Tres Gracias, Botticelli |
Por Josè Carlos Mariàtegui
Renacì en tu carne cuatrocentista como la de la Primavera de Botticelli. Te elegì entre todas, porque te sentì la màs diversa y la màs distante. Estabas en mi destino. Eras el designio de Dios. Como un batel corsario, sin saberlo, buscaba para anclar la rada màs serena. Yo era el principio de muerte; tù eres el principio de vida. Tuve el presentimiento de ti en la pintura ìngenua del cuatrocientos. Empecè a amarte antes de conocerte, en un cuadro primitivo. Tu salud y tu gracia antiguas esperaban mi tristeza de sudamericano pàlido cenceño. Tus rurales colores de doncella de Siena fueron mi primera fiesta. Y tu posesiòn tònica, bajo el cielo latino, enredò en mi alma una serpentina de alegrìa. Por ti, mi ensangrentado camino tiene tres auroras.* Y ahora que estàs un poco marchita, un poco pàlida, sin tus antiguos colores de Madonna toscana, siento que la vida que te falta es la vida que me diste.
*Se refiere a sus tres primeros hijos. A la sazòn no habìa nacido el cuarto y ùltimo de ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario