Sociólogo - Escritor

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"La Casa de la Magdalena" (1977), "Essays of Resistance" (1991), "El destino de Norte América", de José Carlos Mariátegui. En narrativa ha escrito la novela "Secreto de desamor", Rentería Editores, Lima 2007, "Mufida, La angolesa", Altazor Editores, Lima, 2011; "Mujeres malas Mujeres buenas", (2013) vicio perfecto vicio perpetuo, poesía. Algunos ensayos, notas periodísticas y cuentos del autor aparecen en diversos medios virtuales.
Jorge Aliaga es peruano-escocés y vive entre el Perú y Escocia.
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18 de abril de 2012

Rusia y los trabajadores



Por Jorge Aliaga Cacho

Los meses de diciembre y febrero, el pueblo ruso demandó garantías para la realización de elecciones transparentes. Sin embargo, la subsecuente victoria electoral de Putin ha originado protestas, en Rusia, que señalan el desacuerdo del electorado con el resultado del cómputo. Una de las manifestaciones, de acuerdo con la prensa británica, reunió a veinte mil manifestantes en la Plaza Roja de Moscú. Al llegar a Rusia averigüé acerca de este suceso.  Cuál sería mi sorpresa al escuchar a mi interlocutor decirme que a la Plaza Roja acudieron no veinte mil, sino cien mil manifestantes anti.Putin.
En la actualidad se vienen sumando otro tipo de manifestantes.  Ya no solo los que exigen elecciones transparentes sino quienes demandan mejores salarios, mejores condiciones de trabajo y reconocimiento a los sindicatos independientes por parte de los empleadores.
A mediados de marzo los trabajadores en una fábrica de Saratov acordaron ir a la huelga.  Luego se sumaron los trabajadores en la perforación de pozos petroleros en Bashkortostan, su demanda era la anulación de los recortes de salarios.  A continuación una importante huelga iniciaron los trabajadores de Benteler, una planta automotriz en Kaluga, bajo la conducción del Sindicato Inter Regional de Trabajadores en la Rama Automotriz o MPRA.  Para el sindicalismo ruso el MPRA es sinónimo de fuerza y efectiva organización que es capaz de hacer oír y resolver sus demandas.  Las autoridades rusas han ejercido tácticas de presión citando a su líder, Dimitry Kozhnev, a un interrogatorio y dispusieron a la policía de asalto en las fábricas.  El gobernador de la región Anatoly Artamonov también se convirtió en protagonista de esta disputa.

Los sindicatos controlados por el Estado, que fueron muy activos durante la campaña electoral, dando su apoyo a Putin, movilizando miembros, organizando transporte y alimentos para atender a los mítines, hoy, al revés, se encuentran mudos.  Existen informes que afirman que el sindicato pro Kremlin FEDERACIÓN INDEPENDIENTE DE SINDICATOS DE RUSIA nunca hizo esfuerzo por establecer un sindicato formal en la fábrica automotriz y que cada vez que ocurría una disputa de los trabajadores los representantes de este sindicato, asustaban y persuadían a los trabajadores a que volvieran a sus puestos de trabajo.

Esta es la Rusia que ha escogido el camino neo liberal y que el pueblo ruso empieza a rechazar.  Los precios de los alimentos están por las nubes.  Un pan baguette pequeño, para un sándwich, el equivalente a un dólar americano.  Un billete de metro un dólar americano.  Un almuerzo en un restaurante medio, digamos como en una pollería en Lima, 30  dólares.  Un taxi de diez cuadras de recorrido, 15 dólares, la entrada a los servicios higiénicos 20 rublos, el dólar es equivalente a 29 rublos. Una entrada al cine 15 dólares. Y si por ‘error’ se le ocurre miccionar en el 'servicio higiénico histórico’, que dígase de paso es una maravilla, le costará tres dólares y un poco más.  Si comparamos estos precios con los sueldos y salarios podemos ver la magnitud del problema.  Me he informado que la mayoría de pensionistas gozan de un haber mensual promedio de 300 dólares.   Solo un número insignificante, los sobrevivientes de la II Guerra Mundial, gozan de un haber de 1000 dólares mensuales.  No existe un salario mínimo en Rusia.  Hay una mayoría de trabajadores que gana muy poco pero hay un sector que gana mucho. Mucha gente tiene dos empleos, o también trabajan como taxistas para complementar sus sueldos.  En Rusia se pueden apreciar a mendigos y prostitución libre en las calles. En los restaurantes se encuentra al tipo de gente que puede consumir mucho.  He visto carros de lujo, en exhibición-venta, para ser adquiridos por los capitalistas rusos. Los pasajeros de los trenes rusos, a diferencia de Bretaña, Alemania, Francia o España, no tienen, o perdieron, el hábito de la lectura. Sus rostros denotan descontento.  Muchos opinan que se vivió mejor en la época de Brezhnev. Dicen que no hubo mucho pero todos tenían ayuda del Estado. Recordemos que hasta el año de 1973, la economía soviética, le seguía el ritmo de crecimiento a la economía capitalista, sin embargo, a partir de ese año empezó el periodo del ‘estancamiento’ cuyas causas deberían ser producto de un profundo análisis.
Los rusos, hoy, tienen de todo en las tiendas pero, pueden comprar muy poco. El Estado ya no subvenciona como lo hacía antes. Al llegar a Rusia tienes que registrarte con la policía, es obligatorio y te cuesta 600 rublos, algo más de veinte dólares.  De no hacerlo podrías tener una multa de dos mil a cinco mil rublos. ¿Acaso no criticaban al gobierno socialista por esta práctica del registro policial? La lucha de los trabajadores de la industria automotriz en Rusia podría ser el signo de un giro en las aspiraciones de justicia por parte del pueblo y trabajadores rusos.  En su última huelga los obreros resistieron firmes y han traído a los dueños de la fábrica, y a sus administradores, contra su voluntad, a la mesa de negociación conducida por el propio gobernador, y a la cual ha sido invitado, por la parte sindical, el peso pesado, Boris Kravchenko, de La Confederación Rusa de los Trabajadores que se trasladó a Kaluga una vez las noticias de la huelga fueron difundidas en internet.
El mensaje está claro.  Ahora los rusos saben que con buena organización se puede alcanzar la solución a sus demandas.  En la mañana del 2 de abril, los representantes de la empresa cedieron a las demandas de los trabajadores y anunciaron el reconocimiento del sindicato y la iniciación de la negociación colectiva. Durante esta huelga se supo de simpatizantes que a través de internet pedían ayuda económica para la lucha.  Las huelgas son prohibidas en Rusia y han sido muy raras las realizadas hasta la fecha.  Sin embargo, las luchas de los trabajadores de Kulaga pueden ser el comienzo de una nueva ola de descontento laboral.  El gobierno ruso, por el momento, puede estar tranquilo.  Pues, ciudades como Moscú y San Petersburgo han vuelto a la calma, pero deben saber que los eventos que se están desarrollando en provincias son la continuidad de la lucha de clases en la patria de Lenin. Por su parte el partido comunista se ha convertido en el líder de la oposición con un margen de apoyo del veinte por ciento del electorado que tiende a subir en las encuestas.

Desde luego que es muy importante el rol que Rusia puede jugar en el terreno geopolítico internacional para detener o, por lo menos, obstaculizar el avance de la política económica imperialista, pero eso no debería significar cerrar los ojos a las luchas de los trabajadores rusos, pues ellos son parte integrante del sindicalismo mundial que viene siendo atacado por las nefastas políticas neoliberales que saquean las riquezas nacionales y condenan a la pobreza a millones de trabajadores.