Retrato de María I de Estuardo realizado por el pintor François Clouet entre 1558 y 1560 |
Por André Kervella
La francmasonería moderna emprende el vuelo en el curso del siglo XVII, cuando los Estuardo ejercen el poder en los tres reinos de la Gran Bretaña. Después de 1689, esta se transforma bajo los efectos de una revolución que los fuerza al exilio. A partir de entonces, dos tendencias entran en rivalidad más o menos viva. Por una parte están las logias de los precursores estuardistas; por otra, las de sus vencedores políticos, denominados hannoverianos, a partir de 1714.
Con el apoyo de los archivos de la época, durante largo tiempo desconocidos o ignorados, esta obra vuelve a trazar las diferentes etapas de un recorrido que empieza bajo el reinado de Jacobo I (1603-1625) y termina con la muerte de Carlos-Eduardo Estuardo en 1788.
En teoría, la política está supuestamente ausente de los compromisos masónicos individuales; en la práctica, la política determina muchos de ellos. Se puede comprobar cuando la mayor parte de los rituales elaborados al hilo del transcurrir de los decenios, toman prestadas del Antiguo Testamento, escenas de éxodo, de errante vagabundear y de reconquista, para compararlas precisamente con los infortunios que sufrieron los Estuardo y sus partidarios.
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