Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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12 de mayo de 2015

Eleodoro Vargas Vicuña

Eleodoro Vargas Vicuña

Con Enedina Comillas Ferreyros, esposa de Eleodoro Vargas Vicuña.


Por Jorge Aliaga Cacho

Me toca hacer un esbozo de la vida y obra de Eleodoro Vargas Vicuña, gran escritor neo-indigenista peruano, autor de dos obras fundamentales en la literatura peruana: "Ñahuin", libro que contiene ocho cuentos y "Taita Cristo", que contiene el mismo número de relatos. Escribió también un libro de poemas:"Zora, imagen de la poesía", con el cual obtuvo un premio nacional. Sin embargo su brillantez literaria ha recaído con mayor peso en la narrativa. Vargas Vicuña ha sido comparado, por su estilo con, el escritor mexicano, Juan Rulfo, pues los dos cuidaban las palabras y tenían un registro preciso. Eleodoro se refería a Rulfo como a un hermano, y Rulfo, a él, de la misma manera. Pero no existe evidencia de que, Vargas Vicuña, haya sido influenciado por Rulfo antes de la publicación, de las obras del escritor azteca, en el Perú.
Ñahuin, de Vargas Vicuña, se publicaría en 1953 y, casi al mismo tiempo, Juan Rulfo publicaría su primer libro en México; pero tomaría todavía algunos meses para que su obra llegase al Perú.
Eleodoro Vargas Vicuña nació en La Esperanza, Cerro de Pasco, en 1924. Es considerado uno de los narradores más importantes de la década de los años cincuenta. Recuerdo haberle preguntado alguna vez cuál era su ciudad natal y recuerdo que él me respondería, impertérrito: 'Arequipa'. Esto solía repetirlo siempre. Muy seriamente manifestaba que él era de Arequipa. Sequro que lo hacía en broma.
La verdad es que Eleodoro hizo estudios universitarios en Arequipa y, posiblemente, guardó gratos recuerdos de aquella majestuosa ciudad. Al igual que Rulfo que escribiera su obra completa en dos volúmenes suscintos, de la misma manera, Vargas Vicuña completaría su obra con dos libros suscintos publicados en el Perú.
Rulfo y Vargas Vicuña eran compadres en la manera pulcra de escribir. Eleodoro, era un hombre de gran grandilocuencia, pero que no abusaba de artimañas, frases recargadas o la retórica. Sus frases eran de una simple, pero poética forma. Registró en sus textos literarios sus ansias de amar y de augurarnos siempre lo mejor. Eleodoro, era un hombre humilde, sencillo, pero con una prestancia de gigante. Fue un escritor en todo el sentido de la palabra. Me siento honrado de haber merecido su amistad, a pesar que pertenecíamos a generaciones distintas. El día que supe de su desaparición físca, sentí gran dolor. Nuestro autor, supo impregnar en sus textos, cuentos y poemas: su apetito de amar, su benevolencia de brazos abiertos, para todos los que cruzaban su camino. Tuvo claridad en su humildad y también la certeza de que no hacía otra cosa que ser escritor. Su voz era imponente, gran barítono. Había sido, por varios años, locutor en Radio Nacional del Perú. A Eleodoro se lo inscribe en la generación del cincuenta, la misma que se desarrolló en la época del gobierno del general Odría. Eleodoro, fue un brillante animador de la vida cultural del país. Primero en, Arequipa, su ciudad estudiantil. Allí, fue alumno de la Universidad San Agustín durante los últimos años de la década del cuarenta. Luego en Lima, donde participó en la bohemia limeña, siendo asiduo visitante de los bares, del centro de Lima, como: el Palermo y el Zela, lugares que vieron pasar sus trajines, y el de los escritores, poetas, artistas e intelectuales, que ocupaban sus mesas.
Cuando me enteré del fallecimiento de Eleodoro, me invadió, como ya lo dije, una profunda pena. Me sentí mal, por no haberle dado su último adios. Me encontraba, muy lejos, en Escocia y no me había enterado. Recuerdo que, cuando lo encontraba en el patio de la Casa de Pilatos, donde funcionaba el Instituto Nacional de Cultura, me saludaba con su tradicional decir:¡Viva la vida, carajo! Era su afirmación, era su optimismo. La narrativa de Vargas Vicuña es mágica, llena de mitos de vida y de muerte; pero también es una imagen precisa de la realidad del mundo agrario; pues en su obra registra el sentir del campesino. En "Taita Cristo", historia mágica y desgarradora, a la vez que tierna, nos relata la historia de las cuadrillas de cargadores del Cristo del pueblo; de Alejandro Guerrero, de Lizardo y Aurelia Ramos. En este cuento nos pinta la realidad humana. Eleodoro es preciso en el uso de los adjetivos y el registro exacto del número de palabras. No se extralimitaría en el uso de ellas, sino que las registraría en  la cantidad exacta. Esto, hace de su narrativa una verdadera obra de arte, joya de las letras peruanas. Eleodoro Vargas Vicuña, escribiría: "Las palabras sollozan, los árboles roncos se quejan, y nosotros vegetales, no tenemos tiempo para la palabra; solo hay un crecimiento, un algo oculto. Y es una violencia de siglos capaz de sacarle los ojos a ese que nos mira y ni siquiera escucha nuestros ruegos". La bonhomía era la característica fundamental del Eleodoro, de la sonrisa ancha: sencillo, afable, honrado y bondadoso. Así lo recuerdo y lo recordaré siempre. 
Ya manifesté que Eleodoro solía saludar con su: ¡Viva la vida, carajo! Edmundo de los Ríos escribió, en la revista "Caretas" que, para despedirnos de él, deberíamos hacer lo mismo: por ello, no nos queda más que pronunciar, como despedida, un fuerte: ¡Viva la Vida, Carajo!

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