Sociólogo - Escritor

El material de este blog es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformarnos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya al periodismo independiente. Es tuyo.

"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
email address:
jorgealiagacacho@hotmail.co.uk
https://en.m.wikipedia.org/wiki/Jorge_Aliaga_Cacho
http://www.jorgealiagacacho.com/

9 de abril de 2025

Magda Portal

SERIE DE CONFERENCIAS DICTADAS EN LA UNIVER-SIDAD DE PUERTO RICO, CENTROS CULTURALES Y OBREROS DE SANTO DOMINGO, SANTIAGO,
LA VEGA EN LA REPUBLICA DOMINICANA Y EN BARRANQUILLA, COLOMBIA, DURANTE LA GIRA DE CAMPAÑA ANTIMPERIALISTA REALIZADA EN 1929 POR LA AUTORA.
DESARROLLO ECONOMICO DE LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTE AMERICA
La situación de la América Latina frente al desarrollo económico de los Estados Unidos de N. A. es semejante a la de China. frente a los imperialismos de Inglaterra, Japón, Italia, Francia, y posteriormente Estados Unidos de N. Α.

América Latina, un vasto continente con un suelo rico, inexplotado, con sistemas de gobierno aparentemente republicanos y democráticos, pero efectivamente feudales y oligarcas, carente de industrialismo, es una de las grandes presas codiciadas por el capitalismo mundial.

Europa industrializada, pero sin muchas de las materias primas que necesitan sus industrias y que obtiene de sus colonias y de América, ha visto en la posesión de estos pueblos un mercado y un almacén de grandes perspectivas. Inglaterra no viviría si no tuviera los productos alimenticios que le van de la India, de Egipto y muchos de Argentina. Inglaterra el primer país imperialista de la anteguerra, el árbitro económico del mundo en esa época, ha comprendido que solo con la conservación y la extensión de su dominio colonial, podrá seguirse manteniendo como Imperio. América Latina posee, ya lo hemos dicho, todo lo que el viejo mundo no tiene: materias alimenticias las más variadas, como trigo, azúcar, arroz, cereales, posee maderas finas de las mejores calidades, algodón, lana, tiene la enorme cordillera de los Andes y el sistema de montañas de Centro Amé rica y México que son verdaderos depósitos de metales preciosos. Tiene además, y quien sabe si éste sea uno de los aspectos más importantes de la lucha imperialista de nuestros tiempos, abundantes depósitos de petróleo en el subsuelo. En una época no lejana, el primer país del mundo económicamente, que es lo básico, era el que poseía carbón. Y el carbón lo tenía Inglaterra. Todos los países debían recurrir a Inglaterra para aprovisionarse de este combustible. Inglaterra poseía la mayor marina mercante del mundo, era la reina de los mares, por su posesión de carbón. Pero la época del carbón pasó y la sustituyó la época del petróleo. Y en petróleo Inglaterra también ocupa uno de los primeros puestos en el mundo, pero no el primero, que lo tiene Estados Unidos de Norte América. Parece ser que el petróleo abre las puertas del futuro dominio económico del mundo. El economista Scott Nearing dice: "El triunfo de la guerra futura, la que preparan las grandes potencias imperialistas, será del que posea mayor cantidad de petróleo".


El industrialismo ha precipitado a las grandes potencias productoras a dos amenazas de crisis: la superproducción, y la falta de materias primas. La primera se remedia poseyendo la mayor cantidad de mercados donde colocar los produc-tos manufacturados; la segunda, poseyendo, la mayor cantidad de almacenes de materias primas, es decir, de pueblos coloniales de donde tomarlas. La superproducción engendra a su vez la supervalía, y esta también puede convertirse en crisis, menos peligrosa, pero siempre temible. Los capitales excedentes deben, pues, ser colocados, y para colocarlos hay que buscar la mayor suma de probabilidades de que se multipliquen, y la menor, de que se pierdan.

Esto crea la necesidad de invertirlos en países donde por sus condiciones económicas, el capital extranjero sea mirado con los mejores ojos, y donde se le pueda controlar. Es decir, en pueblos semi coloniales y sin industrialismo.

¿Qué otro país después de China y el Africa, que la América Latina?

América Latina que posee los mejores climas, los mas adaptables a los europeos, los productos más variados y ricos, el suelo más fértil del mundo? América Latina donde la vida está comenzando, donde el industrialismo no existe, con sistemas de gobierno oligarquicos, fáciles al soborno y donde por las razas, la herencia española, y tal vez, el clima, se mantiene a sus habitantes en una especie de indiferencia morbosa, inactivos, soñolientos?

Antes de la guerra, las potencias imperialistas europeas vieron crecer y agigantarse el fantasma de Alemania. El gran país teutónico, no tan grande por su extensión territorial como por su audacia avasalladora, con aquella potencialidad enérgica que le colocó a la cabeza de los pueblos del mundo, iba soberbiamente a la conquista de una preponderancia económica, peligrosa para las miras de los otros países imperialistas. Era soberbia excesiva, estando de por medio los intereses de toda Europa, que, a parte de sus viejas disputas, se unían para aplastar al nuevo imperio económico. De otro lado, un país novísimo, donde se amalgamaron todas las razas europeas para dar un producto extraordinario de dinamismo y de fuerza, aunque amorfo como civilización, observaba los movimientos de las potencias europeas.

Los Estados Unidos del Norte de América antes de la guerra, eran deudores de Europa, y sus industrias y comercio dependían en gran parte de los mercados europeos. Al estallar el conflicto, Estados Unidos se colocó en la posición cómoda del observador, y en la reñida disputa, dejó que la suerte decidiera, no sin estar seguro de que era inevitable dejar su neutralidad. La suerte parecía que iba a ser con-traria a las potencias aliadas, y que un solo Imperio, el alemán, iba a coger las riendas del mundo. Los capitalistas yanquis, alimentadores de la guerra con sus armamentos y sus productos industriales, miraban ansiosamente el curso de la contienda, como ante el juego salvaje de dos hombres en la arena.

Ciertamente, era un match de box.
Mientras tanto 14 millones de hombres Jovenes, obreros, campesinos, proletarios fanatizados por la literatura patriotera de la
guerra, contingentes de las colonias, eran asesinados por defender los intereses de los capitalistas europeos, los directores de la matanza trazaban planes sobre las posesiones de hierro, de acero, de carbón, de petróleo.

Después de la guerra, los aliados de la última hora,
que decidieron la victoria cuando todo hacia creer que Alemania triunfaría con su empuje asombroso, los Estados Unid que llenaron las últimas trincheras con soldados coloniales -muchos fueron de Puerto Rico, de Filipinas, de Hawai- para decidir el triunfo del más grande poder imperialista: los Estados Unidos de Norte América quedaron en posesión de acreedores del mundo. Vencieron ellos como nunca se lo hubieran soñado las potencias. Y es desde el final de la guerra que se declara abiertamente la preponderancia económica del Imperio Yanqui, sobre los otros imperios económicos de la tierra.

Ahora sí con mayor autoridad, Estados Unidos de Norte América declaró sus miras sobre China, y señaló bien precisamente sus derechos sobre la América Latina. Europa quedaba descartada prácticamente de todo intento de penetración económica o dominación colonial en los pueblos de América Latina, que por obra del Canal de Panamá y por obra de la doctrina Monroe, quedaba bajo la tutela del Imperio Yanqui. Los productos europeos empezaron a disminuir en los mercados latinoamericanos, y el capital inglés a ceder bajo la presión del yanqui.

Pero no es desde la guerra que la influencia imperialista de Estados Unidos de Norte América, se deja sentir sobre los pueblos de América Latina. La guerra no señala sino la intensificación de este imperialismo. Ya a principios del siglo pasado Estados Unidos de Norte América, busca la forma de extender sus fronteras territoriales y obtener posesiones coloniales. Y en 1845, 48 y 53. inicia la desmembración del territorio mexicano, anexándose más de la mitad del total de
la extensión del pais Mexicano. Y avanzan sobre el vasto sector del Mar del Caribe.
Los ambiciosos proyectos de dominación colonial de los Estados Unidos de Norte América, persiguen la mayor cantidad de colonias, donde poder colocar sus productos manufacturados, sus capitales excedentes, y donde conseguir materias primas. Y una vez obtenidas, necesitan también asegurarse la posesión de ellas.

El Mar Caribe, el Mediterráneo de América, era el dominio estratégico para vigilar convenientemente las posesiones de América. Y del Mar Caribe, por el Canal de Panamá, para mirar frente a frente las posesiones de China.

El Mar Caribe además, posee islas riquísimas, magnificas como estaciones navales y puertos de defensa. Una de ellas, de inmejorable situación, frente al Golfo de México, es Puerto Rico. Además, Puerto Rico posee azúcar, café y tabaco. Es pues una de las primeras adquisiciones de los Estados Unidos de Norte América y uno de sus más ricos dominios coloniales. España cedió a Puerto Rico como botín de guerra a los Estados Unidos, antes que concederle la independencia, como se cede un objeto cualquiera, y le cedió sin consultar la opinión de sus habitantes, como se vendian las haciendas de los latifundistas españoles en las colonias de América Latina, incluyendo en el contrato a los campesinos al igual de las bestias de carga. Los mansos trabajadores de Puerto Rico pasaron del dominio oprobioso de la Colonia española, al dominio brutal de las corporaciones yanquís. Los dos igualmente succionadores de las energías del trabajador puertorriqueño, los dos con la sola mira de obtener el mayor provecho posible sin importarles la situación de los verdaderos productores de la riqueza.
A la posesión de Puerto Rico, a la anexión del norte de México, a la compra de las Antillas Menores que estaban en poder de Dinamarca, siguió la enmienda Plat en Cuba, las intervenciones y ocupación de Haiti y Santo Domingo, la falsa independencia de Panamá y la entrega de la zona del Canal, las intromisiones en Nicaragua para construir otro canal al servicio del comercio y de la marina de guerra yanqui. Es decir, que en un espacio de tiempo relativamente corto, Estados Unidos de Norte América, se apoderó de todo el vasto sector que abraza el Mar Caribe, controlando así el paso de los barcos europeos y alejando la competencia del comercio europeo en el Mar Pacífico.
Con la dominación colonial del Sector del Caribe, los Estados Unidos del Norte impusieron su dinero en empréstitos, en corporaciones, en grandes empresas explotadoras. Nos impusieron, además, la producción de ciertas materias primas que ellos necesitaban, suprimiendo la producción de los artículos alimenticios de más inmediata necesidad para el pueblo. Se intensificó la producción del azúcar, del café, del tabaco, limitando las plantaciones de legumbres, cereales, frutas, hortalizas, etc., imponiéndonos por añadidura sus productos alimenticios malos, caros y a destiempo.
Cuba, pais eminentemente productor de frutas, no come sus frutas, sino las de California. Puerto Rico, se alimenta con los productos yanquis, mucho más caros y de inferior calidad a los que, en último término, podría obtener de Europa. si se le permitiese comerciar con ella. Y así en todos los pueblos coloniales o semicoloniales de esta extensa Zona.
Los Estados Unidos del Norte poseen almacenes de materias primas, mercados para gran parte de sus productos manufacturados y campo para las inversiones de sus capitales.

No hay comentarios: