVII directamente desde Angola vía Lisboa. Su estribillo más famoso es:
¡Paracumbé, Paracumbé!
¡Le, le le!
El Cumbé:
Es de la misma época y origen. Su estructura es de 3x4 + 6x8 y su estribillo es:
Achia, achia, achie,
Que todo el neglo
Vailan lo cumbé,
La, la, la, lu, lu, lu, le, le, le
Tuvo mucho éxito en Cádiz y los Puertos en una época en que Sevilla ya estaba apartada del tráfico indiano, y logra extenderse por toda la geografía española.
La Gayumba o Cachumba:
Data del XVII en las Indias y conserva descendientes en América.
El Dengue:
Era un baile de tipo burlesco, que llega en el siglo XVIII desde Cuba a donde retorna un siglo después tras su paso por el teatro. Su estribillo:
Qué zerengue
Deja el dengue
El Retambo:
Llega de las Indias en el siglo XVII. Su estribillo más famoso es:
Retambo,
Retambillo,
Retambo
El Ye-Ye:
Quizás sea un derivado tardío del Zarambeque. Su estribillo solía ser:
¡Ye, ye,
le, le,
le, le, le!
El Manguindoy:
Muy popular en Cádiz en el siglo XVIII, aunque por entonces ya era un baile interpretado fundamentalmente por gitanos.
El Jiquiri-Juaico:
Llega en el XVIII y como su propio estribillo describe, es de origen jamaicano:
El Jiquiri-Juaico,
Galán-Jamaiquín
Todo este flujo de bailes llegados desde las Indias se ve aminorado desde mediados del siglo XVIII a consecuencia de la apertura de otros puertos para comerciar con América. Este siglo será de refinamiento en todas las cortes europeas de modo que la permeabilidad a elementos populares y marginales será drásticamente reducida. Son los tiempos del arte rococó, la moda galante y la tonadilla escénica.
El abrupto tránsito del XVIII-XIX (Revolución Francesa, Guerras Napoleónicas, emancipación de las colonias) redefinirá el panorama musical andaluz para siempre, de modo que toda la tradición popular de origen africano echada a un lado por el gusto galante sobrevivirá de manera marginal en los arrabales y gitanerías de las principales ciudades andaluzas (Triana, Cádiz, Jerez, Utrera...), conformando una parte importante, en especial en el baile, del sustrato flamenco.
Más tarde, y también procedente de América, llegara el tango, el cual merece capítulo aparte.
Como ya vimos anteriormente, a partir del siglo XVI-XVII la presencia de negros en las ciudades andaluzas, y en especial en Cádiz y Sevilla, se justifica por su llegada desde las colonias americanas a través del comercio triangular.
En las tascas y garitos de la Habana, la principal ciudad española en el Caribe, aquellos negros desnaturalizados y entremezclados ejecutaban sus viejas danzas rituales y festivas las cuales, a falta de su contexto social de origen, acababan por frivolizarse y convertirse en bailes de jolgorio. La llegada a los puertos atlánticos andaluces de estos bailes causaban furor entre la población de los arrabales vinculados a la marinería, éxito que se solía repetir entre la clase media-alta tras ser adoptado por las gentes del teatro, que tendían a pulirlo hasta dejar en insinuación y picardía lo que un tiempo fue desenfreno y procacidad. Salían de África como extáticas danzas de la fertilidad, se convertían en América en simples bailes de contenido sexual y eran domesticados en Europa donde acababan transformados en bailes académicos.
Dado que la mayor parte de los esclavos negros solían proceder de la costa occidental africana, y en concreto del Golfo de Guinea y la cuenca del Zaire, todos esos bailes llegados a Sevilla y Cádiz, ya fuera a través de Lisboa como desde las Antillas, procedían de un tronco musical común que se fue desarrollando en las colonias caribeñas durante las primeras décadas tras la conquista, en las que el aporte africano fue numeroso.
Ya desde el inicio las autoridades religiosas y los guardianes de la moral hacían un distingo entre los bailes antiguos (los que procedían de la tradición medieval europea) a los que consideraban aceptables, y estos modernos, desenfrenados y voluptuosos, a los que solían considerar inaceptables. El carácter lascivo y sexual provenía de que en su mayoría procedían de danzas de la fertilidad o de ritos de emparejamiento juvenil, donde el lenguaje del coito era fundamental para garantizar el futuro de la comunidad.
Durante el período que va desde mediados del siglo XVI a principios del XIX no dejarán de aparecer uno detrás de otro, reemplazando los nuevos y recién llegados a los viejos demodé. Al principio lo harán en manos y pies negras y mulatas, más tarde viajarán solos, adoptados y adaptados por los indianos. Cuando hubo negros fueron interpretados por negros, cuando éstos ya fueron escasos, solían subirse a las tablas de mano de blancos maquillados o de gitanos profesionalizados, razón por la que muchos de sus caracteres interpretativos sobrevivieron en algunos bailes festeros flamencos. He aquí los principales:
El Guineo:
Es el más antiguo del que se tiene noticia, ya desde mediados del siglo XVI. Viene directamente desde África vía Lisboa, y se bailó profusamente hasta finales del XVII y en el XVIII estaba incluido dentro del género de la tonadilla escénica.
Era un baile de movimientos rápidos e inclinaciones exageradas y era acompañado de unos cantes a los que se les llamaba “tonos del guineo”. Su principal estribillo
¡Gurrumé, gurrumé, gurrumé!
Que fase nubrado y quiele yové
deja entrever un compás binario compuesto.
Existían otros tonos como el Chanchemele que también eran incluido entre “los guineos”.
La Zarabanda:
Tiene nombre femenino, derivado del de una diosa/demonio de la fertilidad bantú llamada Sarabanda, El musicólogo cubano Leonardo Acosta sostiene que el tronco principal de los bailes carnavalescos afrocubanos es de procedencia bantú.
Fue un baile popularísimo en los siglos XVI-XVII. En 1558 se publica la jácara “La vida de la Zarabanda, ramera pública de Guyacán” en la que es su primera referencia escrita. Ya por 1620 se la considera pasada de moda frente a la emergente seguidilla. Por esta época es domesticada y ralentizada por los coreógrafos que la convertirán en un baile elegante que viajará a Italia o Francia donde triunfará en las altas esferas.
Originalmente consistía en un tête-a-tête entre hombre y mujer (u hombre caracterizado de mujer) y en la Regla Conga (trasliteración afrocubana de cultos bantúes) sobrevive un conjuro que nos puede ilustrar sobre su compás ternario:
Voz: Sarabanda me da
Coro:Mi Sarabanda para curá
Voz: Sarabanda me va
Coro:Mi Sarabanda para curá
Voz: Sarabanda me verá
Coro:Mi Sarabanda para curá
El guitarrista Luis Briceño la acompañó de este canto
¡Andalo, Zarabanda!
Que el amor te lo manda, manda.
Y Kurt Sachs la definió como pantomima sexual en compás de 3x4. Ya en el XVIII decae pero aún la seguirán bailando los gitanos hasta el siglo XIX.
La Chacona:
Se la suele mencionar conjuntamente con la Zarabanda, con la que comparte época y popularidad. El origen de su nombre es incierto pero la adjetivación cervantina de “indiana amulatada” nos da pistas de su ruta de llegada. Tanto Cervantes como Quevedo atestiguan el gran éxito entre la gente pobre y marginal y Sebastián de Covarrubias menciona que en la década de 1610 ya había desplazado a la Zarabanda.
Se bailaba con castañetas y sus estribillos más comunes eran
El baile de la Chacona,
Encierra la vida bona. (Cervantes)
Vida, vida, vida bona,
Vida, vámonos a Chacona (Luis Briceño)
¡Vita bona, vita bona!
¡La Chacona, la Chacona! (Bernardo López)
donde se percibe su compás ternario.
El último de esos tres data de 1660 donde por entonces ya forma parte de los repertorios teatrales. Al igual que la Zarabanda tras su academización viaja a Francia y a finales del XVIII las clases más bajas aún la conservan.
El Zarambeque o Zumbé:
Data del segundo tercio del siglo XVII y es un baile procedente delas Indias y su moda se alargará algo más de un siglo. Su estribillos típicos eran:
Teque, teque, teque,
Vaya el Zarambeque
¡Ay que teque, reteque!
Siempre alegran los Zarambeques
Teque, teque,
Lindo Zarambeque
y su interpretación, que es colectiva y bulliciosa, recurre al típico esquema llamada-respuesta.
Su melodía es registrada en 1732 por Santiago de Murcia en un compás de 3x4 +6x8, pero a finales de ese mismo siglo ya no queda memoria de su baile.
El Zambapalo:
Es de la misma rama de donde nacerá la Samba y es oriundo de la costa de Angola y la cuenca del Zaire. La palabra zambo, que en español designa a la persona de rodillas deformes, pudo inspirarse en el movimiento frenético de esta danza.
El Paracumbé:
Llega a Andalucía a mediados del siglo XVII directamente desde Angola vía Lisboa. Su estribillo más famoso es:
¡Paracumbé, Paracumbé!
¡Le, le le!
El Cumbé:
Es de la misma época y origen. Su estructura es de 3x4 + 6x8 y su estribillo es:
Achia, achia, achie,
Que todo el neglo
Vailan lo cumbé,
La, la, la, lu, lu, lu, le, le, le
Tuvo mucho éxito en Cádiz y los Puertos en una época en que Sevilla ya estaba apartada del tráfico indiano, y logra extenderse por toda la geografía española.
La Gayumba o Cachumba:
Data del XVII en las Indias y conserva descendientes en América.
El Dengue:
Era un baile de tipo burlesco, que llega en el siglo XVIII desde Cuba a donde retorna un siglo después tras su paso por el teatro. Su estribillo:
Qué zerengue
Deja el dengue
El Retambo:
Llega de las Indias en el siglo XVII. Su estribillo más famoso es:
Retambo,
Retambillo,
Retambo
El Ye-Ye:
Quizás sea un derivado tardío del Zarambeque. Su estribillo solía ser:
¡Ye, ye,
le, le,
le, le, le!
El Manguindoy:
Muy popular en Cádiz en el siglo XVIII, aunque por entonces ya era un baile interpretado fundamentalmente por gitanos.
El Jiquiri-Juaico:
Llega en el XVIII y como su propio estribillo describe, es de origen jamaicano:
El Jiquiri-Juaico,
Galán-Jamaiquín
Todo este flujo de bailes llegados desde las Indias se ve aminorado desde mediados del siglo XVIII a consecuencia de la apertura de otros puertos para comerciar con América. Este siglo será de refinamiento en todas las cortes europeas de modo que la permeabilidad a elementos populares y marginales será drásticamente reducida. Son los tiempos del arte rococó, la moda galante y la tonadilla escénica.
El abrupto tránsito del XVIII-XIX (Revolución Francesa, Guerras Napoleónicas, emancipación de las colonias) redefinirá el panorama musical andaluz para siempre, de modo que toda la tradición popular de origen africano echada a un lado por el gusto galante sobrevivirá de manera marginal en los arrabales y gitanerías de las principales ciudades andaluzas (Triana, Cádiz, Jerez, Utrera...), conformando una parte importante, en especial en el baile, del sustrato flamenco.
Más tarde, y también procedente de América, llegara el tango, el cual merece capítulo aparte.
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