SEMINARIO INTERNACIONAL: “JOSÉ CARLOS MARIATEGUI Y CAIO PRADO JÚNIOR: DOS VISIONES DEL SOCIALISMO LATINOAMERICANO” (15-17 DE JUNIO 2010 EN LA UNIVERSIDAD FEDERAL DE RÍO DE JANEIRO Y EN LA UNIVERSIDAD DE CAMPINHAS EN SAO PAULO (BRASIL). Por: RENÁN RAFFO MUÑOZ*
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1. ¿QUIEN FUE JOSÉ CARLOS MARIATEGUI LA CHIRA?
Fue un peruano extraordinario, cuya vida y obra revolucionaria despiertan la más profunda admiración y respeto entre millones de hombres y mujeres del Perú y del mundo. El “Amauta” como también se le conoce por haber sido el maestro y guía del proletariado peruano, fue un hombre integral y multifacético, pero sobre todo, un profundo y exhaustivo conocedor marxista de la realidad peruana, ideólogo y conductor revolucionario.
Nació en 1894, y para decirlo en el lenguaje vital y ardiente de don Miguel de Unamuno, vivió “una vida agónica”, es decir, en lucha contra la vida misma y contra la muerte. Murió tempranamente en Lima, en abril de 1930, cuando aún no había cumplido 36 años de edad.
En su tumba aparece grabada en piedra la frase de su amigo Henri Barbusse: “¿Sabéis quién es Mariátegui? Pues bien, es una nueva luz de América. El prototipo del nuevo hombre americano”.
A los siete años, sufrió en la escuela una lesión en la pierna derecha que lo dejó lisiado de por vida; más tarde, empeoró su lesión y tuvieron que amputarle esa pierna para salvarle la vida. En relación a ese pasaje de su vida, escribiría el Amauta: “En 1924 estuve a punto de perder la vida. Perdí una pierna y me quedé muy delicado. Habría seguramente ya curado del todo con una existencia reposada. Pero ni mi pobreza ni mi inquietud espiritual me lo consienten”.
A todas esas vicisitudes, habría que agregar la sañuda acción represiva que tuvo que enfrentar a la par de la campaña sucia de la derecha macartista dirigida a descalificarlo y satanizarlo de la manera más innoble. En dos oportunidades fue apresado y encarcelado por la dictadura que gobernó el país entre 1919 y 1930, precisamente en los años cumbres de su vida política. Se clausuró su revista “Amauta” cuando ésta ya era una voz plural y una tribuna del pensamiento crítico en el país; sin embargo, Mariátegui calificó serenamente esos graves incidentes, como simples “accidentes de trabajo”. Por eso, resulta admirable que en una vida tan corta y sacrificada haya podido, echar las bases del socialismo peruano y legarnos una obra tan monumental y prolija. Como él mismo lo dijo, su vida fue como una flecha que no podía caer sin alcanzar su meta.
A diferencia de Caio Prado Jünior, el emblemático intelectual revolucionario brasileño, descendiente, como se sabe, de una familia adinerada que le aseguró una elevada formación académica en las aulas universitarias; José Carlos Mariátegui desciende de una familia extremadamente pobre, por lo tanto, nunca tuvo la oportunidad de recibir una formación académica ni asistir a las aulas universitarias, apenas recibió los primeros años de educación básica. Su formación se debe a su espíritu autodidacta y ávido estudioso de la realidad nacional y mundial de su tiempo.
Como es conocido desde los 14 años Mariátegui empezó a trabajar como “alcanza rejones” en el diario liberal “La Prensa” y a los 17 años se hizo periodista profesional y, como dice Moisés Arroyo Posada, amigo personal y colaborador del Amauta en su artículo “El José Carlos Mariátegui que nosotros conocimos”, “fue en el barullo de la redacción del diario donde Mariátegui intensificó su autoeducación y en esa condición le cupo patrocinar y apoyar eficazmente la lucha histórica por la jornada de las 8 horas y la reforma universitaria”.
Posteriormente pasando por el diario “El Tiempo” funda su propio diario “La Razón” considerado el primer periódico de orientación socialista y la primera tribuna proletaria de América Latina.
Siendo uno de los hombres más ilustrado de su tiempo, nunca pudo ser maestro universitario. Se cuenta que a su retorno de Europa, 1923, cuando dictaba sus conferencias, sobre la crisis mundial, a los trabajadores y estudiantes en la “Universidad Popular Gonzáles Prada”, que venía a ser una universidad libre, creada por los estudiantes; los jóvenes universitarios -al ver su versación- lo invitaron para que dictara una cátedra en la Universidad de San Marcos, pero sus autoridades no lo admitieron, primero, por su mentalidad conservadora y segundo por no tener un título universitario.
2. El LEGADO DE SU OBRA
Como hemos dicho Mariátegui nos ha legado una obra escrita muy prolija y de gran valor, que versa sobre variados y diversos temas. Pero además de su obra escrita dejó, un ejemplo de vida, de consecuencia y lealtad a los principios; formó la conciencia clasista de los trabajadores, dotando a la clase obrera de dos herramientas de lucha, la CGTP y el Partido Comunista Peruano, ambos vigentes, por más de 80 años en la lucha por los nobles ideales socialistas del Amauta.
En el seminario realizado en Lima por el Instituto Cultural José Carlos Mariátegui con la participación sobresaliente de Sofía Manzano y Milton Pinheiro del Instituto Caio Prado; nuestro amigo, el sociólogo y político de izquierda Héctor Béjar, señaló con toda justicia:
“José Carlos Mariátegui es una figura integral y multifacética; podemos evocar, dijo, al Mariátegui periodista que se gana la vida con sus artículos, el activista político organizador del Partido Socialista después Comunista, el padre de una familia de hijos numerosos, el amante y devoto esposo, el empresario de Minerva editor de Amauta, el revolucionario, el teórico del Perú, el novelista y crítico literario. Es decir una personalidad integral como la suya no es sólo política, es también cultural y puede ser vista desde ángulos diversos”.
Como agudo observador de su tiempo, Mariátegui se ocupó ampliamente del panorama internacional y de algunas de sus más destacadas figuras; y como estudioso de la realidad peruana de los años 20 del siglo pasado, escribió profusamente una vasta obra de ideología y teoría política, de análisis literario, de comentario sobre arte y cine, de ensayo histórico y de debate periodístico; obra que ha sido reunida en libros como "Historia de la Crisis Mundial", "Figuras y Aspectos de la Vida Mundial", "Ideología y Política", "Defensa del Marxismo", "Peruanicemos al Perú", etc.
De regreso de su viaje de aprendizaje en Europa en 1923, identificado con las ideas del socialismo organizó la Editorial “Minerva” vigente hasta la actualidad y a través de ella publicó en 1925 “La Escena Contemporánea” y en 1927 “Siete Ensayos de interpretación de la realidad peruana”, las dos únicas obras que publicó en vida y que han pasado a la categoría de clásicos de la literatura marxista.
En 1926 funda la histórica e inigualable revista “Amauta” y en ese mismo año el periódico sindical “Labor” como herramienta de organización y educación de la clase obrera y el campesinado. El 7 de Octubre de 1928 funda nuestro Partido, el Partido Socialista, que después se denominó como hasta hoy Partido Comunista Peruano. En 1929 funda la histórica Confederación General de Trabajadores del Perú, CGTP, dotándola de una orientación clasista. Ese mismo año funda también la Confederación de Campesinos y Yanaconas del Perú.
3. MARIATEGUI Y SU TIEMPO
Los tiempos de Mariátegui fueron tiempos difíciles, fue una época de “turbulencia sistémica”, para decirlo en palabras de nuestro tiempo; pero fue también una época preñada de cambios y transformaciones.
Cuando nació José Carlos, –en las postrimerías del Siglo XIX-, empezaba a gestarse el movimiento obrero en nuestro país y el imperialismo norteamericano penetraba agresivamente en nuestra economía sentando las bases de un capitalismo dependiente con profundos rezagos semi feudales subyacentes, como diría el Amauta.
La concentración de la tierra en pocas manos y la penetración del capital extranjero imponían la modernización del agro y como consecuencia de ello surgía un vasto proletariado agrícola con ascendente conciencia de clase. Grandes oleadas de campesinos pauperizados descendían de los andes a los valles de la costa y al mismo tiempo el capital foráneo sentaba sus reales en los campos mineros y petroleros y en los centros urbanos la burguesía nativa vivía una época de expansión mercantilista.
En las principales ciudades del Perú, fundamentalmente en Lima y Callao, el surgimiento de fábricas, talleres, comercios y servicios determinaban la aparición del proletariado urbano y las primeras grandes luchas sociales por la jornada de las 8 horas y por el abaratamiento de las subsistencias.
Con la reforma universitaria se abrían las universidades al torrente de estudiantes provincianos y de capas medias, con lo cual se acrecienta la efervescencia estudiantil que después, por la influencia de Mariátegui, sería parte de la alianza obrero estudiantil.
A partir de esa aprehensión Mariátegui dirá “En el Perú actual subsisten elementos de tres economías diferentes. Bajo el régimen de la economía feudal nacida de la conquista subsisten en la sierra residuos vivos todavía de la economía comunista indígena. En la costa, sobre un suelo feudal, crece una economía burguesa que, por lo menos en su desarrollo mental, da la impresión de una economía retardada”.
Entre tanto en el escenario mundial ocurrían acontecimientos cruciales que impactarían decididamente en la vida del Amauta. Primero, el triunfo de la Revolución de Octubre que demostró las posibilidades reales de un gobierno de los trabajadores, estimulando con ello, el surgimiento de los Partidos Comunistas y Obreros en el mundo y la III Internacional Comunista. Segundo, las luchas del proletariado europeo que hallaban a los comunistas a la cabeza del movimiento obrero. Tercero, la irrupción del fascismo y el nazismo que precipitaba a la burguesía europea por los caminos de la facistización y el surgimiento del Frente Único inspirado por Jorge Dimitrov en Bulgaria y José Carlos Mariátegui en el Perú y Cuarto, el estallido en 1929 de la primera gran crisis mundial del capitalismo cuyo desenlace terminó con la segunda guerra mundial y el establecimiento del actual orden mundial, sacudido hoy por una nueva crisis de onda larga de dimensiones planetarias.
Todo esto configuraba una intensa lucha de clases, en todos los planos, al calor de la cual se fue fraguando la conciencia revolucionaria del Amauta JCM.
4. LA VISION SOCIALISTA DE MARIATEGUI
A Mariátegui, se le conoce como el fundador de las ideas socialistas en el Perú y junto con Antonio Mella –fundador del Partido Comunista de Cuba- como los primeros marxista de Latinoamérica.
Él había dicho, al retornar de Europa en carta dirigida a su amigo Samuel Glusberg: “Tengo una declarada y enérgica ambición, la de concurrir a la creación del socialismo peruano”. Ello muestra que Mariátegui, no vino con la pedantería de los pequeño burguesa “a hacer la revolución”, vino con modestia a contribuir al advenimiento del socialismo en el Perú. No vino “a aplicar consignas” ni hacer calco y copia del socialismo que se construía en Rusia y en Europa del Este, vino con ideas claras y pertrechado del método marxista a estudiar, en actitud aprehensiva de la realidad nacional y descubrir las leyes de su desarrollo y sobre esa base a construir un proyecto socialista con características propias.
Pero ¿Cómo entendía JCM el socialismo con características propias?; es decir, el socialismo sin calco ni copia que se proponía construir. ¿Cuáles eran sus rasgos específicos?, ¿Cuál era su concepción filosófica, ética y política?, ¿Cómo entendió y aplicó el marxismo al estudio de la realidad peruana y en dónde radican sus diferencias con las corrientes socialistas de su tiempo?, ¿Cuál era para él la contradicción fundamental y cuál debería ser el carácter de la revolución?, ¿Cómo concibió el sujeto revolucionario y la política de alianzas?, ¿Cómo se posicionó frente al socialismo “eurocentrista” y el socialismo “indoamericano” que ponían, de un lado énfasis en el factor externo y de otro en las especificidades de América Latina?, es decir, ¿Cómo entendió Mariátegui la dialéctica entre lo nacional y lo internacional y cómo se ubicó en la lucha ideológica sobre las distintas visiones del socialismo de su tiempo y frente al movimiento comunista internacional?. Estas y otras cuestiones son las que nos preocupan. Por razones de tiempo sólo me ocuparé de algunas de ellas:
4.1. SU CONCEPCIÓN FILOSÓFICA, ETICA Y POLÍTICA
Su visión filosófica no rechaza el determinismo de la realidad objetiva y el condicionamiento social del hombre, entiende, como dice Rigoberto Pupo en su obra “Marxismo y Socialismo en Mariátegui” que “la facultad de pensar la historia y la facultad de hacerla o crearla, se identifican, identificación que explica el proceso constructivo de la praxis social y del propio proceso de la producción humana en correspondencia con las necesidades e intereses que impulsan su actividad creadora”.
Mariátegui parte del conocimiento de la realidad buscando descubrir las leyes generales y particulares que rigen la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, no con un prurito meramente cognitivo sino con una profunda voluntad transformadora. Ello lo coloca de manera coincidente con la famosa tesis once de Carlos Marx sobre Feuerbach y con las concepciones de Labriola y Gramsci, referidas al marxismo como filosofía de la praxis.
No niega la primacía de lo material sobre lo ideal, pero sostiene que es en la praxis donde lo material y lo ideal se identifican. No niega la primacía de lo material sobre lo ideal, pero sostiene que es en la praxis donde lo material y lo ideal se identifican.
Su filosofía entiende al sujeto de la historia como un hombre de carne y hueso. Es decir que la economía y la política, el derecho y la religión entre otras formas de la conciencia social son producto de la actividad humana. Su historia es en su esencia la historia del hombre.
Mariátegui no es un materialista vulgar, sin desconocer el papel determinante del ser social sobre la conciencia social coloca en el primer plano al factor subjetivo de la revolución, por eso trabajó intensamente en la forja de la conciencia social de los trabajadores y se propone dotarlos de una “moral de productores”.
En ese sentido asume la teoría del Mito que recoge de Sorel y de otros filósofos de su tiempo. Es bueno, sin embargo precisar que la teoría del Mito no es ninguna desviación idealista como sostienen algunos de sus críticos. La teoría del Mito no hace sino confirmar su concepción histórica materialista del hombre y de la historia. El Mito, dice el Amauta, cumple la función de energía catalizadora, de energía creadora en virtud de encarnar un ideal humano. “A la revolución -decía- no se llega sólo por una vía fríamente conceptual, la revolución más que una idea es un sentimiento, más que un concepto es una pasión”. El mito, dijo es para la población indígena la revolución socialista y este puede hacer posible su resurgimiento como ha ocurrido en otras milenarias civilizaciones como la China y la India.
Otro elemento primordial de su filosofía es que su concepción materialista de la historia no está reñida con la ética y la axiología. Para él, el marxismo supone que el proletariado podía triunfar si se pertrechaba de valores espirituales superiores a los de la burguesía.
“La ética socialista -decía- se forma en la lucha de clases. Los marxistas no creemos que la empresa de crear un nuevo orden social superior al orden capitalista, incumba a una amorfa masa de parias y de oprimidos guiadas por evangélicos predicadores del bien. La energía revolucionaria del socialismo no se alimenta de compasión ni de envidia. En la lucha de clases… el proletariado debe elevarse a una moral de productores muy distante y distinta a la moral de esclavos” (José Carlos Mariátegui, obras completas tomo 3, pag. 60).
De otro lado Mariátegui se plantea una nueva forma de hacer política. Recusa la política criolla, vale decir la vieja política, aquella de las componendas y de los pactos infames bajo de la mesa. En uno de sus escritos refiriéndose a los intelectuales nos dice: “La política les parece una actividad de burócratas y de rábulas,… olvidan que así es, tal vez, en los periodos quietos de la historia pero no en los periodos revolucionarios agitados, grávidos, en que se gesta un nuevo estado social, una nueva forma política” y agrega una frase realmente aleccionadora “la política se ennoblece, se dignifica, se eleva cuando es revolucionaria. Y la verdad de nuestra época es la revolución. La Revolución que será para los pobres no sólo la conquista del pan, sino también la conquista de la belleza, del arte, del pensamiento y de todas las complacencias del espíritu” (José Carlos Mariátegui, Obras completas tomo 1, pag. 158).
Por ello Mariátegui insistió en la formación ética y política, dirigida a despertar en las grandes mayorías el sentido de su dignidad y su aspiración hacia valores superiores. En tal sentido nos dice “si el socialismo no debiera realizarse como orden social, bastaría esa formidable obra de educación y de elevación para justificarlo en la historia”.
Estas ideas son las que distinguen en el plano teórico al socialismo sin calco ni copia de nuestro Amauta.
4.2. SU CONCEPCION SOBRE EL METODO MARXISTA
Mariátegui entiende el marxismo como un método de subversión de la realidad y como una teoría del cambio. Es decir, el marxismo viene a ser para él una teoría del desarrollo social y al mismo tiempo un instrumento metodológico que ayuda a descubrir la dialéctica del desarrollo. Discrepó en tal sentido con las tesis que concebían al marxismo como un esquema causal, capaz de explicar, al margen del tiempo y del espacio, el surgimiento, evolución y transformación de cualquier formación social.
“El marxismo, dice, es un método fundamental dialéctico. No es como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y para todas las latitudes sociales…“El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades”.
De otro lado Mariátegui, confronta con las tesis positivistas y cientificistas que reducen el devenir histórico a un determinismo fatalista, sin apreciar el factor humano. Así mismo, criticó severamente la interpretación evolucionista de la teoría de Marx según la cual la humanidad tenía que pasar necesariamente por sucesivas etapas o periodos (etapismo). Esto es: Comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo y capitalismo. El Amauta no se sujetó a ese esquema determinista, él fue directamente a determinar el carácter específico de la formación social peruana y a determinar las posibilidades reales de establecer el socialismo en el Perú.
En su obra “Defensa del Marxismo” dice sin embargo “los críticos del marxismo han exagerado interesadamente el determinismo de Marx y su escuela con el objeto de declararnos, también desde ese punto de vista un producto de la mentalidad mecanicista del Siglo XIX, incompatible con la concepción heroica de la vida a la que se inclina el mundo moderno después de la guerra”.
En síntesis para Mariátegui el marxismo es una teoría y un método revolucionario capaz de transformar la historia, no es de ninguna manera una percepción contemplativa de la realidad.
4.3. SOBRE SU POSICIÓN ANTIMPERIALISTA Y LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA
En la época de Mariátegui se formaron dos partidos en el campo popular, el Partido de la clase obrera fundado por Mariátegui y el Partido Aprista Peruano fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre, primero en México en 1924 con el nombre de “ALIANZA POPULAR REVOLUCIONARIA AMERICANA”, APRA O ARPA como dirá Antonio Mella en un escrito titulado ¿“Qué es el ARPA?, el mismo que después de una larga metamorfosis asume el nombre PARTIDO APRISTA PERUANO, PAP, en 1930. Hoy, como ustedes saben pertenece a la Internacional Socialista y actualmente gobierna el país en alianza con la burguesía ultra liberal y alineado en el eje pro norteamericano.
En los años veinte (1924-1930), fue célebre la polémica de Mariátegui y Haya de la Torre sobre temas como: el carácter de nuestra economía, el papel del imperialismo, el tipo de partido, el rol de la clase obrera y el campesinado y la política de alianzas. De esa polémica se infiere la posición que Mariátegui expuso sobre el carácter de la revolución peruana y su visión del socialismo.
Las diferencias entre Haya y Mariátegui, no son de forma sino de fondo, no son de orden táctico, sino de orden estratégico; provenían de distintas visiones de la sociedad peruana. Mientras, Mariátegui sostenía que en el Perú hay predominantemente una economía capitalista, dependiente y sometida al capital foráneo; Haya de la Torre sostenía en su obra “ESPACIO TIEMPO HISTÓRICO”, que en el Perú el desarrollo capitalista se había iniciado con el imperialismo. Es decir que, mientras en Europa el imperialismo era la última fase del capitalismo, en América Latina -por ser una realidad distinta-, venía a ser la primera. Con esos artilugios “doctrinarios” -como dice el c. Del Prado en su obra “Los Años Cumbres de Mariátegui”- Haya de la Torre concluía que el capitalismo acompañado de un hipotético control del Estado podía desempeñar un papel progresista en el desarrollo latinoamericano. De esa manera negaba de un plumazo la existencia de relaciones capitalistas, que de hecho se habían generado en el país sobre todo, a partir de la primera mitad del Siglo XIX, tal como hemos referido en el acápite “Mariátegui y su Tiempo”.
En esa misma lógica, Haya de la Torre, sostiene en una de sus obras principales el “El Antiimperialismo y el APRA”, que el imperialismo tenía dos caras, una buena y otra mala, la buena vendría a ser su aporte tecnológico, la modernidad, aspecto que habría que aprovechar y otro malo -la dominación- que habría que neutralizar con la intervención del Estado.
Esas elucubraciones lo colocaron en una posición ecléctica y oportunista que se traduce en su consiga “Ni con Washington ni con Moscú, sólo el APRA salvará al Perú”. Esa percepción, es la que explica la trayectoria sinuosa del APRA, de sucesivas traiciones y pactos infames con los sectores más reaccionarios del país.
Con esos argumento falsos Haya de la Torre recusa la revolución socialista que defendía Mariátegui y niega el papel protagónico de la clase obrera por ser incipiente y minoritaria -según él- a la que, además, le negaba el derecho de tener su propio Partido, planteando en cambio un partido de los trabajadores manuales e intelectuales que en el fondo no era sino un partido pluriclasista. Esa posición hayista se puede encontrar en el capítulo “¿Qué clase de Partido y Partido de qué clase es el APRA?”, de su obra ya citada “El ANTIMPERIALISMO Y EL APRA”.
Además, téngase en cuenta que Haya de la Torre se apropio del Frente Único que había fundado con Mariátegui bajo el nombre de Alianza Popular Revolucionaria Americana y después de muchas mutaciones, pasando por el nombre de “Partido Nacionalista” y otros, lo denominó finalmente con el nombre que tiene actualmente, mientras tildaba a Mariátegui de “Europeizante” y mentor de un “socialismo exótico”.
Deslindando con las posiciones reformistas dirá en su artículo titulado “Punto de vista antiimperialista” de Mayo de 1929, “Somos antiimperialistas porque somos marxistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo,…. Porque, en la lucha contra los imperialismos extranjeros cumplimos nuestros deberes de solidaridad con las masas revolucionarios de Europa”.
Y, en el famoso editorial de la Revista “Amauta” número 17, Mariátegui ratificará esa posición de manera inequívoca “En la lucha entre dos sistemas, entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores, ni inventar un tercer término. La originalidad a ultranza es una preocupación literaria y anárquica. En nuestra bandera escribimos esta sola, sencilla y grande palabra: Socialismo”.
Mariátegui, pues, no se posiciona de manera oportunista en una “tercera vía” ni se coloca en una posición ecléctica entre el capitalismo y el socialismo sino que plantea de manera clara una ruptura con el capitalismo y el imperialismo.
En sus conferencias en la Universidad Popular fijaría la conducta que deberían seguir los trabajadores “Las fuerzas proletarias Europeas se hayan divididas en dos grandes bandos reformistas y revolucionarios…una parte del socialismo se ha afirmado en una orientación social democrática, colaboracionista: la otra ha seguido anti colaboracionista, revolucionaria. Y esta parte es la que, para diferenciarse de la primera ha adoptado el nombre de comunismo”, y agrega, “Yo participo de la opinión de los que creen que la humanidad vive un periodo revolucionario”
Y, en carta dirigida a su amigo Samuel Glusberg señalará de manera tajante: “Con el sector político con el que no me entenderé nunca es con el del reformismo mediocre, con el del socialismo domesticado, el de la democracia farisea…..si la revolución exige violencia, autoridad, disciplina la acepto en bloque,…sin reservas cobardes”.
Sobre el carácter de la revolución latinoamericana tiene también una posición muy bien definida y que precisa en el editorial de la Revista Amauta, titulado “Aniversario y Balance” en el que señala:
“La palabra Revolución, en esta América de las pequeñas revoluciones, se presta bastante al equívoco. Tenemos que reivindicarla rigurosa e intransigentemente. Tenemos que restituirle su sentido estricto y cabal. La revolución latinoamericana, será nada más y nada menos que una etapa, una fase, de la revolución mundial. Será simple y puramente, la revolución socialista, y agrega, No queremos ciertamente que el socialismo en América sea calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida con nuestra propia realidad, con nuestro propio lenguaje al socialismo indo americano”.
El Amauta tiene la convicción que la revolución socialista tiene un carácter mundial, como sostiene el marxismo clásico, pero valora altamente el componente nacional o regional como elemento de diferenciación concreta. Esa visión marxista es la que lo define como un marxista creador, ajeno a todo dogmatismo y seguidismo.
4.4. SOBRE EL SUJETO REVOLUCIONARIO Y LA POLITICA DEL FRENTE UNICO
Mariátegui prestó mucha atención a los problemas de la táctica anti imperialista del proletariado, al análisis de los destacamentos sociales interesados objetivamente en la lucha contra el imperialismo, y también al estudio de la esencia del capitalismo monopolista, de sus leyes y sus formas de actuar en América Latina.
Mariátegui, marxista convicto y confeso, reconoce por primera vez en el Perú, el papel revolucionario de la clase obrera y le confiere un papel protagónico en la transformación del país -aunque fuera minoritaria- porque ésta, decía, crece en proyección geométrica en la medida que crece el capitalismo. Al respecto dirá de manera explícita “La revolución socialista es un movimiento mancomunado de todos los pueblos oprimidos por el capitalismo …sólo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después las tareas de la revolución democrático-burguesa, que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir” .
De otro lado Mariátegui, asigna un papel preponderante al movimiento indígena, que consideraba era las cuatro quintas partes de la población peruana. Sostiene que sus tradiciones colectivistas se expresarían y desarrollarían sólo en el socialismo. Al respecto dice que ellas no pueden ser negadas ni disminuidas por el hecho de haberse desenvuelto bajo el régimen autocrático de los incas, sin embargo precisa: “El comunismo moderno -dice en los SIETE ENSAYOS- es una cosa distinta del comunismo incaico… uno y otro comunismo son un producto de diferentes experiencias humanas, pertenecen a distintas épocas históricas. Constituyen la elaboración de disímiles civilizaciones”.
Frente a las tesis reaccionarias que consideraban que el problema indígena, era a su juicio un problema étnico, cuya solución depende del cruzamiento de la raza indígena con razas superiores extranjeras, el Amauta dirá de manera terminante que el problema del indio radicaba esencialmente en el problema de la tenencia de la tierra, el problema de la inferioridad del indio no merece, decía, ni siquiera ser discutido.
Pero también asigna un papel muy importante a los intelectuales del pueblo y a los hombres del arte y la cultura, aun que dirá que los intelectuales deben iluminar a los trabajadores, pero no deben ser sus lazarillos. Respecto a luchadores de la cultura dirá: “El artista que no siente las agitaciones. Las inquietudes, las ansias de su pueblo y de su época es un artista de sensibilidad mediocre, de comprensión anémica”.
Mariátegui en ese sentido propugna el Frente Único, no como un partido sino como una herramienta táctica para enfrentar al imperialismo, el cual define de manera muy precisa “El Frente Unico no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina única…En el Frente Unico cada cual debe conservar su propia filiación y su propio ideario…Pero todos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase, vinculados por la lucha contra el adversario común, ligados por la misma voluntad revolucionaria, y la misma pasión renovadora” (José Carlos Mariátegui, ”Ideología y Política”, obras completas, pg109).
En suma, Mariátegui deslinda con las posiciones pluriclasistas del APRA y defiende el derecho de la clase obrera a tener su propio partido y su propio proyecto revolucionario que plasma en la fundación del Partido Socialista, después Partido Comunista Peruano al que dota de un programa revolucionario y de una ideología marxista leninista como él mismo lo refiere en el Programa del Partido que fundara “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha”.
5.- ALGUNAS TESIS DE SUS TERGIVESADORES
Muchos son los temas en los que insisten los tergiversadores del Amauta. Se dice por ejemplo que JCM, denominó a su Partido como PSP y no como PCP, porque estaba en desacuerdo con la Internacional Comunista y que se le cambió de nombre al Partido con la opinión contraria del Amauta. Para refutar esas tergiversaciones sólo quiero citar lo siguiente:
“Nadie ha puesto en tela de juicio lo que queremos, lo que es nuestro Partido, tampoco nuestra ubicación en el campo del marxismo revolucionario. No se duda de la auténtica acepción que damos tanto a la palabra
Un segundo tema que no quisiera pasar por alto en esta tribuna universitaria donde se busca la verdad, es el que plantea sin demostración alguna, el argentino José Aricó sobre la derrota de Mariátegui y que parece a inspirado la obra de José Ignacio López Soria, que nos acompañó como expositor en el Seminario de Lima “Adiós a Mariátegui”, aunque su autor ha precisado que “Adios”, no significa despedida; es el tema relacionado con la “derrota de Mariátegui y su inminente huida a Buenos Aires”.
Al respecto quisiéramos decir brevemente lo siguiente: Nuestro compatriota Alberto Flores Galindo en su obra “La agonía de Mariátegui. La polémica con la Comintern” publicada en 1982 describe a un Mariátegui derrotado en su partido, decepcionado abatido y batiéndose en retirada y buscando refugio en Buenos Aires. Esa tesis falsa ha sido hecha suya y sostenida profusamente por el Argentino José Aricó.
El PCP ha refutado documentadamente esa tesis; sin embargo, la poca difusión de la posición de nuestro Partido, hace que esa especie continué sosteniéndose en diversos círculos académicos. No es que defendamos una posición dogmática y no reconozcamos discrepancias en la reunión de Buenos Aires. La hubo, evidentemente, porque la IC no era un ente monolítico. Había, corrientes discrepantes y puntos de vista distintos en torno a las concepciones y la táctica de la revolución. Justamente los delegados del Perú –Hugo Pesce y Julio Portocarrero- que sustentaron las tesis elaboradas por Mariátegui, expresaban una posición discrepante en su condición de delegados plenos y no fraternos como afirman nuestros detractores.
Sin embargo Aricó nunca ha podido responder a las objeciones que le hizo Ricardo Luna Vega en la polémica que sostuviera, en agosto de 1980, con César Lévano, Sinesio López y Luna Vega. Este, a pesar de ser un escritor muy bien documentado -dice Luna Vega- no ha contestado hasta ahora los siguientes argumentos:
1) Que el Partido Socialista del Perú fue marxista leninista como lo prueban sus Estatutos redactados por el mismo José Carlos Mariátegui y publicado en sus obras completas.
2) Que el Partido de Mariátegui no asistió a Buenos Aires como fraterno -como dice Aricó-, sino como pleno, como consta en las actas de la Conferencia,
3) Que en carta dirigida a Samuel Blusberg, en enero de 1928, es decir un año antes de la Conferencia de Buenos Aires, Mariátegui había manifestado - refiriéndose a la represión y no por que estuviera derrotado- lo siguiente “Si Amauta sufriera una nueva clausura renunciaría a la tarea de rectificar el juicio de esa gente y me dirigiría a Buenos Aires donde creo que mi trabajo encontraría mejor clima”. Es decir Mariátegui tenía previsto irse a Buenos Aires en caso de que se agudizara la represión contra la Revista “Amauta” y no por que estuviera abatido y buscando refugió. JCM, nunca le huyó a la polémica.
4) ¿Cómo explica Aricó, que 8 meses después de la Conferencia de Buenos Aires -en marzo de 1930- y estando en vida Mariátegui el PS, aún llamándose Partido Socialista, pidiera su afiliación a la III Internacional como se demuestra, con el texto, que el propio Aricó reprodujo en la revista mexicana “Buelna” (N° 45, marzo 1980, pag. 142) y finalmente,
5) Respecto al supuesto anti sovietismo de JCM, Aricó, no ha podido refutar la opinión autorizada del Jorge Basadre, el más prominente historiador peruano, amigo de Mariátegui y colaborador de “Amauta” quien en su libro “La vida y la Historia” (pags. 233 y 234) señala de manera tajante “En sus escritos, aún en los que publicó en fechas inmediatamente anteriores a su fallecimiento, Mariátegui reiteró su adhesión rusa y a la línea de la Unión Soviética, inclusive la que orientó Stalin. Acerca de esto no sería únicamente falsa sino también mezquina cualquier discusión”.
Culmino diciendo con palabras del sociólogo comunista José Mendívil Lima en sus escritos sobre el Socialismo Andino “En la forma en que Mariátegui analizaba y estudiaba los problemas de su tiempo, debemos reconocer lo mejor de su método de análisis y de su pensamiento crítico, de sus ideales socialistas, su marxismo convicto y confeso, su fe religiosa en la voluntad creativa de los pueblos”.
Amigos y amigas, Mariátegui dice en su obra “Temas de nuestra América” (pag. 26) “el valor de una idea está casi íntegramente en el debate que suscita”, “Polemizar con una tesis, es tal vez, la mejor manera de estimularla y hasta de servirla, la unanimidad es siempre infecunda”, concordarán conmigo que no venimos aquí a buscar la unanimidad, venimos a intercambiar ideas en el mas puro estilo mariateguista.
Muchas gracias.
Lima, 12 de Junio del 2010.
* Presidente del Instituto Cultural José Carlos Mariátegui - Miembro de la Comisión Política del Partido Comunista Peruano.
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