Por Jorge Aliaga Cacho
La apreciación que me compete, "Testimonio
para Micaela", obra del distinguido intelectual Julio Yovera me ha
permitido, una vez más, reconocer la importancia de las relaciones
interdisciplinarias al componer una obra de calidad ética y estética. En
"Testimonio para Micaela" se puede apreciar pues, tanto la labor del
poeta como los pliegues del historiador y el maestro. Desde el primer verso,
Julio Yovera, hace gala de cognición relevante a la naturaleza de su propuesta
literaria: "El viento fresco se trepa por las quinchas llamando a la
jornada". Y no podría ser de otra manera pues la arquitectura de los
Tallanes se materializó, más que en la piedra, más que en el adobe; en la
quincha.
Julio Yovera, conocedor de la realidad de su
pueblo y de su medio, nos embarca pues a examinar una prueba que se presenta
verosímil. Y esto sucede porque su
obra, parafraseando a nuestro vate universal, César Vallejo: "viene del
pueblo y va hacia él". Es la verdad del pueblo, transmitida y
retransmitida.
"Micaela es bueno hurgar en el tiempo.
Así sabremos que fuimos ayer,
que somos hoy,
que seremos mañana".
En este diálogo espiritual con Micaela Yarleque
digna heroína del pueblo, Yovera le podria haber insinuado del estudio de la
realidad nacional, tal como lo hubiese concebido, salvando espacios y tiempos,
nuestro ilustre intelectual Jose Carlos Mariátegui.
"Cada quien era dueño del alba y de los
árboles.
Con el tiempo devino el hombre como experto agrario,
de díaa laboraba,
de noche amó a la hembra
bajo el cielo estrellado".
La vida de los Tallanes, sus orígenes, su mística
religiosa es delineada esteticamente en "Testimonio para Micaela",
obra que nos llama a indagar sobre la historia de esta gente habil, trabajadora
y sencilla, que también oraba:
"Padres nuestros, hagan que advenga
el sol, el agua,
que brote
el maíz
que es vida".
"Testimonio para Micaela", pues,
evidencia que los Tallanes habían conseguido armonía social y resuelto el
problema planteado por Robert Malthus quien señalaba, como causa del deficit
alimentario a la diferencia que existe entre el crecimiento aritmético de la
producción alimenticia, comparada con el crecimiento geométrico de la
población. Los versos de Julio Yovera
testimonian, pues, que el pueblo de Micaela había conseguido grandes logros en
la producción y distribución de alimentos.
"Atr´ss quedaron los tiempos
de las oscuras cuevas, Micaela.
Levantaron sus casas
de tabique,
de pájaro bobo
y caña brava.
Alrededor de sus casas
los árboles cantaban".
El sol, pues, alumbraba para todos y el día
parecía sempiterno en esas tierras norteñas.
Sin embargo, llegó la noche oscura trayendo a los potros de los
bárbaros invasores, ladrones, aventureros, hambrientos de riquezas, que golpearon
a los Tallanes y sembraron vicios y odio.
El rol de líderes jugado por las mujeres en la
antiguedad esta bien documentado, pero ello llegó a su fin en el año 600
después de Cristo, cuando los francos ocupaban Francia y promulgaron la Ley
Salica que prohibió estas practicas de liderazgo entre nuestras hermanas.
En la historia peruana existe el registro de una
mujer conocida como Isabel Capullana: "mujer contestataria, que en el año
1578 se negó a reconocer al padre Melchor Morales como Párroco de Catacaos, por
lo cual el religioso se fue en queja ante el alcalde Ruy López, que, a su vez,
se vió precisado en conminarla". (Monografia de Reynaldo Moya Espinoza).
Julio Yovera grafica literariamente, en su
testimonio, la resistencia de los tallanes ante los ataques del invasor. Los extranjeros decapitaron a los curacas e
hicieron llorar a Wallac y Mec Non, los dioses de los tallanes.
Aprendemos historia inédita en la poesía de Julio
Yovera y los versos de "Testimonio para Micaela" deberían ser la
apuesta cristalina para aquellos que se propongan un verdadero Plan Lector, uno
que asista a la liberación de la dominación cultural, que se nos ha impuesto, en
el sistema en el cual vivimos.
"Testimonio para Micaela" es un libro
bien estructurado, de exquisito tiempo métrico que concuerda con el último
acento del verso.
"Ahora los aventureros invasores
exigían tributos, bienes, oro
tierras para un monarca que gritaba:
'En mis dominios jamás se opone el sol'.
En esta explendida obra encontramos una actitud
lírica que corresponde al hablante coincidente con el yo, con el nosotros. Y
así el poeta reflexiona y nos dice:
"La atmosfera olía a polvora, a excremento
de caballo.
Sobrevino una plaga
que duró siglos
espinos sembraron en el llano,
cadenas en el alma.
A pesar de todo,
no sucumbimos, Micaela,
Y aquí estamos".
"Testimonio para Micaela" es un canto
para la esperanza:
"Micaela un día aparecerán nuestros muertos.
Habrán de sentarse sobre la tierra.
A la vieja usanza, sacarán
del churuco las chaquiras
y bailarán la danza de la vida".
Finalizo mi comentario sobre esta enjundiosa obra
citando al gran pensador italiano Antonio Gramsci:
"Todos los hombres son intelectuales pero no todos los hombres tienen en
la sociedad la función de intelectuales". Creo que para ser verdaderos
intelectuales tenemos que enfrentarnos al statuo quo y luchar contra la
dominación cultural que ejerce la clase dominante. Termino con este sustancioso
vademecum de Julio Yovera:
"Verdes mis algarrobos verdes,
verdes como la fe de la esperanza".
Pero agrego:
"Rojos mis huarangos rojos,
rojos como los corazones de Micaela y Julio
Yovera".
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