Por José Pablo Quevedo
(Para Jorge Aliaga Cacho)
Flexibles cabelleras de coral de fuego,
cuerpos de luz formados por las nubes,
ellas infinitas corren por los cielos,
y en la orilla orillera hacen reposar los sueños.
En una y otra nube, a veces, nos detenemos,
percibimos las aves en sus crucificciones,
al sol artífice que mil obras pinta de colores,
y tomamos el tiempo para meditar un poema breve.
Los símbolos que vemos sobre las arenas
son alfabetos dejados por las olas,
ellas se yergen altas sobre rocas sólidas,
forman el río regresivo de la memoria.
Para ver los ríos que confluyen, cada vez,
en deltas liberados por la América,
a los eurocentristas les aconsejamos:
que las gafas del día no deben ser cetrinas,
cuando una y otra ola en los pueblos hagan cadenas.
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