Jorge Aliaga Cacho y José Luis Villacreses Vinueza, en Huacho, Lima, Perú |
PLEGARIA
Gracias Señor por la vida que me diste
de vivencias que marcaron mi camino,
por recuerdos titilantes que se han ido
y la sonrisa que en mi rostro esculpiste.
Por la cuerda sensible que me has dotado
y el espíritu humilde de paz y calma,
para escribir con tu sangre trozos de alma
que tiñendo mi corazón han fermentado.
Como no darte las gracias mí Maestro
ya que vivir no solamente es existencia
es dejar en cada paso nuestra huella,
es compartir con todos …El pan nuestro.
Más humano de lo que soy desearía ser,
para lavar como tu los pies de los mendigos,
cicatrizar bien los corazones heridos
y el bálsamo de pobres quisiera yo tener.
Solo entre lágrimas; Señor se te divisa,
como la adúltera que tú le perdonaste
como el ladrón bueno que tu no le olvidaste
y cargaste la cruz que cegó tu vida.
Estas en el aire y en el cántico del río,
en lomo del viento y en suspiros de amor
en aromas de frutas, en perfumes de flor,
en el mar, en lágrimas y gotas de rocío.
En la exhalación del que muere y nace
fabricando genes que soplas con misterio,
haces diamantes de arena en cautiverio
y en primavera das colores al paisaje.
Se te olvidó ¡Oh Señor! recomendarles
a los que rompen sin piedad el reglamento
de la ley universal, contaminando el viento
y el agua que nutre la vida que creaste.
Ya no permitas por favor que continúen
los destrozos con maldad al universo,
que no exista más el sufrimiento ajeno
y elimina la crueldad entre los hombres.
Que nunca impidan a la gaviota el vuelo
ni detengan al sol en su bello ocaso,
que las olas dancen en rítmico abrazo,
mientras la luna trasnochando cante al cielo.
Amen
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