Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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jorgealiagacacho@hotmail.co.uk
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http://www.jorgealiagacacho.com/

29 de febrero de 2016

Homenaje a Luís de la Puente Uceda

Luis de la Puente Uceda

Jorge Aliaga Cacho
Jorge Aliaga Cacho, escritor y sociólogo, fue Presidente de la Asociación de Trabajadores del Intstituto Nacional de Cultura, Estudio en las universidades de: Glasgow, St Andrews, y Edimburgo. Ha sido profesor y catedrático en instituciones educativas del Reino Unido, incluyendo el prestigioso George Heriots de la ciudad de Edimburgo. Ha publicado Terrorism in Peru, Jananti, Edinburgh, The destiny of North America, Prontaprint, Edinburgh. Essays of Resistance, Jananti, Edinburgh, Secreto de desamor, Renteria Editores, Lima. Mufida, La angolesa, Ediciones Altazor, Lima. Poemas de Ayer y Hoy, Convenio "Andrés Bello", Ed. por Javier Alfredo Amado del Pozo, Bolivia. Ha sido incluido en las muestras Cuando los caminos se juntan, Tendiendo puentes, La nueva ola, (Vicio Perpetuo Vicio Perfecto, Lima), Poesía y Narrativa Hispanoamericana del siglo XXI, Lord Byron Ediciones, Madrid. 

Mesa Pelada

Por Jorge Aliaga Cacho

Tenía dieciocho años cuando salió de Edimburgo.  Iría a luchar como voluntario en la Guerra Civil Española.  La gente se preguntaba cómo un joven de dieciocho años, con toda una vida por delante, podía llegar a la determinación de ir a pelear con la muerte, en un país lejano donde podría perder la vida.  Tommy, que así se llamaba el joven, al igual que miles de jóvenes británicos, pensaba que el fascismo, de no ser confrontado en España, seguiría su marcha expansionista, y de muerte, a otras ciudades de Europa y posiblemente llegaría, con su ola macabra, a Londres, Glasgow o al mismo Edimburgo.  Tommy vivía en Nehaven, un barrio de pescadores enclavado en una linda ensenada.  En ese lugar se comía buen pescado frito acompañado de cebollas enanas y papas fritas. Los jóvenes esperaban al sábado para ir al estadio de Easter Road.  Si tenían suerte podrían ver ganar al Hibbs sorbiendo su caldito de carne de res, Bovril, para combatir el frio. Podrían también alistar sus palos de golf e ir al Leith Links.
Cómo sucedió que estos jóvenes dejaran esos privilegios para un día ir a España, agenciarse un fusil, un casco militar, algunas municiones, e ir a enfrentarse a las hordas fascistas que amenazaban España.

Tommy, David y Alistair llegaron a Madrid. Allí recibieron instrucción militar. Juntos partieron de allí a Jarama pero, al poco tiempo, fueron capturados en combate un 17 de febrero, a diez días de haberse iniciado la batalla.  Entre los prisioneros, lo averiguaron después, se encontraba un irlandés ascendido a comandante por su valentía y arrojo. Stuart era su nombre. Lo encontraron desangrando a las orillas del río Jarama, tenía impactos de bala. Los cuatro jóvenes fueron sentenciados a muerte. Cada mañana los fascistas los sacaban al patio de la prisión. Cada día noventa prisioneros eran seleccionados para ser fusilados ese mismo día. Eso les decían malévolamente. Luego les colgaban en el cuello unas soguillas que llevaban un papel numerado.
Primero decidirían si serían los números pares, o los impares, quienes ‘jugarían’ ese día. Luego harían la ruleta rusa. Cargaban los tambores de la pistola con una, dos o tres balas.  Los sobrevivientes, de salir vivos, después de sortear la descarga, serían informados de la fecha que regresarían al ‘juego’.  Pasados dos o tres días, los presos serían puestos en línea, recostados contra un muro blanquizco.  Allí esperaban nuevamente el resultado del azar. Al mediodía los sobrevivientes tendrían que enterrar, por lo menos, a diez hombres que habían sido seleccionados para recibir un disparo de bala por la boca.
Todos los días, sus captores, les anunciaban la muerte: ‘hoy día van a morir’, les decían. Pero el destino quiso que, a los jóvenes, les acompañara la suerte.  Pues, llegó un día en que fueron canjeados por prisioneros franquistas. Se habían salvado. Un periódico británico de la época, The Daily Mail, publicó una fotografía en primera plana. La instantánea los mostraba en cuclillas sobre la plataforma de un camión militar descubierto.  El titular amenazaba: ‘Si regresan a España los fusilan’. Cuando llegaron a Edimburgo a Stuart le amputaron una pierna.  El valeroso brigadista lloró, pero no por la pérdida de su extremidad sino por la impotencia que sentía de no poder regresar a España para continuar en la lucha. Ésta tragedia no amedrantó a los otros jóvenes que, al poco tiempo, alistaron sus valijas y regresaron al frente. A la semana de llegar a España, David y Alistair fueron acribillados en batalla. Tommy también fue emboscado, herido de bala y tomado nuevamente prisionero.
Sus amigos en Escocia se volvían a preguntar ¿Qué habría hecho regresar a estos jóvenes a España después de haber salvado sus vidas? Moira, hermana de Tommy, que también se había alistado como brigadista recordaba que Tommy, al llegar a Edimburgo, había participado en una reunión de trabajadores en la cual pidió a los pescadores que se enrolen en las brigadas internacionales.  Los arengó diciéndoles: ‘Si todos los jóvenes que hoy me escuchan hubieran visto lo que yo he visto en España, estoy seguro que no vacilarían un instante y se unirían a la lucha antifascista’.  Tommy les anunciaba su pensamiento político.  Elegía la acción en lugar de la retórica.  En la reunión efectuada, en el Centro Comunal de Newhaven, Tommy había informado a su audiencia que Hittler había enviado 16,000 hombres para combatir a la república española y, 'que por si esto fuera poco', treinta compañías anti tanques. También les dijo que Mussolini había enviado, con el mismo fin: 55, 763 hombres cincuenta mil hombres y tres aviones. Tommy, agitado, les urgió a que se enrolaran a la causa republicana.  Se levantó de su asiento y gritó afónico: ‘¡No pasarán!  Juntos, unidos, no los dejaremos pasar’.  Tommy continuó: ‘que en esos momentos estaban muriendo muchos defensores de la democracia’. Acusó que habían viajado para derrocar al gobierno veinte mil mercenarios portugueses y seis cientos mercenarios irlandeses. Él no sabía que en ese momento todos los jóvenes de la asamblea, incluyendo un grupo de enfermeras como Moira, se habían enrolado ya en las filas republicanas.  Era un día frío que se entibió con el corazón de esos jóvenes descendientes de, ‘Corazón Valiente’, William Wallace.
De otras partes del mundo también habían salido, con dirección a España, simpatizantes de la república: Diez mil jóvenes franceses. Cinco mil entre alemanes y austriacos. Tres mil trescientos cincuenta italianos. Dos mil ocho cientos estadounidenses. Dos mil británicos. Dos mil rusos. Mil canadienses, mexicanos y también dos o tres peruanos. Tommy había tenido la oportunidad de conocer, precisamente, a un poeta peruano de mirada profunda, el poeta activaba en el Socorro Rojo, ayudaba a los voluntarios a cruzar la frontera francesa; hacía labores de prensa. Se habían saludado en francés, juntos cruzaron los bordes fronterizos con dirección al frente de Madrid. El poeta, se había declarado comunista, reía al ver llegar al contingente de habla inglesa.  Su cabellera era negra, lacia y brillante. J´me pal César Vallejo, les dijo riendo, palmeándoles el hombro, y volviendo a reír.

Éstos jóvenes habían asumido la defensa de la libertad mostrando así su congénito humanismo. Muchos no volverían cuando terminó la guerra.  Solo Tommy y su hermana regresaron a Escocia para contar la historia.  En el local de los trabajadores, el Edinburgh Trades Council, Tommy dijo: ‘Los escoceses debemos sentirnos orgullosos de haber contribuido con nuestro grano de arena para defender la democracia’.  Continuó: ‘Los escoceses conformamos sólo el diez por ciento de la población del Reino Unido pero hemos contribuido con el veintitrés por ciento de los combatientes británicos’.  Siguió:‘Sépanlo todos’, dijo, con lágrimas en los ojos, al recordar a sus camaradas caídos en combate. ‘De los dos mil voluntarios británicos’, dijo haciendo una pausa: ‘perdieron la vida quinientos’.  Luego respiró hondo y dijo: Mil doscientos brigadistas hemos regresado heridos. En el esplendor de la noche Tommy esgrimió su grito: ¡Viva la república! El puerto y sus pequeñas embarcaciones, ese día de invierno, lucían engalanadas, como queriendo rendir tributo a los hijos caídos.

Los años siguientes, Tommy, se destacó como miembro activo del Trades Council de Edimburgo, en una coordinadora sindical que organizaría un evento anual de homenaje a los brigadistas internacionales.  Al evento se le denominó: ¡No pasarán! Pasaron varios años.  Pasaron las guerras mundiales. Llegó la década de los sesenta.  Un año, el día del ¡No pasarán! Moira llorando dijo que acababa de recibir un cablegrama anunciando que Tommy, su hermano de 45 años de edad, había muerto.  El cable decía que Tommy había sido encontrado, tirado al borde de una quebrada, sonriendo, llevaba heridas mortales por todo el cuerpo. El cable daba cuenta que Tommy había viajado al Perú para conocer la tierra del poeta con quien viajara a Madrid y que había muerto hace varios años en París. En el Perú, Tommy, había conocido a un hombre flaco, blanco y alto, casi de su misma edad, que le dijo ser paisano del poeta.  El hombre usaba lentes gruesos. Tommy lo escuchó hablar en un mitín en la Plaza San Martín de la ciudad de Lima.  Aunque no entendía bien el español, entendió que ese hombre llamaba a la lucha armada para terminar con las injusticias que sufría el campesinado peruano. Con cuarenta hombres Tommy llegó al Cusco.  Habíase enrolado en la guerrilla peruana liderada por ese hombre flaco y alto, llamado Luís.  A los pocos días de acción cayeron en una emboscada, en el Cusco, cerca al Valle de La Convención. Moira anunció que el lugar donde encontraron a Tommy se llamaba Mesa Pelada. El hombre alto, el líder de lentes de lunas gruesas, se llamaba, dijo: ´Luís de la Puente Uceda´.

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