Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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3 de enero de 2014

ISIDORO GAMARRA. AÑOS DECISIVOS

Fuente: nuestra bandera 

Publicado: 2 de Enero de 2014



Entre 1968 y el fin del siglo XX Isidoro Gamarra vivó, con la clase obrera peruana, años decisivos. A ellos se alude en el fragmento de un trabajo que en torno a esta gran figura del movimiento sindical de nuestro continente, está en preparación.

Escribe: Gustavo Espinoza M. (*)

Cuando se reconstruyó la CGTP, en junio de 1968, el Perú seguía gobernado por Fernando Belaunde, que desarrollaba una política reaccionaria pero sobre todo entreguista en relación al capital financiero y a los monopolios. Entre junio y octubre la CGTP puso esa política en su línea de mira y golpeó con fuerza al gobierno debilitando aún más su imagen entre los trabajadores. Entre julio y agosto se produjo el escándalo del Petróleo a raíz de la firma de la famosa Acta de Talara, cuya página 11 nunca fue publicada. La denuncia en torno al hecho, que también hizo la CGTP generó verdadera ira nacional y creo las condiciones para la insurgencia militar del general Juan Velasco Alvarado, hecho que ocurrió el 3 de octubre de ese año.
La CGTP, depositaria de antiguas reservas en torno al accionar de la Fuerza Armada mostró escepticismo cuando se concretó la acción de Velasco. Sin embargo, no levantó en absoluto la bandera de la constitucionalidad derrocada no solamente porque ella estaba fuertemente desprestigiada, sino porque nunca había generado beneficio alguno para los trabajadores.
El proceso de Velasco y la lucha de los trabajadores
El gobierno militar de Velasco Alvarado, sin embargo, tuvo un signo distinto e impulsó un proceso de cambios patrióticos y antiimperialistas que fuera respaldado por los trabajadores y el pueblo. La posición de Gamarra influyó también mucho en esta línea sindical de clase que asumió la CGTP sobre todo a partir de la nacionalización del petróleo, y más precisamente de la Reforma Agraria dispuesta en junio de 1969.
Gamarra no abandonó nunca, sin embargo, sus aprehensiones frente a los militares. Mostró escepticismo y desconfianza en los primeros meses de la gestión uniformada, pero poco a poco fue comprendiendo el sentido general del proceso y finalmente hizo suyos los objetivos generales del mismo. Se puede decir que maduró políticamente al ritmo del conjunto del núcleo dirigente de la Central e incluso de sus bases, que se identificaron firmemente con el proceso en marcha y lo defendieron con energía ante las acechanzas de sus adversarios.
Pese a la cercanía de la CGTP con el gobierno de entonces, la dirección de la Central tuvo apenas dos reuniones con el Presidente Velasco para discutir temas de común interés. La primera ocurrió en junio de 1971, cuando la huelga minera del centro del país y la masacre de Cobriza. Y la segunda, en octubre de 1974, cuando ya Velasco estaba baldado luego que se le amputara una pierna. En ambas ocasiones, la reunión fue cordial, pero también dura en la asunción de posiciones. Ni Gamarra, ni los dirigentes de la CGTP que lo acompañaron, cedieron nunca en materia de principios ni conciliaron. Respaldando claramente el proceso, mantuvieron distancia, respetuosa pero firme en el manejo de los problemas de los trabajadores y en el análisis de la situación del país. Esto fue una constante a lo largo de los siete años de la gestión velasquista.
En el periodo la CGTP creció significativamente y desarrolló una actividad sindical y política de gran resonancia. Desarrolló cuatro congresos ordinarios (1968, 1971, 1974 y 1976) y 1 congreso extraordinario, en 1969, en el que Gamarra pasó a desempeñar el cargo de Presidente de la Central. En cada evento se constató el crecimiento orgánico de la CGTP que en 1976 representaba a 500 mil trabajadores y tenía una significativa influencia social y elevado prestigio tanto en el plano nacional cono en el internacional. Gamarra representó a la Central en los Congresos de la Federación Sindical Mundial a partir de 1969 y fue incorporado, en reconocimiento a su aporte y la fuerza de la entidad que representaba, al Consejo General de la FSM. En el Perú, fue condecorado con le Orden del Trabajo por el ministro del sector, el general Pedro Sala Orozco.
No obstante hoy puede afirmarse que cuando el 29 de agosto de 1975 Velasco fue desplazado del gobierno por Morales Bermúdez, tanto la CGTP como las otras fuerzas que respaldaron el proceso, se equivocaron, por cuanto el nuevo régimen no fue concebido para profundizar los cambios, sino para retroceder y capitular. Debió entonces no solamente no ser apoyado, sino más bien denunciado y combatido por los trabajadores. Pero eso sólo ocurrió 4 meses más tarde, cuando la CGTP lideró un Paro General en Lima y Callao el 29 de diciembre de 1975. Ese Paro, que fue exitoso y combativo, fue la antesala de lo que sería una jornada de lucha mucho mayor: el Paro Nacional del 19 de julio de 1977.
Ante el derrumbe de las transformaciones progresistas
La Jornada de Lucha más significativa en el periodo ocurrió, en efecto, el 19 de julio de 1977, cuando la fuerza de las circunstancias impuso el Paro Nacional en protesta por la política del nuevo gobierno. La esencia de esa política, como se dijo sin rubor, fue la “reinserción del país en el sistema financiero”, es decir, el retorno al tutelaje del Fondo Monetario, el BID y el Banco Mundial. El Paro fue contundente, pero también violentamente reprimido por el régimen. El local de la CGTP fue allanado y quedó en manos de la policía por casi dos meses. Gamarra fue perseguido por la policía debiendo trabajar en condiciones de clandestinidad, pero no desmayó en el cumplimiento de sus tareas.
No obstante su edad -tenía ya 70 años- Gamarra jugó un rol descollante en la defensa de las posiciones de clase de la CGTP también después del Paro. El surgimiento de otras corrientes de izquierda que tomaron cierta fuerza por el giro político del país y la lentitud que mostró la CGTP para adaptarse a las nuevas circunstancias, generó un cierto desconcierto en la esfera sindical, pero el prestigio de Gamarra permaneció intacto, razón por la cual, cuando se realizaron las elecciones nacionales para la Asamblea Constituyente, en 1979. Ese mismo prestigio hizo que se le considerara, en los comicios generales de 1980 como integrante de la fórmula presidencial que encabezara el general Leonidas Rodríguez Figueroa, en representación de la entonces llamada Unidad de Izquierda, germen de lo que sería después Izquierda Unida.
En la década de los 80 Gamarra continuó su trabajo en la CGTP. Mantuvo sus funciones y cumplió abnegadamente con sus responsabilidades. Enfrentó dos etapas distintas, pero también complejas: el segundo gobierno de Fernando Belaunde, y el gobierno aprista liderado por Alan García. Ante ambos mantuvo una nítida posición de clase en la que preservó la independencia de la Central. No capituló ante las presiones oficiales, ni concilió con las autoridades de turno.
Igualmente hizo frente a la ofensiva terrorista atribuida a Sendero Luminoso y a las acciones radicales del MRTA que se expresaron con distinto signo en el periodo. Condenando firmemente el terrorismo, fue sin embargo plenamente solidario con los trabajadores que sufrieron las consecuencias del mismo en sus dos variantes: el de los grupos terroristas, y el del terrorismo de Estado.
En el seno de su Partido, sin embargo, fue relegado injustamente. Hubo quienes lo consideraron “obsoleto” y “acabado”, y que no estimaron su contribución política ni su aporte a la lucha social. Esta situación se agravó a comienzo de los 90, cuando Jorge del Prado dejó la conducción del Partido. En marzo de 1992 Gamarra fue considerado “Presidente de Honor” de la CGTP, función que mantuvo hasta su muerte, ocurrida el 30 de marzo de 1999. En diciembre de 1992 fue asesinado Pedro Huilca, Secretario General de la CGTP, hecho que conmovió profundamente a Isidoro.
La crisis y la ofensiva del fujimorismo
Esta última etapa de Gamarra fue ciertamente dura y difícil. Vivió en condiciones de pobreza, aunque finalmente fue ayudado por sus familiares y algunos camaradas del Partido. Mantuvo formalmente cargos partidistas pero dedicó su esfuerzo principal a concurrir al local de la Central Obrera y a los actos que se desarrollaban en el gremio de la Construcción. En 1996 estuvo en el local de Construcción Civil cuando visitó esas instalaciones Alberto Fujimori en calidad de Presidente de la República. El mandatario lo buscó expresamente para saludarlo, pero Gamarra lo recibió secamente y con marcada distancia.
Aunque en sus últimos tres años de vida -entre 1996 y 1999- estuvo frecuentemente enfermo, se esforzó mucho por continuar sus actividades. En las oficinas de la CGTP recibía a los trabajadores y orientaba diversos casos procurando ser útil a la organización sindical. En enero de 1999 resolvió viajar a Trujillo para una visita familiar que fue una suerte de despedida premonitoria de los suyos, ya que en febrero de ese año su salud se agravó y debió ser internado a comienzos de marzo en el Policlínico Sabogal del Seguro Social del Callao. Allí falleció a las 7 y 30 de la noche del 30 de marzo de 1999.
En vida, Gamarra recibió diversos reconocimientos, pergaminos y medallas de gobiernos e instituciones públicas. Dio conferencias en el centro de Altos Estudios Militares del Perú -el CAEM- por invitación de los mandos castrenses y asistió a numerosos eventos internacionales y nacionales. Hombre modesto y de excepcionales cualidades personales y honradez a toda prueba, se ha convertido en símbolo de un estilo de gestión sindical que debiera ser imitado, sobre todo en circunstancias como ésta, cuando el movimiento sindical peruano afronta una compleja crisis de representatividad.
Aunque los años han pasado, el recuerdo y la imagen de Isidoro Gamarra viven en las acciones de lucha de los trabajadores. Fue, sin duda, el más importante dirigente sindical peruano del siglo XX. En el marco de la nueva ofensiva del capital, su emblemática figura se hará crecientemente indispensable.

(*) Secretario General de la CGTP. 1969-1976)

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